Si hasta hoy
sólo tomaste gaseosa, fernet o simplemente agua, en esta nota te damos las
claves para iniciarte en el vino
Prensa. Vía
vinomanos.com.
La
primera vez es una ocasión importante en la vida. Sea que hablemos de sexo,
experiencias gastronómicas o experiencias a secas, toda vez que se prueba algo
desconocido el nervio de la vida se tensa y permite que el placer por lo nuevo
se columpie al ritmo de una ansiedad apaciguada. Y el vino no es ninguna
excepción al respecto.
Pasa
cada vez que se descubre algo que no se conocía: el día en que se entendió qué
textura produce el tanino; ese otro en que se descubrió la textura tersa de un
buen Pinot Noir; o aquel raro y exquisito en el que un vino añejo trajo seda al
paladar. Momentos memorables, todos llegan sí y sólo sí, las primeras
experiencias con el vino alcanzan a sembrar en la curiosidad el bicho de la
pasión por conocer.
Para
que eso suceda hay que tener buenos maestros. Y un buen maestro es aquel que
interpreta primero la realidad del aprendiz y le propone un camino
introductorio a la medida de sus posibilidades. Ya habrá tiempo para completar
la experiencia, con segundos o terceros intentos. Hasta quedar metido de lleno
en el vino. Así es que, a continuación, listamos algunos caminos posibles para
elegir una primera copa desde el gusto de cada posible consumidor para llegar a
conocer al vino. Son:
El
primer pasó para un no bebedor. El paso más difícil para alguien que hasta
ahora no probó bebidas alcohólicas es superar el primer impacto del alcohol en
la boca. Para eso, no hay nada mejor que elegir vinos muy suaves y delicados,
además de refrescantes, porque así se aprende, de paso, que el placer de la
bebida está en sabor y no el alcohol. Por ejemplo: un buen Chardonnay con
madera, que de paso será la puerta de ingreso a un sabor nuevo, el del roble.
Excelentes ejemplos para esto resulta, Saurus Patagonia ($133) y Salentein
Reserve ($145), con madera creciente y buena frescura.
El
primer paso para un bebedor de fernet. En general, ningún tomador de la más
negra de las pasiones siente rechazo por la bebida. Pero el vino ofrece un
perfil gustativo muy distinto. Mientras que con el fernet la bebida cola hace
el balance universal, aportando dulzura, el vino es seco y propone además
taninos y textura. En ese caso, lo mejor es elegir vinos modernos de dulzura
moderada y así no pegar un salto. Ejemplos perfectos resultan Dada 1 ($65), de
bodega Finca Las Moras, también Imago Red Blend ($65), de Trapiche.
El
primer paso para un amante de las gaseosas. Puede o no haber bebido alcohol.
Pero el problema para apreciar la complejidad del vino cuando se viene de las
gaseosas es asimilar que la mayoría no es dulce. Pero cuidado: hay algunas
botellas perfectas para eso que, con un paladar edulcorado y perfil claramente
vínico, aportan lo suyo. Por ejemplo Cosecha Tardía Tinto ($55) y en menor
medida Esperado de Callia ($59).
El
primer paso para una amante de la coctelería. Con ellos el problema nunca es de
alcohol, sino de intensidad: un negroni, por ejemplo, condensa tantas emociones
gustativas juntas que, en comparación, el vino puede ser un vaso de leche. Pero
para eso hay que buscar tintos intensos y complejos, como Domingo Molina
Cabernet Sauvignon ($270) y Pulenta Estate III Cabernet Sauvignon ($250), que
consiguen la elegancia y la contundencia etílica de un trago clásico y abren el
camino sobre el gusto del vino.
El
primer paso para un bebedor de agua. Por raro que parezca, aún hay gente que
prefiere el agua a cualquier bebida. A estos sanos bebedores el vino les
propone una dificultad especial, porque tienen sabores y texturas que asimilar,
además del kick etílico. Pero hay en la góndola Semillón y Sauvignon Blanc
tenues que cumplen a la perfección el cometido de aportar lo mínimo para
enamorar. Buenos ejemplos son Intimo Sauvignon-Semillón ($104) y Casa Boher
Sauvignon blanc ($150).
El
primer paso para un bebedor de te o mate. El vino comparte con el té una
característica fundacional: la astringencia que provocan los taninos. En otras
palabras, la sequedad sutil que causa en encías y lengua al beberlo. Y en eso,
los tintos jóvenes son perfectos provocadores de textura levemente secante. Al
mismo tiempo, aportarán otros sabores, como las frutas y las especias. Ideales
para esto son el flamante Euforia de Goyenechea ($70) o Viento Sur Malbec
($60), cuya textura de tiza es ideal para pescar ese concepto.
De
yappa: ¿Malbec o Cabernet para empezar? En términos generales el Malbec es más
amable que el Cabernet, pero el cabernet ofrece un perfil más rico de vino. El
problema es que hay menos buenos de los segundos que de los primeros. Por eso,
para todo primerizo, es mejor lagar por Malbec. También por Syrah, cuya boca
austera es curiosa, pero su rareza gustativa no es fácil de asimilar. En todo
caso, el segundo paso, siempre debe ser un buen Cabernet Sauvignon.
Esta
nota fue publicada en La Mañana de Neuquén el domingo 30 de agosto de 2015.