Esta situación se ha visto reflejada en varios rubros, pero, sobre todo, en el de alimentos. El 21,3% de escasez se ha traducido en largas colas que hacen los venezolanos en los automercados para poder obtener, de forma racionada, algunos productos que han desaparecido de los anaqueles, como es el caso del azúcar, la harina de maíz, de trigo y hasta el papel sanitario.
“Para poder comprar azúcar hay que correr con la suerte de estar en el mercado cuando está llegando”, dice María Cadenas, quien es repostera, por lo que el azúcar es no solo un alimento más en su cocina, sino que es parte de la materia prima de su trabajo, que le permite mantener a tres hijos adolescentes.
María cuenta que ha tenido que pagar hasta 20 bolívares por kilo en los “buhoneros” o vendedores de la economía informal, aun cuando este producto se encuentra regulado a un precio de Bs. 6,11. “Yo pago lo que sea porque no se consigue y si no la tengo no trabajo”, asegura, añadiendo que con la harina de trigo ha vivido una situación similar, pues ha tenido que pagar hasta 35 bolívares por un kilo, cuando, según lo que marca el empaque, cuesta 18 bolívares.