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miércoles, 9 de septiembre de 2015

REPORTAJE: En Venezuela inician la actividad sexual sin protección desde niñas.

Darda Ramírez, médico especialista es adolescentes, convoca a los padres a establecer disciplina, límites y a controlar internet. “Es una herramienta muy buena pero muy peligrosa sin la supervisión de adultos responsables”
Prensa. Contrapunto.com. MARÍA YOLANDA GARCÍA
Son las 10:00 am y la sala está repleta de jóvenes que esperan ser atendidas. Tienen entre 11 y 18 años. Algunas aguardan solas, otras están acompañadas por sus madres, abuelas y bisabuelas, cuyas edades oscilan entre los 30 y 50 años. Una enfermera se acerca a una de las niñas, *Mariana, de 13 años, y toma uno de sus brazos, lo extiende, le coloca una goma que aprieta hasta que ve una vena que se hincha y, sin más, la inyecta colocándole con experticia una vía, ante el asombro de la joven que se voltea y mira con temor a su mamá.
—¿Por qué la inyecta doctora, qué le pasa? —pregunta la madre a la pediatra que se acerca a inspeccionar la labor de la enfermera.

—Hay que hacerle un curetaje. El feto no tiene latidos cardíacos. El bebé está muerto en el vientre de Mariana –sentencia.

Darda Ramírez, hebiatra-médico (especialista que trata los padecimientos de la población comprendida entre 10 y 19 años) y miembro de la Sociedad Venezolana de Pediatría y Puericultura, examina a niñas y adolescentes que acuden a su consulta por diversas razones, entre ellas el control prenatal y la afección de enfermedades de transmisión sexual.

Desde 2014, Ramírez es la responsable de la Unidad de Atención Amigable del Adolescente que funciona en el Hospital Materno Infantil de Petare Yoel Valencia Parpacel. La entidad nació como respuesta a la necesidad de atender a más de 40 jóvenes adolescentes embarazadas que, a diario, acuden al materno infantil; situación que se convirtió en una de las principales preocupaciones de Marisol Álvarez, especialista en gerencia hospitalaria y directora de ese centro asistencial.

Ávida de soluciones para el fenómeno del embarazo en niñas y adolescentes, Álvarez convocó a Darda Ramírez, una de las pocas expertas en adolescentes en el país. Ambas unieron esfuerzos y con el apoyo del Fondo de Población de Naciones Unidas (Unpfa) abrieron la unidad.

Durante el primer semestre de 2015, en el área de Atención Amigable del Adolescente, se atendió a 4.456 jóvenes en edades comprendidas entre 13 y 19 años, de las cuales 1.336 (equivalente a 30%) llegaron embarazadas. Aunque por los momentos la unidad cuenta con una hebiatra, una trabajadora social y una enfermera para la atención de las adolescentes, se prevé incrementar el equipo con la participación de un psicólogo, un representante del Consejo de Protección de Niños, Niñas y Adolescentes y otros especialistas en las áreas de la educación sexual.

El fenómeno del embarazo adolescente tiene raíces sociales, económicas y emocionales. No obstante, Darda Ramírez estima que el área emocional hay que reforzarla y trabajar, permanentemente, dos factores determinantes: la formación en el hogar y la educación sexual en escuelas y liceos.

El riesgo de los niños a control remoto
Para Ramírez, padres, representantes y responsables de niños y adolescentes deben mantener una real comunicación en torno a la sexualidad y los métodos anticonceptivos, así como establecer límites y disciplina.

“En primera instancia, esta debería ser una consulta preventiva en la que se hace una evaluación integral del adolescente, tanto desde el punto de vista médico como educativo, social y obviamente emocional. Pero desafortunadamente para nosotros, la parte más importante, especialmente en el caso de niñas y adolescentes, es el inicio de la actividad sexual sin ningún tipo de protección a temprana edad, entre 14 y 19 años e incluso antes”.

Ramírez asegura que, cada vez con más frecuencia, se ven casos en la actividad sexual inicia entre los 11 y 12 años.

“Hace aproximadamente un mes, tuvimos que practicar a una niña de 12 años un legrado uterino (raspar la mucosa del útero para extraer residuos) porque había tenido un aborto espontáneo y aún tenía restos de placenta. Eso asombra hasta el más experto. Tengo más de 20 años de ejercicio y estas cosas me siguen doliendo porque una niña de esa edad no tendría que estar embarazada”.

—¿Cuáles son las causas del embarazo adolescente? ¿A qué atribuye que este tipo de situaciones sucedan?

—Hay mucha disfuncionalidad familiar, indisciplina, muy bajo rendimiento escolar. Desde el punto de vista emocional, una de las cosas más importantes es el caso de los “niños con piloto automático”. Ambos padres trabajan y los muchachos son monitoreados por un celular, dada la dinámica socioeconómica de las familias. Los niños quedan en el hogar sin sus padres, o por lo menos, sin un adulto referente, ya sea un familiar o una persona que esté con ellos para supervisar que realicen sus tareas, que acudan a la escuela.

