Los miles de fieles, turistas y curiosos que, armados de paraguas, se congregaron en la plaza a última hora de la tarde de este martes bajo una persistente lluvia para asistir a este momento excepcional, recibieron con exclamaciones de decepción la fumata, cuyo color no dio pie esta vez a ninguna duda.
"Estoy decepcionada pero aún así fue una sensación increíble tener una señal de lo que pasa en el secreto del cónclave", dijo la hermana Barbara, una monja de Nueva York.
Los 115 cardenales electores de 51 países de los cinco continentes volverán a votar el miércoles, dos veces por la mañana y otras dos por la tarde, a menos que alcancen un resultado antes.
Los purpurados "están en óptima forma", dijo el portavoz del Vaticano, Federico Lombardi, que presenció su ingreso en el escenario principal del primer cónclave con un papa vivo. "El ambiente era muy serio y religioso", comentó.
El propio Lombardi había advertido el lunes que el resultado de la primera votación iba a ser probablemente negativo. Tras cruzar la puertas, custodiadas por dos Guardias Suizos en uniforme de gala, los cardenales se arrodillaron ante el altar donde se encuentra el Evangelio, antes de ocupar las sillas con sus nombres ante largas mesas dispuestas en doble fila a ambos lados de la capilla.
Bajo los magníficos frescos de Miguel Ángel, juraron mantener el silencio de cuanto ocurra en sus deliberaciones, so pena de excomunión. Luego el Maestro de Ceremonias Pontificias, Guido Marini pronunció el "Extra omnes" ("Fuera todos"), ordenando que salieran todos aquellos que no tuvieran nada que ver con la elección del nuevo papa.