En enero de
2013, la clínica de la Universidad Pontificia Bolivariana de Medellín,
Colombia, recibió a un paciente con un caso extraordinario y a la vez
intrigante. El hombre de 41 años llevaba varios meses con fatiga, fiebre, tos y
pérdida de peso. Hacía siete años le habían diagnosticado VIH pero no estaba
recibiendo tratamiento.
Prensa. BBC
Mundo.
Un
examen de heces reveló que tenía el parásito estomacal Hymenolepis nana (H.
nana), que se estima afecta a 75 millones de personas en un momento dado. También
mostró lo que parecían ser tumores normales, algunos de 4cm de longitud, en
pulmones, hígado y el resto del cuerpo. Pero lo que desconcertó a los expertos
colombianos es que, al analizarlos, descubrieron que las células cancerígenas
no eran humanas; eran un décimo del tamaño de una célula humana.
Este
ha sido el caso más inusual, me causó muchas noches de insomnio. Debía ser
obvio: cáncer o infección, pero lo que es inusual es no poder identificar cuál
de los dos era Atis Muehlenbacs, CDC. Aquí es donde el Centro de Control de
Enfermedades de Estados Unidos (CDC por sus siglas en inglés) entró en escena.
"Realmente
no tenía mucho sentido", le dice a la BBC el doctor Atis Muehlenbacs de la
unidad especial del CDC que investiga los misterios de las enfermedades
inexplicables. Muehlenbacs no sabía qué pensar de las muestras que recibió. El
patrón de crecimiento de las células era como el cáncer, pero también se
fusionaban, algo raro en células humanas.
El
experto cuenta que discutió varias teorías, como la de un posible encogimiento
de las células cancerígenas o incluso un nuevo tipo de infección.
"Este
ha sido el caso más inusual, me causó muchas noches de insomnio", agrega
Muehlenbacs. "Debía ser obvio: cáncer o infección, pero lo que es inusual
es no poder identificar durante meses cuál de los dos era". Eventualmente,
un análisis molecular identificó niveles altos de ADN de solitaria en los
tumores.
La
primera reacción de los especialistas fue de incredulidad.
Para
el momento que descubrieron que se trataba de células cancerígenas de un
parásito estomacal, el paciente estaba muy enfermo como para ser tratado y
murió 72 horas después.
Este
es el primer caso que se conoce de trasmisión de células cancerígenas de un
parásito a humano. En Londres, el doctor Peter Olson, especialista en H. nana
del Museo de Historia Natural, ayudó a develar el misterio, cuyos resultados
fueron publicados esta semana en el New England Journal of Medicine.
"Hay
algo muy especial sobre estas especies", le dijo Olson a la BBC. "Es
capaz de realizar todo su ciclo de vida en un huésped y esto lo hace
absolutamente único". Cerca del 90% del cuerpo del gusano se dedica a la
reproducción, pues todos los días arroja miles de huevos al intestino. El editor
de salud de la BBC, James Gallagher, explica que lo que ocurrió en este caso
fue que, en vez de que el gusano desarrollara cáncer, se cree que uno de los
huevos penetró el revestimiento de los intestinos, mutó y se volvió
cancerígeno.
¿Es posible?
A
los especialistas no les sorprende que un parásito pueda desarrollar células
cancerígenas.
Para
los científicos, la presencia de células cancerígenas en parásitos hace que
surjan muchas preguntas sobre el origen de células y si los organismos que se
hospedan en el cuerpo humano pueden transmitir cáncer.
"No
pensábamos que las células de un parásito humano pudieran convertirse en
malignas e invadir el tejido humano", le dijo al Washington Post Bobbi
Pritt, director de parasitología clínica de la Mayo Clinic. "Es muy
inusual que unas células de parásito se vuelvan cancerígenas dentro de un
humano e invadan otros tejidos de ese humano".
Sin
embargo, la idea de que los parásitos también sean vulnerables a desarrollar
células cancerígenas no sorprende a los expertos. "Esta posibilidad puede
estar inherente en las células de cualquier animal, en particular en células
madre de animales multicelulares", explica por su parte el profesor Mel
Greaves, del Instituto de Investigación de Cáncer de Londres.
Debido
a que el paciente de 41 años tenía el virus que provoca el sida, su sistema
inmune estaba debilitado, lo que permitió que floreciera el cáncer del gusano. "Lo
que ha ocurrido en este caso es una combinación excepcional de circunstancias
que permitieron que esta posibilidad (de que un parásito desarrolle células
cancerígenas) se exprese en un anfitrión muy extraño", agrega Greaves