Al estar solos, se sienten libres y se jubilan, se van a casa de amigos donde muchas veces tienen acceso a cigarros, licor y todo eso se presta para el inicio de la actividad sexual. Por ejemplo, esa a la que hubo que hacerle un legrado cuenta con el tamaño y el porte de una adulta, pero tiene solo 12 años y psicoemocionalmente tiene esa edad. A los 11 se emancipó, se fue de su casa con una pareja de 16 y sus padres no hicieron absolutamente nada.

Establecer límites
A este grupo de situaciones que inciden en el inicio temprano de la sexualidad, Ramírez agrega otro ingrediente: internet.

“Estos jóvenes tienen internet a sus anchas, lo que es muy delicado. Hay páginas que incitan a los adolescentes a consumir drogas, a convertirse en anoréxicos, en bulímicos, les enseñan cómo suicidarse y, por supuesto, dónde tienen acceso a contenidos de tipo sexual. El que trabaja con adolescentes sabe que internet es un mundo aparte, en el cual hay que estar involucrado para saber sus riesgos. Es muy útil, pero también muy peligroso si no está supervisado por padres o adultos responsables”.

De a ratos, Ramírez debe interrumpir la entrevista para girar instrucciones acerca del curetaje que se le praticará a *Mariana. Aunque lo disimula, se nota que, a pesar de los 20 años de experiencia, este tipo de situaciones la conmueven.

Preocupada por las consecuencias de la práctica temprana de la sexualidad sin protección, Ramírez exhorta a los padres y familiares cercanos de niños y adolescentes a “establecer límites”.

"Hay padres, de todos los estratos sociales, que creen que cumplen con su deber haciéndose 'amigo de sus hijos' y se relacionan con ellos como tales. Más que amigos, somos padres. Los amigos no establecen barreras, al contrario, un amigo es permisivo, en cambio un padre debe imponer límites y disciplina, y eso hace mucha falta en los hogares de hoy”.

Pero no siempre los padres y representantes de los jóvenes tienen las herramientas para establecer la comunicación efectiva que demanda Darda Ramírez. Las niñas y adolescentes embarazadas provienen, en su mayoría, de hogares de bajos recursos económicos y de madres con bajos niveles educativos.

Según la investigación Diagnóstico de los Factores Generadores del Embarazo a temprana Edad y Adolescentes (noviembre de 2014), en el estado Miranda 43,2% de los padres o responsables de crianza son obreros especializados o que integran la lista de trabajadores informales, con educación primaria culminada; mientras que 24% de la población trabaja como obrero no especializado, sin haber terminado la primaria.

En el caso de las madres, detalla el estudio, 39,1% cuenta con una enseñanza primaria o alfabeta, 18,3% hizo una carrera técnica o secundaria y solo 6,9% hizo una carrera universitaria o su equivalente. El restante 7% de las mujeres entrevistadas se identificó como analfabeta, lo que, aunque es un grupo porcentualmente minoritario, incide en una población que alcanza las 97.932 personas.

Una sociedad matriarcal
El día a día de Ramírez con jóvenes embarazadas confirma esta situación."Aquí vienen, en su mayoría, muchachas provenientes de hogares con bajos recursos económicos y educativos, en los cuales las madres manejan poca información, no poseen las herramientas para hablarles a sus hijas e hijos de métodos anticonceptivos y consecuencias de un embarazo temprano, aunque ellas mismas hayan sido madres adolescentes. La mayoría de las jóvenes embarazadas son, a su vez, hijas de madres que tuvieron a sus bebés en edades comprendidas entre los 15 y 18 años. Estas muchachas no viven en un hogar sólido y un hogar es como un taburete: debe tener dos patas el papá y dos patas la mamá, pero nuestra sociedad venezolana, lamentablemente, es una sociedad matriarcal, en la que el peso de la crianza y formación del niño y posterior adolescente, pesa sobre las madres y abuelas", expresa la doctora.

"Tenemos muchos casos de madres que crían a sus hijos solas, niños que, en el mejor de los casos, están bajo la supervisión de una abuela que ya crió, que seguramente no tiene las competencias para este nuevo reto porque ya está cansada, y que no tiene la misma energía ni formación para educar a un niño que, seguramente, se constituirá en un adolescente rebelde, que rechaza las normas, que no terminará los estudios y que es un caldo de cultivo para un embarazo a temprana edad".

Las estadísticas dan fe de esta realidad. Según cifras del Instituto Nacional de Estadística (INE), 7.599 de los nacimientos registrados en 2011 fueron de jóvenes menores de 15 años y 133.900 fueron de madres que no alcanzaban la edad de 21; esto, sin duda, habla de un incremento de los nacimientos de madres menores adolescentes. De hecho, las cifras del INE indican que 23% de los nacimientos registrados fueron de madres menores a los 20 años.

