Opiniòn. Felix Velazquez.
Hemos venido señalando que en
los últimos 14 años han asesinado a más de 170 mil venezolanos y los chavistas
con su cara más lavada dicen que ese es un mal heredado de la cuarta república.
No está en discusión que muertos nos duelen más, si los del pasado o los del
presente, el debate es que están matando a los venezolanos a mansalva ante la
mirada cómplice del gobierno.
Podemos señalar con mucha
responsabilidad, ya que lo vivimos, que muchos de los barrios caraqueños se
llenaron de armas ilegales en el año 1992 antes del golpe de Estado que Hugo
Chávez le propino al Presidente de la época Carlos Andrés Pérez, gracias a los
colectivos armados que manejaban los revolucionarios de la época.
Ahora que los delincuentes
mandan en las calles del país y hay un estado de conmoción por todos los
asesinatos que ocurren a diario todo el mundo se quiere reunir para evaluar la
inseguridad desde Miraflores con Alcaldes y Gobernadores que están atacando la
inseguridad con las uñas y sin recursos.
Para acabar con la inseguridad
se le debe decretar la guerra al hampa del siglo XXI, no como Maduro que le
rogo a los delincuentes para que entreguen sus armas, creo que es un error
pensar que los malandros van a llegar de manera voluntaria a despojarse de un
armamento que le produce seguridad en el barrio y millones de bolívares en la
calle.
Es la hora de ver a los
organismos de seguridad del estado metido en los barrios garantizándole la vida
a los ciudadanos, rescatando armas ilegales y procediendo a su destrucción de
inmediato, encarcelando a todo individuo que tenga en su poder armas ilegales y
dejando claro que en los países serios no manda el hampa.
En este mismo sentido se debe
dejar claro que muchas de las armas ilegales llegan a los barrios por corrupción
de los mismos funcionarios policiales que creen que vender un arma y rebuscarse un ingreso extra los
ayudara como ciudadano. ¿Las balas que estos malandros usan para sus fechorías
de donde las sacan? Ahí está la clave de muchos asesinatos que suceden a
espalda de los venezolanos, por eso es vital comenzar con una contraloría
policial para ver la relación entre bandas armadas y policías corruptos.
Venezuela está cansada de
planes de seguridad de esquinas, de planes de desarme de papeles y discursos, de
Ministros de Interior y Justicia que sea más político que los mismos políticos.
Es la hora de amarrarnos los pantalones y de poner en cintura a todos estos
pranes que gobiernan y mandan al gobierno desde barrios y cárceles del país sin
verse por parte del estado una respuesta fuerte y contundente para que depongan
esa actitud miserable de quitarle la vida a niños, policías, estudiantes,
actriz, obreros, políticos y tantos inocentes que tiene sueños de vivir en
un país libre de delincuencia. Vamos a
trabajar duro para acabar con el hampa del siglo XXI.