Columna. Vito Vinceslao.
La inflación no cederá, habrá
más incertidumbre y aumentará la prima de riesgo que esperan los
inversionistas. Si eso se lo sumamos a la inflación inercial que el año próximo
será al menos similar a la de este, la tasa nominal de utilidad neta no puede
ser inferior al 80 por ciento. Al reexpresar activos el costo por devolución
borrará el eufemismo de la presunta ganancia.
Estas medidas tienen un costo
enorme para la atracción de inversiones, aumentará la fuga de capitales y se
incrementará más el tipo de cambio. También tendrán un efecto recesivo
inmediato con una contracción del empleo formal. La disminución de las utilidades afectará el
monto del ISLR y la caída en las ventas la cuantía del IVA.
Eso incrementará el déficit
fiscal y será necesario ampliar el endeudamiento público que por el elevado
riesgo país impondrá tasas de interés elevadas. El gobierno continuará
cubriendo en déficit descontando bonos en el Banco Central, que implican la
emisión inorgánica de dinero. Como el golpeado, perseguido y vituperado sector
productivo y comercial no va a incrementar la oferta de bienes y servicios, la
oferta monetaria sin respaldo aumentará la demanda agregada y en consecuencia
la inflación. Es un circulo vicioso que se debe parar y revertir con acertadas
políticas monetarias, fiscales y de estimulo a la oferta.
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