Obispo Víctor Pérez Rojas: “Un pastor que veía muy distantes a sus ovejas y por eso propicio para que tuvieran una Diócesis con Pastor propio”. - SenderosdeApure.Net

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viernes, 12 de febrero de 2016

Obispo Víctor Pérez Rojas: “Un pastor que veía muy distantes a sus ovejas y por eso propicio para que tuvieran una Diócesis con Pastor propio”.

Foto: ElApuredehoy. Daniel Rodríguez.
Enviado por San Juan Pablo II como Obispo de San Fernando de Apure el 7 de noviembre del 2001 ante la vacancia de esta Porción del pueblo de Dios por el traslado de su obispo  antecesor Mons. Mariano Parra Sandoval enviado hacia la diócesis de ciudad Guayana.
El tiempo no se hizo esperar, el nuevo Pastor traía toda una experiencia  pastoral y de evangelización por las tierras del llano guariqueño y de Valle de la Pascua, trabajando en ellas también en este  proceso de desprendimiento en su territorio para la creación de una nueva diócesis.

Es por eso, que desde su primera visita pastoral a las tierras del Alto Apure en medio de torrenciales aguaceros se hizo presente este Pastor pocos meses después de su posesión en el territorio de Guasdualito, el Amparo y el Nula.  Tierras misioneras emprendidas por la ardua labor evangelizadora que realizaban en aquel entonces los padres jesuitas.

A lo largo de esta primera visita pastoral se encuentra con los grandes problemas de esta región que hacía parte de la diócesis que se le había encomendado.  Problemas que aunque los padres jesuitas trataban de atender, el nuevo prelado se dio cuenta de que no era suficiente, que se hacía lo que se podía pero que se le había confiado a todas las almas de estos 72.500 Km 2 de esta porción del pueblo de Dios.  Y por lo tanto, sentía a estos fieles no en todo abandonados pero si desasistidos de la gracia de Dios en muchos lugares.

Esta primera visita pastoral que hizo en su diócesis, comienza a despertar mucha inquietud, sobre todo para poder asistir a esos fieles distribuidos en esos pueblos, veredas, caseríos, muchos lejanos y con graves problemas sociales como la guerrilla, el paramilitarismo, el narcotráfico, la inmigración, la pobreza y el abandono del gobierno en muchos servicios de una población como la vivienda, el agua, la luz, los servicios de aguas negras, la conducción de aguas durante el invierno, etc.

Son muchas veces las manos pasadas sobre la cabeza buscando dar solución ante este reto de la evangelización en la misión que se le ha confiado en las tierras apureñas, como dar  respuesta ante una minoría del clero diocesano contado con los dedos de la mano, con dos comunidades religiosas masculinas donde la mayoría eran ancianos, unas comunidades religiosas femeninas ya dedicadas a la educación sin la posibilidad de ir a una misión, tantas parroquias sin párrocos, abandonadas y solas por muchos años, tantas parroquias solo con un templo y sin posibilidad de habitar o hospedar a un sacerdote, cómo ir y venir a las tierras del alto Apure ante el deterioro de las vías y la necesidad de 12 horas para llegar a la parroquia Ntra Sra del Carmen en Guasdualito. Pero ante esta realidad fuerte, siempre encontraba en cada comunidad  un grupo de laicos perseverantes en medio de toda esta historia de salvación asistidos siempre por ese Espíritu que renueva la Iglesia y la sostiene con la gracia de Dios.

Son estas de algunas de las características de la realidad de esta Iglesia de Apure al inicio de su misión de este Pastor venido de las Mercedes del Llano. En medio de toda esta situación es cuando despierta el proyecto de crear una nueva diócesis para el Alto Apure con el deseo que tuviese un Obispo propio y cercano, y de este modo asistir con frecuencia, constancia y permanencia a este pueblo que tiene sed de Dios.

Esta idea del nuevo proyecto nace también en el trasfondo de esa experiencia de la pastoral de conjunto trabajada en la arquidiócesis de calabozo y proyectada desde la parroquia de San Juan de los Morros que aún los signos y los testimonios dan fe de este obrar en el ejercicio de un ministerio que se da cada día a la construcción del Reino de Dios.  Un proyecto también enmarcado en una teología del Concilio vaticano II que celebraba su 35 años, como también la reciente teología pastoral del Concilio Plenario de Venezuela que se desarrollaba al inicio del nuevo milenio.

