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lunes, 3 de junio de 2013

Columna; Éxtasis en el Gimnasio por Marlani Sánchez.

Columna. (Marlani Sánchez. @marlanisanchez)
Se me antoja creer que debo empezar confesando que tengo una fortísima debilidad por los que yo llamo “cuerpos de ejercicios”. El hecho de practicarlos (…a los ejercicios) desde los once años hace que pueda reconocerlos (…a los cuerpos) aún a metros de distancia, aunque, realmente, mientras más cerca los tenga mejor. Y los tengo tan cerca, que tengo uno…

Me he paseado por cuatro disciplinas deportivas, de competir y todo; tengo un recorte de periódico deportivo donde salgo, un tercer lugar sin presea y dos plateadas, y bueno, y finalmente, llegué al llegadero: El gimnasio. Ah, eso del aerobics no va conmigo, lo mío son los hierros.

Contarles de los innumerables beneficios que me ha traído hacer ejercicio requiere de una columna extra. En mi caso se convirtieron en obsesión…dentro y fuera del “gym”.
El gimnasio. Mi otra galaxia. Siempre he entrenado sola, puedo perder mi tiempo en cualquier otro sitio y actividad, menos ahí, menos en esa, pocas cosas me gustan tanto como ejercitarme, y créanme, que le hago justicia a la mensualidad que pago por ello.

En alguna oportunidad entrené acompañada, aunque prefiero hacerlo sola. Una de esas veces, estando en ese mágico mundo del gimnasio, una amiga que también estaba entrenando me confesó (siempre he tenido “el don” de que, sin preguntarles, la gente me confiese cosas que bien le servirían a Almodóvar de guión para su próxima película) que al hacer un ejercicio (y me dijo cual) sintió excitación. O sea, dijeran en mi llano: Me dejó “simbrada”. Porque, ok, yo siempre me he sentido extasiada cuando me ejercito, antes, durante, y después, pero extasiada y excitada son dos cosas, sí, ella se refería a ese tipo de excitación.

–“¿En serio?”, le pregunté. –“Sí”, me restregó. Bueno, hablamos, yo hice control mental, y seguí haciendo mis ejercicios. Pasados algunos días, me dijo que había vuelto a ocurrirle, la confesión esta vez llevaba una importante añadidura: Haciendo el ejercicio había tenido un orgasmo. Tragué grueso. Hablamos. Esta vez no hubo ni control mental si continuación de entrenamiento. El ejercicio al que se refería se llama “aductores”, los que han ido a un gimnasio saben cuál es.

Y todos deberíamos saber cuáles son los músculos aductores y donde quedan. Pasados otros días, me confesó que también había sentido excitación en la máquina de “femoral acostado”. El asunto me llamó muchísimo la atención, pensé que lo más parecido a lo que le pasó a mi amiga ha sido que mientras hacía “pantorrillas sentada” sentí muchas ganas de orinar, aún me pasa (si me ven en el gimnasio haciendo ese ejercicio háganse los locos), pero nada comparado a lo que le sucedía a ella. Aunque, en ocasiones aguantar las ganas de orinar…

Resulta que el asunto está descrito, hay estudios médicos que lo comprueban y muchas mujeres que, como a  mi amiga, les ha pasado que llegan al orgasmo haciendo ejercicios. Hasta ahora solo le ha sucedido solo a mujeres. Ocurre generalmente cuando trabajan los músculos abdominales, especialmente los inferiores. (Los músculos abdominales siempre han sido mis preferidos.

Me mata una persona, del sexo que sea, que tenga los abdominales marcados, cada vez que tengo la dicha de ver una, me hinco a rendirle pleitesía). Se llama “Coregasmo” dada su asociación con los ejercicios que involucran a los músculos abdominales centrales (denominados “core” en inglés). También se le conoce como “abdorgasmo”. Los datos son interesantes porque sugieren que el orgasmo no es necesariamente un evento sexual, que para alcanzarlo no hace falta compañía ni estimulación de ningún tipo, ya sea propia o ajena, ni tampoco fantasía alguna…y que el ejercicio no es tan inocente.

Tal parece que sucede con mayor frecuencia en el gimnasio, leyendo encontré que el spinning y el ciclismo también tienen antecedentes, del tenis no encontré nada…más que los gritos de Sharapova...

Los médicos que han estudiado los casos indican que generalmente sucede en mujeres que tienen los músculos pélvicos fuertes. El abdomen es nuestro centro y en casi todos los ejercicios que hacemos éste trabaja, y cuando el ejercicio se centra en el fortalecimiento del abdomen, cuádriceps y muslos interiores (aductores, los aductores de mi amiga) automáticamente apretamos los músculos pélvicos y podemos masajear y estimular zonas muy sensibles.

“La sensación puede ser hasta más profunda porque no se estimula sólo tu área genital, sino hasta el área del útero debido al ritmo del ejercicio que es mucho más rápido y demanda más energía”, dijo al respecto una sexóloga que se llama Wanda Smith.

Uno de los ejercicios que las mujeres describen como que les ha provocado el “coregasmo” o “abdorgasmo” es el llamado “la silla del capitán” (paradójico, ¿verdad?), se trata de un tipo de ejercicio para abdominales en el que, suspendidas las piernas, se suben y bajan llevando las rodillas hasta el pecho.

Siempre supe que hacer ejercicios era muy bueno…
¿Así o necesitan otra razón para hacer abdominales? ¿Así o necesitan otra razón para hacer ejercicios?

Desde que me enteré de todo esto, no puedo evitar preguntarme, en el gimnasio, quien está excitada y quien no, ya saben, jueguitos pesados que el cerebro a veces le hace a uno. También dejé de preguntarles ¿Cómo están? o ¿Cómo se sienten?.


El ejercicio físico, como el sexo, te lleva del dolor al placer, y siempre he sabido que los gestos y sonidos que emitimos en ambos contextos…son idénticos.

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