Columna. Marlani
Sánchez. @marlanisanchez.
Me
ha pedido que le entrene. Vaya, cuánta fe me tiene. Fe no lleva tilde. Va a
competir. Ella quiere llegar de pie y en una pieza a la meta. Yo quiero que
gane. Puede hacerlo. Creo que tiene
ventaja con respecto a sus contendientes. Me ha puesto a evocar aquellos
tiempos en los que me la pasaba con los bolsillos llenos de tartán. Qué suerte
la mía. Hoy nuevamente tengo algunos pedacitos de tartán en estos. Después les
hablo de mi tío Freddy; un tío materno, un loco que me presentó el tartán y el
ajedrez. Hemos empezado a entrenar. Pues, como no soy ninguna gloria deportiva,
quizás ya jubilada, no doy órdenes desde un banquito en una esquina de la pista
con un sobrepeso notorio y un sinfín de preseas brillantes en alguna pared.
No.
Mis órdenes entonces no son acatadas, aunque conozco lo divino del podio apenas
cargo con par de plateadas y un tercer lugar, actualmente estoy entrenando para
la de oro y/o primer lugar. Entonces, como considero debe ser, aún con la pared
full de medallas, aún gloria deportiva jubilada y con sobrepeso, predico con el
ejemplo. Yo no le he ordenado nada. No
hay nada escrito en papelitos. No. Yo le pido que me siga el paso. La azuzo a
pegárseme, a seguirme el paso, a no dejarme ir, a que entienda que si deja que
me le escape, como pudiera pasarle en cualquier tramo de esos 10 kilómetros,
pudiera ser la diferencia entre la dorada y la plateada, eso es lo que espero,
que en ese preciso tramo, no le deje ir, que oiga sus pasos y su acelerada
respiración, con suerte más agitada que la de ella, con suerte más
desbarajustada que la de ella, con suerte usando más la boca que ella.
Creo
que puede hacerlo. Creo que tiene ventaja con respecto a sus contendientes. Me
veo incluso hundiendo el botón de la foto a centímetros del podio. Me duelen
las piernas. Es el divino ácido láctico. Es el masoquismo del deporte. Tiene
que doler. Tiene que doler. Aún debe aprender a hacerse el doble nudo en los
cordones, las trenzas, pierde valiosos segundos amarrándoselos y sabe que
segundos serán la diferencia de la altura de los peldaños del podio. A veces
pienso que lo hace para no decirme que desea tomar un aire, pero en realidad no
lo necesita. Está bien. Solo tiene que dominar ese poquito de mente que le
falta. Esto, lo sabe bien, más que cuerpo, es mente... Soy estudiante pero me
saludan de "profesora", con suerte "profe", he estado
analizando, ¿Cuál año de nacimiento? Actitud, actitud. Sean serios.
La
Real Academia voló la Ch y la Ll. Sí, redundaban. Y ahora es "uve",
"doble uve" y "ye". En agosto será el gran eclipse solar.
Dizque por tres días. Ay chamo, eso sí asusta. Comí Nucita. Dos potes. Ya no
viene en jarras de vidrio, ya saben, la situación. Sin remordimiento pero
contando las calorías. Vi "Birdman", loquísima. Sigo poniéndome los
audífonos y subiendo el volumen cada vez que vuelven con el tema de
conversación de que se metieron no sé dónde y amarraron a no sé quién. Basta.
He
tenido una experiencia primera; jamás había entrenado en un gimnasio sin
espejos. Ah, cuanta falta me hacen los espejos cuando hago ejercicios; y es que
una de las no menos de ¿50? razones por las que hago ejercicios es porque me
gusta como me veo cuando los hago, cuando los hago; durante. Ahora, que el gran
Luis Piñate me haya dicho (sin yo pedírselo): "Te veo bien, te veo bien
definida", oye...para todo lo demás existe Master Card. Tengo testigos.
Lo
del espejo, además, no se lo digan a nadie, pero una, digo, las que realmente nos
reventamos en el entrenamiento, tenemos que estar pendientes de que los pezones
estén donde tienen que estar...