Prensa. IARTES/ Teresa Quilez.
En los próximos días la memoria
y legado del artista Diego Barboza, oriundo de Maracaibo, edo. Zulia, será más
sentida, ya que, se acerca el mes de febrero y este creador, siempre recordado en el universo de la
plástica, nació el 4 de febrero de 1945
y falleció el 9 de abril de 2003.
Desde muy niño Barboza se
sintió seducido por actos particulares como las fiestas populares del almanaque
tradicional o religioso, siendo que inclusive se prestó para la organización de
algunas de ellas, como él mismo llegó a narrarlo en 1981: “las experiencias de
las fiestas de los pueblos, las retretas, los carnavales, los ambientes de
bambalinas de colores y piñatas donde se celebraran los cumpleaños, llenaron mi
imaginación de fantasía y sueños, sin separarme de la realidad, por el
contrario, uniéndome a ella, unión que expresé plásticamente a través de un
lenguaje”
A juicio de los críticos,
Barboza en su devenir como artista comenzó a trasmutar estos actos y a darles
una interpretación personal. Y en ese transcurrir del tiempo, destacaría de
manera particular las denominadas “acciones poéticas” por el mismo Barboza, las
cuales consistían en actos realizados al aire libre, actividades grupales que
contaban con la participación del público espectador.
Barboza cuando se refería a
estas acciones decía que resultaban experiencias en parte ficción, en parte
realidad pero que también se nutrían de racionalidad y magia.
Revisando textos sobre Barboza,
encontramos que este creador, inició estudios en la Escuela de Artes Plásticas
Julio Arraga de Maracaibo (1957-1960), donde fue alumno en las clases de
modelado, collage y dibujo de Angelina Curiel; así mismo en la Escuela de Artes Plásticas Neptalí
Rincón (1961-1963), donde se originó el grupo Vertical 9 (1962) del cual formó
parte junto a sus homólogos Edison Parra y Roberto Obregón. Inmerso en la
plástica viaja a Caracas aproximadamente a mediados de los sesenta, según la
crítica estando en la capital comenzó a experimentar con el arte de la
participación y con la desmaterialización del objeto artístico.
Los expertos sobre materia
plástica indican que Barboza fue un pintor figurativista que se caracterizaba
por la distorsión de las imágenes. Lo humano, lo cotidiano, son reflejados en su
obra, en la que predominan los desnudos femeninos y las flores con implícitas
significaciones evocativas.
El desarrollo y énfasis en los
medios mixtos tuvieron su simiente en un viaje que realizara a Londres, en
1968, para llevar a cabo estudios en el
London College of Printing. Al respecto,
en un trabajo de la ULA, se indica sobre
este viaje, entre otras cossa, que Barboza se relacionó “con la obra del
artista brasileño Hélio Oiticica, quien lo impulsa a experimentar totalmente
con la desmaterialización del objeto artístico y con la participación del
observador en la obra”.
Sus primeras acciones poéticas
las realizó estando en Londres, Reino Unido, tituladas 30 Muchachas con Redes
(1970), El ciempiés (1971) y People Tied Together (1972). En 1973 Barboza
regresó a Venezuela y realizó sus primeras acciones en el país, entre ellas
Cuidado King Kong y María Lionza (I Salón de Arte Centro Plaza, Caracas, 1973)
y La Caja del Cachicamo (Parque Miranda, Caracas, 1974).