Opinión Internacional. Gustavo Azócar Alcalá. Miami.
Lo confieso: siempre creí que Nicolás Maduro
no tendría el suficiente valor de asistir a la Asamblea Nacional para rendir su
memoria y cuenta del año 2015. Los mensajes que se enviaban desde el alto
gobierno, por calificados voceros como Diosdado Cabello y Pedro Carreño, daban
a entender que el Jefe de Estado no quería exponerse ante un parlamento
mayoritariamente opositor, y que por el contrario, estaba haciendo gestiones y
extraños movimientos políticos y jurídicos para presentar su informe anual ante
otra instancia mucho más condescendiente, como por ejemplo, el Tribunal Supremo
de Justicia.
Pero
la designación de Aristóbulo Istúriz en la vicepresidencia de la República,
como lo apuntamos en nuestra columna anterior, parece que ha estado produciendo
muy buenos resultados políticos: 1) sirvió para restablecer los canales de
comunicación con los sectores de la oposición. 2) sirvió para suscribir
acuerdos mínimos de convivencia política que permitan que eventos comunes y
corrientes, como la presentación de una memoria y cuenta por parte del Jefe de
Estado ante la Asamblea Nacional, transcurriera sin altibajos ni hechos que
lamentar y 3) logró que los dos bandos políticos que se disputan el poder en
Venezuela reconocieran la existencia del otro.
Este
último aspecto, el reconocimiento del otro, es a mi juicio uno de los elementos
más importantes ocurridos en las últimas horas. Aunque parezca mentira, Nicolás
Maduro dio ayer viernes una lección de política a Diosdado Cabello y a Pedro
Carreño. Cabello y Carreño no han escatimado esfuerzos para insultar y agredir
a Henry Ramos Allup desde el mismo momento en que el Secretario General
Nacional de Acción Democrática fue juramentado como nuevo Presidente de la
Asamblea Nacional. La molestia de Cabello es comprensible. Diosdado sufre lo
que algunos médicos llaman el síndrome del ex presidente, una extraña anomalía
psíquica y emocional que se manifiesta al no poder asimilar que ya no eres
presidente de un carajo y que a partir de ese momento nadie te parará bolas.
Lo
de Carreño es otra cosa. Este diputado quizás todavía no ha podido asimilar la
extraña manera como obtuvo un doctorado en Derecho Constitucional en una
Universidad Caribeña de muy poco prestigio académico. Si Carreño supiera lo que
es un doctorado, por lo menos habría mejorado su lenguaje y hasta su forma de
vestir. Alguien debe decirle a Carreño que la elegancia no la venden en la
farmacia.
Como
no tenía argumentos políticos para cuestionar la designación de Ramos Allup en
la presidencia de la Asamblea Nacional, Carreño soltó esta perla muy poco
elegante: "Ese cabrón lo que es un solemne jalabolas del imperialismo y
ahora busca populismo para tapar su cagada en la AN". Para no quedarse
atrás, y tratar de ganar la competencia con Carreño, en el arte de insultar y
agredir al adversario, Diosdado también hizo lo suyo: “No le tengo ningún
respeto, no merece ningún respeto de mi parte (…) Ramos Allup lo que es, es un
mamarracho (…) Yo se que a ese señor le pegan sus chocheras…”. El diputado
Héctor Rodríguez, jefe de la fracción parlamentaria del Psuv dijo que Ramos
Allup "representa la mentira y la traición.
Pero
Nicolás Maduro, a quienes muchos no le dan mi medio punto en el nivel de
coeficiente intelectual, utilizó ayer viernes 15 de enero una frase que no le
debe haber gustado mucho a la bancada del PSUV para referirse al nuevo
Presidente de la Asamblea Nacional: “Diputado Henry Ramos Allup, Presidente de
la Asamblea Nacional de la República Bolivariana de Venezuela (…) jefe y líder
de la oposición venezolana”. ¿Cómo quedan los insultos de Carreño, Cabello y
Rodríguez luego de esto?
