Columna. (Marlani
Sánchez. @marlanisanchez)
Se
me antoja creer que debo empezar confesando que tengo una fortísima debilidad
por los que yo llamo “cuerpos de ejercicios”. El hecho de practicarlos (…a los
ejercicios) desde los once años hace que pueda reconocerlos (…a los cuerpos)
aún a metros de distancia, aunque, realmente, mientras más cerca los tenga
mejor. Y los tengo tan cerca, que tengo uno…
Me
he paseado por cuatro disciplinas deportivas, de competir y todo; tengo un
recorte de periódico deportivo donde salgo, un tercer lugar sin presea y dos
plateadas, y bueno, y finalmente, llegué al llegadero: El gimnasio. Ah, eso del
aerobics no va conmigo, lo mío son los hierros.
Contarles
de los innumerables beneficios que me ha traído hacer ejercicio requiere de una
columna extra. En mi caso se convirtieron en obsesión…dentro y fuera del “gym”.
El
gimnasio. Mi otra galaxia. Siempre he entrenado sola, puedo perder mi tiempo en
cualquier otro sitio y actividad, menos ahí, menos en esa, pocas cosas me
gustan tanto como ejercitarme, y créanme, que le hago justicia a la mensualidad
que pago por ello.
En
alguna oportunidad entrené acompañada, aunque prefiero hacerlo sola. Una de
esas veces, estando en ese mágico mundo del gimnasio, una amiga que también
estaba entrenando me confesó (siempre he tenido “el don” de que, sin
preguntarles, la gente me confiese cosas que bien le servirían a Almodóvar de
guión para su próxima película) que al hacer un ejercicio (y me dijo cual)
sintió excitación. O sea, dijeran en mi llano: Me dejó “simbrada”. Porque, ok,
yo siempre me he sentido extasiada cuando me ejercito, antes, durante, y
después, pero extasiada y excitada son dos cosas, sí, ella se refería a ese
tipo de excitación.
–“¿En
serio?”, le pregunté. –“Sí”, me restregó. Bueno, hablamos, yo hice control
mental, y seguí haciendo mis ejercicios. Pasados algunos días, me dijo que
había vuelto a ocurrirle, la confesión esta vez llevaba una importante
añadidura: Haciendo el ejercicio había tenido un orgasmo. Tragué grueso.
Hablamos. Esta vez no hubo ni control mental si continuación de entrenamiento.
El ejercicio al que se refería se llama “aductores”, los que han ido a un
gimnasio saben cuál es.
Y
todos deberíamos saber cuáles son los músculos aductores y donde quedan.
Pasados otros días, me confesó que también había sentido excitación en la
máquina de “femoral acostado”. El asunto me llamó muchísimo la atención, pensé
que lo más parecido a lo que le pasó a mi amiga ha sido que mientras hacía
“pantorrillas sentada” sentí muchas ganas de orinar, aún me pasa (si me ven en
el gimnasio haciendo ese ejercicio háganse los locos), pero nada comparado a lo
que le sucedía a ella. Aunque, en ocasiones aguantar las ganas de orinar…
Resulta
que el asunto está descrito, hay estudios médicos que lo comprueban y muchas
mujeres que, como a mi amiga, les ha
pasado que llegan al orgasmo haciendo ejercicios. Hasta ahora solo le ha
sucedido solo a mujeres. Ocurre generalmente cuando trabajan los músculos
abdominales, especialmente los inferiores. (Los músculos abdominales siempre
han sido mis preferidos.
Me
mata una persona, del sexo que sea, que tenga los abdominales marcados, cada
vez que tengo la dicha de ver una, me hinco a rendirle pleitesía). Se llama
“Coregasmo” dada su asociación con los ejercicios que involucran a los músculos
abdominales centrales (denominados “core” en inglés). También se le conoce como
“abdorgasmo”. Los datos son interesantes porque sugieren que el orgasmo no es
necesariamente un evento sexual, que para alcanzarlo no hace falta compañía ni
estimulación de ningún tipo, ya sea propia o ajena, ni tampoco fantasía
alguna…y que el ejercicio no es tan inocente.
Tal
parece que sucede con mayor frecuencia en el gimnasio, leyendo encontré que el
spinning y el ciclismo también tienen antecedentes, del tenis no encontré
nada…más que los gritos de Sharapova...
Los
médicos que han estudiado los casos indican que generalmente sucede en mujeres
que tienen los músculos pélvicos fuertes. El abdomen es nuestro centro y en
casi todos los ejercicios que hacemos éste trabaja, y cuando el ejercicio se
centra en el fortalecimiento del abdomen, cuádriceps y muslos interiores
(aductores, los aductores de mi amiga) automáticamente apretamos los músculos
pélvicos y podemos masajear y estimular zonas muy sensibles.
“La
sensación puede ser hasta más profunda porque no se estimula sólo tu área
genital, sino hasta el área del útero debido al ritmo del ejercicio que es
mucho más rápido y demanda más energía”, dijo al respecto una sexóloga que se
llama Wanda Smith.
Uno
de los ejercicios que las mujeres describen como que les ha provocado el
“coregasmo” o “abdorgasmo” es el llamado “la silla del capitán” (paradójico,
¿verdad?), se trata de un tipo de ejercicio para abdominales en el que,
suspendidas las piernas, se suben y bajan llevando las rodillas hasta el pecho.
Siempre
supe que hacer ejercicios era muy bueno…
¿Así
o necesitan otra razón para hacer abdominales? ¿Así o necesitan otra razón para
hacer ejercicios?
Desde
que me enteré de todo esto, no puedo evitar preguntarme, en el gimnasio, quien
está excitada y quien no, ya saben, jueguitos pesados que el cerebro a veces le
hace a uno. También dejé de preguntarles ¿Cómo están? o ¿Cómo se sienten?.
El
ejercicio físico, como el sexo, te lleva del dolor al placer, y siempre he
sabido que los gestos y sonidos que emitimos en ambos contextos…son idénticos.