Columna. Marlani
Sánchez. @marlanisanchez.
No
es lo mismo una torta en una caja de pizza que una pizza en una caja de torta.
No es lo mismo. Pero de la anécdota de la pizza en la caja de torta voy a conversarles
después. En la próxima edición. En el próximo encuentro. Hoy quiero compartir
con ustedes mi gran emoción por saber que son más de cinco mis lectores. Ya no
son solo mi mamá, mi entrenador, dos mortales hembras, el editor y la
licenciada Jessica Pereira (sí ahí van seis, es cierto se me olvidó decirles
que mi mamá ha comenzado a leerme, yo no, yo no hago eso).
La
vez anterior escribí de las canas, de las mías, se me antojó decir que “canas
con abdominales marcados pegan”, antes, advertí de mi patológico egocentrismo,
pero algunos de mis -ahora más de seis- lectores no les prestaron atención, y
fue así como recibí un whatsapp en el que me formaban tremendo peo, palabras
más, palabras menos: "Pues déjeme decirle que con los años que tengo y así
gorda y todo, con estas canas, bastante que levanto, y no necesito tener 'un
cuerpo fitness' para ello". Ok Ok. Reclamo aceptado, repito que yo hablaba
de mis canas, y de mi anatomía, de ninguna otra.
Y...supremamente
agradecida por lo del "cuerpo fitness".
Entonces,
por si fuera poco, me ha pasado una vaina...
Desde
chiquita me pasan unas cosas maravillosamente increíbles, quienes me conocen
saben que siempre expreso que las cosas que me suceden me las escoge la
Providencia con pinza, lo cual siempre termino agradeciéndole.
Encontrábame
en las primeras horas matutinas haciendo mis ejercicios ¿No les he dicho que
hago ejercicios? Bueno, terminé mi rutina, de piernas, recuerdo, porque eso sí
te tengo yo; lo que empiezo lo termino, lo único en el mundo que puedo dejar a
medias, es la luz...a media luz...pero ese no es el punto, después, quizás en
la próxima conversamos de eso, de eso y de la pizza y la caja de torta.
...Terminando
ya mi ración de ejercicios noto con preocupación que algo no anda bien, la sensación
de falta de aire no era normal, pues nada, tenía que llamar a mi gran amiga y
más, la doctora. Fui clara, como suelo ser: "¿Dónde estás? ¡Que me está
dando una vaina!". (En realidad le dije "una verga"). Sí, mi
gran amiga y más, la doctora, la misma del peo del whatsapp...
Como
siempre, me atendió. Había un gentío, yo con la franela exprimible (no voy al
gimnasio a perder el tiempo) supongo que mi cara era un poema, todo el mundo me
miraba (en realidad suele pasarme, con o sin franela exprimible), de repente:
Enfermera, médico muy joven, quizás con el título aún caliente, una camilla, la
voz de mi amiga y más ordenando: Tómele la tensión, y póngale un
"ringer". (La tensión perfecta, siempre ha sido así, gracias a los
ejercicios, la alimentación y el descanso, acabo de darles un secreto, y
gratis), el tal "ringer" se los resumo en: Electrolitos en vena. Pues
el cuadro era este: Yo, enyeyada bellamente, pasándome una solución, en una
camilla, yo, la más deportista. Yo, la misma que levanta doscientos (200) kilos
en prensa inclinada...de pronto aparece otra doctora, otra reconocida doctora,
que primero preguntó: ¿Cómo está? ¿Cómo se siente?, al verme me dijo con voz
así como entre asombro, contentura, e ironía: -"Caramba, caramba, pero que
pequeño es el mundo...". La cosa no me pintaba bien, y yo apenas me
recuperaba de mi yeyo. -Leí algo que escribiste...de las canas...¿fuiste tú
verdad? Antes de contestar le miré el cabello, corto, como el de mi amiga y
más, y lleno de canas, como el de mi amiga y más...-Sí, fui yo. Dije tragando.
Su mirada también se dirigió a las mías, mis canas. Saltó mi amiga y más, que
jamás dejaría pasar una oportunidad como esa: -Sí, ella fue, la que escribió
que las canas solo les luce a las flacas, la que escribió que las canas, a
nosotras las gorditas, nada que ver. Ella fue.
En
tal estado de vulnerabilidad, nada, estaba en sus cuatro manos. Aclaré apenas
pudiendo hablar: -En ningún momento he escrito eso doctora, lamento que se haya
sentido aludida. Y noté que inmediatamente su colega reviró. Estoy perdida
–pensé- esto es una cayapa, y aún le falta más de la mitad a la solución, no
tengo escapatoria.
-Pues
yo quiero decirte algo. Dijo la reconocida médico, la otra.
Aquí
fue, pensé. Pero yo tenía un plan: Cualquier cosa -como en las películas-
gritaría: ¡Enfermeraaaaa!
-Mira,
quiero felicitarte por eso que escribiste de las canas, a mí me pasa lo mismo.
¿Cómo se pueden decir tantas cosas bonitas de algo tan cotidiano? Yo me siento
muy orgullosa de las mías, y tampoco voy a pintármelas.
-No
colega Carelys, el artículo estaba dedicado a las canas, a las canas en las
mujeres.
-Pues
no, ella escribió que solo le quedaban a quienes tuvieran los abdominales
marcados, y aquí está bien esperolada con sus abdominales muy marcados y toda
enyeyada, ¿Y quiénes la están atendiendo? ¡Un par de gordas con canas que no
tienen yeyo alguno!
-¿Y
es que ese yeyo te dio por exceso de ejercicios?
(Se
trataba de un diálogo entre ellas en el cuál solo me preguntaban simbólicamente
pues no me daban chance de responder, y la solución electrolítica, nada que se
apuraba).
-Ay
chica pero vienes tú a hacernos dar pena tan temprano...bueno yo una vez hice
Orbitrek...ah ¿por eso estas tan flaca entonces? ¿Cenaste? ¿Qué cenaste?
-Sí,
dos huevitos a la plancha. Medio respondí.
Se
miraron con ojos inmensos e incrédulos, como quien ha escuchado algo
descabellado.
-Por
favooor fifí, dijo con mandibuleo una de las dos.
Ellas
siguieron, una decía que fui discriminatoria, la otra que "no vale, yo no
lo veo así".
El
caso es que ahora tengo siete lectores. (Sí, mi amiga y más, es una de las dos
mortales hembras que mencioné al principio).
Cuando
pude recuperarme, luego de aguantar, hasta que se me hizo imposible, las ganas
de reír, luego de que las tres nos tomáramos un café, ellas de pie, yo aún en
la camilla. Les dije, con absoluta sinceridad: -Sí, realmente el mundo es muy
pequeño, cuando escribí de las canas deseé públicamente pertenecer al 0,003% de
las mujeres a las que les luce un cabello preñado de hilos blancos, y hoy, la
vida me pone en frente a dos mujeres que sin dudas pertenecen a tan remotas
estadísticas, ambas gozan -como yo- de melenas hermosas, pero además con unas
muy bien llevadas canas.
Se
miraron otra vez. Otro silencio. Y medias sonrisas. -¿Viste?, dijo una. -Tú no
la conoces, ¡esa lo que está es remendando el capote! Dijo la otra.
Ya
recuperada, creo que más por tan agradable conversación, que por los
electrolitos en vena, les dije que eso tenía que escribirlo. Y salí de ahí,
como nueva, y más clara que nunca con respecto a qué hacer con mis canas. Así
es mis estimadas doctoras, no sólo a George Clooney, les luce, a nosotras
también.
Saludos
doctora Urbano, saludos doctora Franquiz...