La educación no es una alternativa
Ramírez termina de firmar papeles para tramitar la hospitalización de Mariana y se le acerca. La muchacha se truena los dedos, está sudando. “¿Hay que hacerle eso, doctora?”, pregunta la mamá de la joven. La doctora le explica que, de no practicar el curetaje, la vida de la muchacha correría riesgo porque el óbito fetal muerto podría generar una infección.

La hebiatra ve con preocupación que estas jóvenes abandonan los estudios, no solo a consecuencia de un embarazo no planificado, sino porque no ven la educación como un medio para salir de sus entornos o mejorar sus vidas.

"Se quedan en quinto o sexto grado. Para estas jóvenes madres, la educación no es una alternativa, sienten que la escolaridad no las impactará positivamente, no cambiará sus vidas, pero creen que un bebé sí. Cuando las entrevisto para hacer la historia, muchas de ellas sienten que el bebé es algo que les pertenece, que las hará importantes, que las hará mejores personas. En muchos casos, me hablan del bebé como una vía para salir de hogares disfuncionales. Muchas me dicen: 'Ahora tengo algo que es mío, por lo que voy a luchar'. Y lo hacen, pero ejerciendo oficios que impliquen poco tiempo y estudio".

Ramírez cuenta que "muchas trabajan como peluqueras, obreras, haciendo labores de mantenimiento. La educación queda relegada. Los varones terminan haciendo labores de limpieza, obreros, moto taxistas. Ambos terminan incrementando las nóminas de mano de obra barata. Esto es lamentable, investigaciones internacionales han establecido que mientras más educación tiene la madre, más felices y sanos son los hijos", asevera.

Y tiene razón. Según el Diagnóstico de los Factores Generadores del Embarazo a temprana Edad y Adolescentes, 42,9% de las adolescentes venezolanas (32,3% en Miranda y 49,7% en Zulia) expresó la voluntad de querer salir embarazadas. El estudio señala que esto implica un sentimiento de logro e ideales, en los cuales el rol materno posee un gran significado para estas jóvenes, mucho más que otras necesidades o aspiraciones personales. “Sobre esta situación llama la atención el alto porcentaje de población que de manera consciente afirma haber querido quedar embarazada, lo cual implica una tendencia a consolidar el embarazo como estrategia”, indica la investigación.

"¿Estás seguro de que ese hijo es tuyo?"

¿Los padres responden ante el embarazo?

—Las políticas públicas siempre van enfocadas hacia la mujer, pero esto es un problema que hay que abordarlo en pareja. El varón, que la mayoría de las veces también es adolescente, está asustado y generalmente tiene menos herramientas para enfrentar esta situación. Está guiado por criterios machistas sobre los cuales seguramente se basó su educación en el hogar; no apoya a su pareja. Es común la pregunta clásica ‘¿Tú estás seguro de que ese hijo es tuyo?’. Sin embargo, en algunos casos, los padres y abuelos asumen la responsabilidad del muchacho e, incluso, lo instan a que continúe sus estudios, pero en realidad son ellos, padres y abuelos, quienes se ocupan del recién nacido.
—¿Qué riesgos físicos implica un embarazo adolescente?

—Tenemos que partir de que su cuerpo no está totalmente desarrollado, todavía es una persona que está en crecimiento. El embarazo es una condición normal, pero en un cuerpo en crecimiento sí hay riesgos. Puede haber preeclampsia, problemas de nutrición porque las demandas alimenticias del bebé en su vientre son diferentes, se pueden deprimir, padecer infecciones. Hemos visto niñas embarazadas con lechina o rubiola porque aún están en edad de que les den enfermedades eruptivas. Pueden tener un aborto espontáneo y sus consecuencias, una complicación como la que está sufriendo ahora la niña de 14 años a la que hay que hacerle un curetaje. La segunda que ocurre en menos de dos semanas. Esto no debería pasar.

Una enfermera llega con una camilla a buscar a *Mariana a quien conducen al pabellón donde se practicará la intervención quirúrgica. Ramírez las acompaña. Se termina la entrevista pero no podemos irnos sin saber qué ocurrió con la niña y el curetaje.

Continúa el recorrido por el Materno Infantil de Petare, ya es la 1:00 pm y la sala de espera se ha vuelto a llenar. Contamos 23 jovencitas embarazadas. Se les pregunta la edad: 14, 15, 14, 16, 18… Algunas acurrucan a un bebé y tienen una barriga de seis meses de embarazo.

Llega Darda Ramírez.

—¿Aún aquí? —pregunta al equipo periodístico.

—¿Qué pasó con *Mariana? —preguntamos.

Una microexpresión en la boca de la médico, en su mirada, denota tristeza. Responde, pero casi para sí misma.

—Salió bien, pero llora desconsolada por el bebé que perdió. Y tiene solo 14 años. ¡Qué fuerte!

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