Es como entonces este hombre de Dios comienza a emprender todo el trabajo para poder cumplir la misión confiada.  Inicia preocupándose para mantener la fe de los fieles católicos existentes en cada una de las comunidades parroquiales y a trabajar en pro de la pastoral vocacional, reforzar el trabajo con la asistencia de los sacerdotes en la mayor parte de las parroquias, a delegar seminaristas y religiosas para la asistencia de las comunidades a lo largo y ancho de esta Iglesia de Dios.  Y en la medida en que se comienza a extender paso a paso la evangelización comienza a darle forma estructural y organizativa a la diócesis, creando los distintos espacios de participación. 

Por eso consolida las parroquias con su propia jurisdicción, más tardes a su vez organiza las parroquias en zonas pastorales y haciendo del Alto Apure en poco tiempo en la VI zona de pastoral concediéndole al Padre Acasio Belandria qnpd el título de Vicario Episcopal de esa zona para que pudiese resolver de un modo inmediato las diferentes situaciones difíciles y urgentes que surgen de la acción pastoral ya que la distancia le impedía estar de inmediato ante las dificultades.  Fue asi como poco a poco la diócesis y especial la zona VI fue también madurando en su evangelización y consolidándose en su función. 

Para esto, fortalece la presencia de sacerdotes diocesanos en el Amparo, la Victoria, Bruzual, Elorza, Trinidad de Orichuna y Mantecal, como también acoge la propuesta del ordinariato militar para asistir la parroquia María Reina de los Santos en Bara de María, como el fortalecimiento cada día de los padres Jesuitas en Guasdualito donde tenían sus centros de evangelización como también en la parroquia del Nula y San Simón y San Judas donde el Padre Belandría había logrado un trabajo grande y precioso ante los ojos de Dios en las comunidades, caseríos y veredas de la de esas grandes y extensas parroquias.

Sus ojos estaban puestos en toda esta gran diócesis extendida como siempre decía, desde Santa Barbara de Arichuna hasta la parroquia del Nula, pero  con la mirada en las necesidades de esa región del alto Apure, es por eso que con frecuencia tomaba las riendas de su vehículo acompañado de su chofer superando las dificultades de la vía y el calor para llegar a estas comunidades cristianas de Mantecal, Bruzual, Elorza, trinidad de Orichuna, Palmarito, Guasdualito, el Amparo, la Victoria, Guacas de Rivera, el Nula y Ciudad Sucre sin contar las pequeñas comunidades donde se detenía para ver de cerca y acompañar a los padres, religiosas, seminaristas que realizaban la misión y fortalecerlos con su presencia de Padre y Pastor.  Fueron en esas visitas a lo largo de su ministerio episcopal como se fue despertando cada día la necesidad de esta propuesta y contagiar a los padres, a los religiosos, a las religiosos, y a los laicos para organizar el territorio y de este modo presentarla ante la Conferencia Episcopal Venezolana.

Su preocupación no fueron solo los feligreses que estaban en torno suyo en San Fernando, siempre era inquieto por todos los fieles y sobre todo por los más alejados que le impedía por las distancias, el tiempo, la situaciones críticas de la región llegar a ellos para asistirlos y organizar mejor la evangelización como pudo lograrlo con las zonas pastorales más cercanas.

Pero lleno de su experiencia de evangelizador comienza a dejarse renovar también por algunos acontecimientos de la Iglesia a nivel universal, continental y nacional que le permitieron discernir qué era lo que quería el Espíritu Santo para esta Iglesia de San Fernando de Apure y es entonces cuando comienza emprender un camino de renovación tomado de la mano de la teología pastoral del concilio plenario de Venezuela que le ayuda a organizar la diócesis,  las conclusiones de la V conferencia episcopal latinoamericana en Aparecida Brasil y el emprendimiento de una Misión Continental permanente que llega hasta los últimos rincones de cada una de las comunidades de esta diócesis con los signos visibles después de una adecuada preparación para ese gran lanzamiento que pone en marcha a todos y fortalece al mismo tiempo la necesidad de crear una nueva diócesis;  como también el despertar que surge con el papa Francisco e invitarnos a una nueva etapa de evangelización y colocarnos a todos a primerear la alegría del evangelio, a involucrarnos todos, a acompañar todos, a fructificar todos y celebrar todos, la evangelii gaudium despierta en este Pastor que lleva el báculo con el peso de sus años a emprender ese gran deseo y en el marco de todo este acontecer se dispone abiertamente a la iglesia venezolana en conferencia episcopal y manifiesta con criterios claros en pro del bien de la iglesia y de la salvación de esos fieles la necesidad de crear la diócesis de Guasdualito invitando a los obispos cercanos a este territorio a disponerse y colaborar con este proyecto de Dios.

