Prensa. EFE.
El
Gobierno colombiano y las FARC se sentarán de nuevo a la mesa de negociaciones
en La Habana para continuar con los diálogos de paz, esta vez a la sombra de
las advertencias de las autoridades sobre el desarrollo del conflicto armado. Las
delegaciones tienen previsto reunirse a partir de este lunes en el Palacio de
Convenciones de la capital cubana para seguir tratando el punto de la
participación política, uno de los más espinosos en la agenda de cinco temas
porque supone la incorporación de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de
Colombia (FARC) al sistema democrático.
El exvicepresidente Humberto de la Calle, jefe del equipo negociador del
Gobierno, viajó este domingo a La Habana en compañía del alto comisionado para
la Paz de Colombia, Sergio Jaramillo, y los negociadores Frank Pearl, el
general retirado del Ejército Jorge Enrique Mora y el industrial Luis Carlos
Villegas. La que se inicia mañana puede ser una de las últimas rondas de
negociación en las que participe Villegas pues el pasado viernes el presidente
Juan Manuel Santos le ofreció el cargo de embajador en Estados Unidos, en
reemplazo de Carlos Urrutia que renunció a finales de julio.
Ninguno de los delegados del Gobierno hizo declaraciones a la prensa hoy antes
de salir del país, pero en un foro de gobernadores celebrado el pasado jueves
en Medellín para hablar de los posibles escenarios de una Colombia en paz y en
una reunión de industriales expusieron su visión de las negociaciones. El
comisionado Jaramillo señaló que el proceso en La Habana no es para pensar qué
se va a hacer con las FARC, sino para cerrar un conflicto armado que dura más
de medio siglo y que ha causado miles de víctimas.
"Tenemos que imaginarnos una verdadera campaña de movilización ciudadana.
Así como hicimos una campaña para la guerra, tenemos ahora que hacer una
campaña para la paz", señaló. Agregó que si se logra el acuerdo con
las FARC, este permitirá romper el vínculo entre la política y las armas, lo
que significará "que nadie use las armas para hacer política, pero también
que nadie que esté en la política sea víctima de las armas".
Entre tanto, De la Calle, el jefe negociador, señaló en la asamblea anual de la
Asociación Nacional de Industriales (ANDI) que si se logra poner fin al
conflicto, la discusión política en el país no entrará en una situación de
sosiego. "La paz implicará que la mezcla de armas y urnas desaparece, pero
la política, en mi opinión, será más aguda, más controversial, más ideológica,
tenemos que estar preparados para eso", dijo.
De todos modos, añadió que para que las FARC puedan hacer política deben
entregar las armas y haber llegado al total de los acuerdos sobre los cinco
temas de la agenda pactada.
En ese mismo foro, el general retirado Mora, también del equipo negociador,
insistió en que "hay una posibilidad de llegar a un acuerdo para poner fin
al conflicto".
Entre tanto, Pearl señaló que toda la delegación que está representando al
Gobierno y a los colombianos en La Habana tiene claro su papel sobre lo que
implica negociar con las FARC. "No nos confundimos, nuestra tarea no es necesariamente firmar un acuerdo
de paz, nuestra tarea diaria es entender si la contraparte tiene la disposición
y la capacidad de llegar a un acuerdo bajo ciertos parámetros", dijo.
Añadió que si eso se logra estará "muy bien, pero si no lo podemos lograr
habremos cumplido nuestra tarea y los colombianos tendremos que seguir
enfrentando los retos". A pesar de la cautela con la que el equipo del Gobierno se refiere a las
negociaciones, el presidente Santos envió ayer a las FARC un mensaje de
compromiso con los diálogos, pero advirtió que no se bajará la guardia en la
lucha contra los grupos al margen de la ley.
"Toda guerra termina con unos acuerdos, en una conversación con el
enemigo; espero que podamos terminar esta guerra lo más pronto posible, pero
para terminarla es necesario continuar la ofensiva, no bajar la guardia, porque
es la forma de finiquitar pronto este conflicto", dijo Santos en el acto
de transmisión de mando de la nueva cúpula militar. A pesar de los ruidos en las negociaciones del Gobierno y la guerrilla, las
partes ya alcanzaron en mayo pasado un acuerdo en materia de tierras y desarrollo
rural, el primer punto de la agenda de los diálogos.