Como
ya dije anteriormente, la sesión especial celebrada en la Asamblea Nacional
ayer viernes 15 de enero, sirvió para dos coas extremadamente importantes: 1)
La nueva Asamblea Nacional reconoció la existencia de un Poder Ejecutivo,
representado por Nicolás Maduro, Presidente Constitucional de la República
Bolivariana de Venezuela. 2) El Poder Ejecutivo y los demás poderes presentes
en el Hemiciclo (TSJ, CNE, FFAA, Ministerio Público, Fiscalía y Contraloría)
reconocieron que hay un nuevo Poder Legislativo, emanado del voto popular el
pasado 6 de diciembre de 2015.
El
“reconocimiento del otro”, transmitido en cadena nacional de radio y
televisión, visto por millones de venezolanos y por millones de personas en el
mundo, permite que a partir de este momento, la política que se hace en
Venezuela experimente un giro de 180 grados. La
desincorporación de los 3 diputados de la MUD, electos en buena lid en el
estado Amazonas, y que fueron impugnados por el PSUV con el objetivo claro y
preciso de evitar que la oposición pueda contar con una mayoría calificada,
estaba siendo utilizada por el gobierno no solamente para restar el número de
parlamentarios opositores, sino también para tratar de desconocer a la nueva
Asamblea Nacional y echarla a un lado como un coroto que no sirve.
El
Plan del gobierno estaba clarísimo: juramentaron un Parlamento Comunal,
impugnaron a 3 diputados de la MUD en Amazonas y utilizaron la Sala Electoral
del TSJ para declarar en desacato a la nueva AN y declarar nulos todos sus
actos. El siguiente paso, que había sido perfectamente calculado, era presentar
la memoria y cuenta en una locación diferente al tradicional hemiciclo de la AN
para desconocer la existencia de uno de los cinco poderes establecidos en la
Constitución y poder gobernar por decreto como siempre le ha gustado a la
revolución.
Pero
después de la sesión de ayer la historia es otra: cada vez que Diosdado o
Carreño arremetan contra Ramos Allup habrá que recordarles las palabras que
Nicolás Maduro ofreció en la AN para referirse al nuevo Presidente de la AN.
Mientras los revolucionarios y socialistas nos dan clases de mala conducta,
insultando a diestra y siniestra a quienes por razones de sexo, raza, ideología
o religión, somos diferentes a ellos (Lo de Elías Jaua agrediendo a una
diputada a la que llamó Lesbiana), los diputados de la oposición deben
continuar en su empeño por convertir a la nueva AN en un recinto excepcional,
donde el respeto a la disidencia, al libre pensamiento, a la diversidad y al
debate de altura debe ser la norma central de comportamiento.
Vienen
tiempos duros para el país. El decreto de guerra económica es un caballo de
troya, dentro del cual se esconden dos grandes cartuchos de dinamita: 1) la
devaluación del bolívar y 2) el aumento de la gasolina. Maduro sabe que ha
llegado el momento de tomar medidas económicas neoliberales y muy poco
socialistas. Pero no quiere asumir él solo el gran costo político que tales
medidas suponen. El decreto de emergencia económica pareciera tener un solo
objetivo: repartir las culpas y las responsabilidades para que mañana, cuando
la bomba solo mata gente estalle, los venezolanos no sólo lo responsabilicen a
él de la debacle, sino también a los diputados de la AN que aprobaron un
decreto que lo único que traerá será más hambre, miseria, desempleo, escasez y
más colas. ¡Cuidado con esa concha e mango!
Si
yo fuera Henry Ramos Allup, decretaría hoy mismo a la Moringa como la bebida
oficial de la nueva Asamblea Nacional. Esa planta milagrosa, originaria de la
India, con centenares de propiedades curativas y milagrosas, podría servir para
que las nuevas sesiones no solamente sean mucho más productivas para el país,
que espera que la AN ayude a enderezar el rumbo, e impida que Venezuela se
termine de caer por un barranco, sino también para que los diputados del PSUV
aprendan, como lo aprendió ayer Nicolás Maduro, que con insultos, groserías,
mentiras y malas palabras no se construye un país y tampoco se ganan elecciones.
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