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EFE-.
El papa
les puso en guardia ante la tentación de ponerse en el centro y de creer que
solos construyen sus vidas y que el tener, el dinero y el
JUAN LARA/EFE25 DE JULIO 2013 - 07:30 PM
Un millón
de jóvenes, según el Vaticano, de 190 países dieron hoy la bienvenida al papa a
la XXVIII Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), en una festiva ceremonia en la
playa de Copacabana de Río de Janeiro, durante la cual Francisco pidió a los
muchachos que pongan a Cristo en sus vidas. El papa también les puso en guardia
ante la tentación de ponerse en el centro y de creer que solos construyen sus
vidas y que el tener, el dinero y el poder es lo que da la felicidad.
"Pero no es así. El tener,
el dinero, el poder pueden ofrecer un momento de embriaguez, la ilusión de ser
felices, pero, al final, nos dominan y nos llevan a querer tener cada vez más,
a no estar nunca satisfechos. ¡"Pon a Cristo" en tu vida, pon tu
confianza en él y no quedarás defraudado!".
Francisco insistió: "Pon a Cristo en tu vida y encontrarás un amigo del
que fiarte siempre, pon a Cristo y verás crecer las alas de la esperanza para
recorrer con alegría el camino del futuro, pon a Cristo y tu vida estará llena
de su amor, será una vida fecunda".
El papa Bergoglio también les
aseguro que pongan fe y sus vidas tendrán un sabor nuevo. En esa línea señaló
que la fe lleva a cabo en la vida de los hombres una revolución
"copernicana, porque nos quita del centro y pone en él a Dios".
"La fe nos inunda de su amor
que nos da seguridad, fuerza, esperanza. Aparentemente no cambia nada, pero, en
lo más profundo de nosotros mismos, todo cambia. En nuestro corazón habita la
paz, la dulzura, la ternura, el entusiasmo, la serenidad y la alegría, que son
frutos del Espíritu Santo y nuestra existencia se transforma, nuestro modo de
pensar y de obrar se renueva, se convierte en el modo de pensar y de obrar de
Jesús, de Dios", precisó.
El Obispo de Roma también les
exhortó a no tener miedo a pedir perdón a Dios. "El no se cansa nunca de
perdonarnos, como un padre que nos ama. ¡Dios es pura misericordia!".
En un ambiente festivo y
desafiando la lluvia que en los últimos días no deja de caer sobre Río de
Janeiro, los jóvenes acogieron al papa como a una estrella del pop, entre
cánticos, vivas y con miles de banderas de sus países de origen.
"Esta es la juventud del
Papa" fue uno de los lemas más entonados por los muchachos. El papa
Bergoglio llegó al encuentro en el papamóvil, en el que recorrió todo el paseo
marítimo de Copacabana, de cuatro kilómetros de largo, hasta el lugar donde
estaba levantado el palco, en un costado de la playa.
Miles de jóvenes le acompañaron en el trayecto, creando una sugestiva imagen de
procesión. Francisco sonriente y feliz, besó a niños, saludó a jóvenes y no
dudó en quitarse el solideo y cambiarlo por otro que le entregó un joven
sacerdote.
El Obispo de Roma señaló que la
JMJ vuelve por segunda vez a América Latina, tras el encuentro de Buenos Aires
de 1978, y recordó que esta cita de Río de Janeiro la convocó Benedicto XVI, al
que envió un saludo en medio de un fuerte aplauso y los gritos de
"Benedicto, Benedicto".
El papa contó que antes de venir a Río se reunió con Benedicto XVI y le pidió
que le acompañara con la oración. El papa emérito se lo garantizó y le dijo que
seguiría la JMJ por televisión. "Así que ahora nos está viendo",
afirmó.
Le dio la bienvenida el arzobispo de Río de Janeiro, Orani Joao Tempesta, que
resaltó que después de 26 años la JMJ vuelve a América Latina, después de que
en 1978 se celebrara en Buenos Aires. El prelado subrayó que la presencia de
Francisco fortalece a los jóvenes, muchos de ellos entristecidos "en un
mundo de consumismo, egoísmo, desigualdades y falsas alegrías".
Durante la ceremonia un grupo de
150 jóvenes presentaron una representación de la fe del pueblo brasileño,
titulada "Río de fe" y después cinco jóvenes, uno por cada continente
dieron la bienvenida al papa.
En el acto se dio espacio a la
patrona de Brasil, Nuestra Señora de Aparecida, y una imagen de la virgen negra
fue entregada al papa. Las banderas de todos los países de donde proceden los asistentes fueron
llevadas al palco, donde se celebrará también la vigilia del próximo sábado y
la misa del domingo con la que concluirá la JMJ.
Los dos actos iban a celebrarse
en Guaratiba, a 45 kilómetros de Río de Janeiro, una explanada bautizada con el
nombre de "Campus Fidei" con capacidad para más de dos millones de
personas, pero las intensas lluvias de estos días han dejado el terreno
impracticable.