Prensa. IARTES/
Teresa Quilez.
“El
colorado cardenal se rejuntó en El Dorado con un pececito azulado y le dio
siete fosforescentes Piezdenales que reparten mis buenos días sin rivales” así escribía Elio Nacarela, creador de raíces
italianas (Guardiagrele, Italia 28-10-1938/ Lara, Venezuela 1-3-2014), quien en
vida estuvo radicado en Barquisimeto, estado Lara, y formó parte del
conglomerado de artistas del programa bandera del despacho cultural Creadores
Visuales de Venezuela.
En
Barquisimeto lo conocían cariñosamente como Pajaronoico, por la gran pasión que
sentía hacia las aves, a las que siempre colocaba alimento en los árboles “no
toleraba verlas enjauladas” y eran motivo de inspiración para algunas de sus
obras plásticas así como para los poemas, habiendo incursionado también en esta
expresión artística hace como tres años, enviando cada mañana un poema distinto
a sus amigos, nos cuenta su viuda, Betty
Contreras, quien compartió 23 años con él, “de los cuales 12 fueron como
amigos”, apunta.
Pero
no sólo eran las aves, el reino animal en general lo sedujo y lo inspiró en su obra donde
convivían y se fusionaban animales reales y fantásticos. Su producción
artística, legado invaluable la compartió con su público, buscando siempre lo
más importante “provocar la sonrisa del espectador”, como él mismo lo declaró
en una oportunidad, al equipo de
Creadores Visuales de Venezuela.
Fueron
muchos los espacios donde el público disfrutó del universo de Nacarella,
recordamos, por ejemplo, la muestra
Fábula de un vuelo exhibida en el Museo Alejandro Otero que hizo delicias entre
los visitantes. Su
viuda cuenta que durante unos quince años aproximadamente tenían muchos
animales: “ovejas, gallinas, tortugas, conejos, monos, acures – curitos-, patos
y pavos, al final los dimos en adopción
porque el gasto para alimentarlos era grande y nos quedamos con tortugas,
perros y gatos.” Agrega que este creador siempre veía por TV un canal de cable
dedicado exclusivamente a los animales.
Se
fijó el arte como proyecto de vida, encontrando resistencia entre la familia,
siendo que uno de sus hermanos que era barbero le inquiría que el arte no
generaba dinero para el sustento. Sin embargo, Domenico, el mayor de sus
hermanos varones, lo apoyó siempre, él conocía los secretos del hierro forjado
y le impartió estos secretos a su hermano Elio. “ Y mientras nos relata esto,
la viuda de Elio Nacarella nos dice:
"El hacia lo que quería, siempre soñó con tener un espacio para pintar,
para dedicarse al arte”.
La
infancia de este creador transcurrió en su tierra natal, Italia, y antes de
venir a Venezuela, aproximadamente cuando tenía entre 12 y 13 años de edad su
inquietud hacia el arte se traducía a través de la elaborada hechura de
pesebres en diversas casas donde imprimía un colorido particular.
“Era
muy organizado, en todo, clasificaba cada cosa”. Argumenta y
explica entre las anécdotas que en los últimos años de su vida lo ayudó
mucho “el plagiario”, "así le decimos a un muchacho de nombre Jesús Perozo
de Río Claro", quien aprendió a
pintar con Nacarella. “Antes cuidaba los animales y en las horas de descansó
observaba el trabajo de Elio. Un día una vecina dijo que alguien estaba
plagiando a Elio y descubrió al muchacho, a Elio le dio mucha risa y dijo ‘qué
bueno que aprendió de mi’”.
.
Elio
Nacarella decía en la entrevista que le realizara el equipo de Creadores
Visuales de Venezuela,del IARTES: “...cada trabajo que hago es un estudio, una
investigación, una creación. Yo recojo cosas y las transformo en otras cosas,
como recrear el desecho, hago una alquimia.
Por el otro lado, por la parte técnica es dibujo, pintura, escultura,
son todo tipo de materiales ensamblados y después policromados, uno cuando
trabaja es un poeta, es un creador, es una obsesión que tengo por ver las cosas
bonitas. El arte para mi es una diversión, son sueños yo sueño despierto, yo lo
que hago es soñar y realizar mis sueños”.
Elio Nacarella
http://www.youtube.com/watch?v=RVTT02zvY0o