Columna. Orlando Nieves.
A pesar del supuesto mestizaje
que se le atribuía a la mujer, Juan Salerno sabía de buenas fuentes que había
remontado el Orinoco hasta llegar a Apure en una embarcación extraña de velas.
El Miedo era uno de los hatos más extensos y prósperos de todo Arauca
con¬tándose por millares sus cabezas de ganado, en sus sabanas retoza¬ban
rebaños incalculables de Chiguires y en el barro de las lagunas se apelmazaban
las plumas de garza.
Juan Salerno le manifestó a
Gallegos que estaba dispuesto a acompañarlo a visitar a la mujer si estaba
interesado en conocerla pero reconocía que era de las pocas cosas que le
inspiraban algún temor, ya que estaba en conocimiento de historias sobre la
doña que nadie más conocía. Gallegos aceptó inmediatamente la proposición y se
dispusieron a visitar el hato El Miedo justo en la época en que regre¬saba el
último descendiente de los Luzardo, llamado Santos, a re¬solver el problema de
los linderos.
Doña Bárbara se portó cortés y
hospitalaria con los visitantes y les manifestó que estaba al tanto de las
hazañas de Juan Salerno y (que era lectora fanática de los cuentos y novelas de
Rómulo Galle¬gos), un peón trasladó sus equipajes a una gran habitación,
mientras la doña hablaba con ellos. Posteriormente los invitó a pasar a un
sa¬lón enorme, cuyas paredes se encontraban cubiertas ele estantes de madera
repletos de libros en varios idiomas, donde les ofreció café y licores.
Gallegos se sorprendió por la
diversidad de los volúmenes y la anfitriona les comunicó que hablaba bastante
bien varios idio¬mas, además del latín, del sánscrito y del griego antiguo y de
segui¬das mantuvo con el escritor una pequeña conversación en francés; puso su
biblioteca a la orden de los visitantes y les presentó excusas por tener que
retirarse, alegando que la tenía sumamente, preocupada la llegada de su vecino
con quien mantenía un pleito ante los tribu¬nales de San Fernando y necesitaba
consultar con su socio. P
oco o casi, nuda se sabe de lo
ocurrido en el hato El Miedo du¬rante la noche que permanecieron allí Rómulo
Gallegos y Juan Saler-no: ambos se han negado a referir lo que presenciaron y
jamás han hablado de ello. Años después, publico la novela que lo hizo famoso:
Doña Bár¬bara, pero se sabe que lo contado por Gallegos no fue lo realmente
ocurrido allí. A raíz de la muerte del insigne escritor algunas páginas de su
dia¬rio han arrojado un poco más de luz sobre el hecho real: "Noche
te¬nebrosa de la cual no podré jamás hablar; noche de horror en El Miedo".
En otro apunte el escritor
señala: "Juan Salerno y yo contemplábamos mudos todo aquello, sabedores de
que tendríamos que guarda' el secreto hasta la muerte". Se dice que a
condición de su silencio fue magnánima la doña con sus huéspedes y, gracias a
unos collares de ajo que les proporcionó uno de los criados de la finca
pudieron salir con vida la última noche que se alborotaron los rebullones con
el olor a sangre humana.
Aún hay quienes recuerdan la
época en que era frecuente la aparición de reses desangradas por dos orificios
del pescuezo y la desaparición de gente: tales desangramientos se atribuyeron a
un murciélago extraño que hizo su aparición en la región del cajón; pero como
nunca se pudo atrapar o cazar alguno se comenzó hablar de un mal, ya que
aparecían desangrados rebaños enteros de ganado pertenecientes a hacendados en
conflicto con la Doña: así se diezmaros las reses altamireñas. Continuara…