Seguramente no era nada fácil ver la posibilidad del nacimiento de otra iglesia diocesana para muchos obispos, sacerdotes, religiosos y laicos allí en este medio geográfico rodeado de la pobreza, de los problemas sociales que allí emergen y de la escasez de sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos formados, solo había una garantía que lo empujaba y sostenía su anhelo como Pastor, era la Providencia Divina.

Ante esta buena nueva los padres jesuitas que han venido evangelizando todo este territorio de Guasdualito, el Amparo y el Nula se disponen y se alegran de la noticia que corre por toda Venezuela y apoyan a este obispo que ve con ojos de misericordia a estos fieles y comunidades que necesitan de un Pastor más cercano que pueda atenderlos y al mismo tiempo fortalezca la presencia de más sacerdotes, religiosos y laicos dispuestos a la misión.  Es por eso, que los padres jesuitas se recogen hacia el Nula y San Simón y San Judas en ciudad Sucre a atender esa región y continuar su misión, dejando el espacio de Guasdualito en su totalidad para que desde ya se fuese preparando el centro y la sede de esa futura diócesis. Y el obispo venido desde el Guárico se dispone a preparar este gran acontecimiento ya con la ayuda del clero diocesano y los padres jesuitas.

Es así como todo se prepara para este gran acontecimiento, una diócesis organizada en siete zonas pastorales, casi todos las parroquias con párrocos nombrados, otras con religiosas y otras con diáconos y seminaristas, pero todas asistidas, también  las demás organizaciones pastorales  como los apostolados y algunas áreas de la pastoral.

En este clima de iglesia diocesana es como tenemos a lo largo de su episcopado la visita de tres Nuncios Apostólicos que siempre dieron el visto bueno de esta nueva diócesis en especial los dos últimos: el nuncio Giancinto Berloco, el nuncio Pietro Parolin y el nuncio Aldo Giordano.  Estos nuncios Parolin y Giordano motivaron mucho al obispo, a los sacerdotes , religiosas y a todo el pueblo cristiano de esta gran noticia, fueron ellos quienes nos anunciaban de que si era una realidad y de que iba a ser pronto, la propuesta fue presentada al papa Benedicto XVI, pero los nuncios mantuvieron el buen deseo también con el papa Francisco quien fue el que dio aprobación y dio las letras de erección y el nombramiento del primer obispo Mons. Pablo Modesto González. Cabe destacar que estos nuncios Parolin y Giordano  recorrieron la mayor parte del territorio de esta nueva diócesis en sus viistas a la diócesis y que seguramente el Cardenal Parolin como secretario de Estado y conociendo este buen deseo apoya ante su Santidad Francisco el parecer de esta buena obra.

Y hoy 13 de febrero del 2016 ese obispo que había llegado al Apure en sus sesenta años para ese entonces, y entregando su vida poco a poco durante estos años para el renacer y el despertar de esa nueva evangelización de la que  habla el Papa Francisco para estas tierras del llano apureño, se dio y se manifestó en el nacimiento de una nueva diócesis, acontecimiento que también él celebra con júbilo y esperanza en su caer de los años al conmemorar sus 50 años de vida sacerdotal y llegar al cumplimiento de sus 75 años, y que como Pastor siempre obediente, es el tiempo donde ha presentado la renuncia de su oficio episcopal al Papa Francisco tal como lo recomienda la disciplina canónica.

Un proyecto de Iglesia que lo ha elaborado, propuesto, trabajado y concluido con la ayuda de Dios en medio de sus colabores inmediatos los sacerdotes, religiosos y laicos, seguramente lleno de alegría y de agradecimiento a ese Dios de la misericordia que le ha permitido servirle y por eso siempre sus palabras “Señor tu sabes que te amo”.  Ese Pastor, ese obispo que un día vio muy distantes sus ovejas y hoy se siente como el siervo inútil  que hizo lo que tenía que hacer, ver a todos las ovejas cerca de su pastor.

El obispo, padre, pastor y amigo de quien les estoy hablando, y como todos los conocemos, es el que un día San Juan Pablo II le dijo que se viniera a pastorear el rebaño de Apure Mons. Víctor Manuel Pérez Rojas.

Gracias Monseñor Víctor Manuel Pérez Rojas, la Iglesia de San Fernando de Apure siempre lo tendrá presente por su celo pastoral y por el amor hacia los más pobres y necesitados. Los sacerdotes, diáconos, religiosos, religiosos y todos los fieles reconocemos  siempre su gran obra del nacer de una nueva diócesis en estos llanos apureños.

Pbro. Álvaro Alfonso Meneses Rodríguez
Vicario de Pastoral

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