Desde
hace varios días comenzó a registrase el descenso de los precios del pollo,
según aseguran los mismos vendedores, luego de que se diera una fuerte baja en
las ventas, y el costo de venta final al consumidor pasó de 2.500 bolívares por
kilo a 1.800, en la mayoría de los comercios establecidos, e incluso se
consigue a 1.200 bolívares en ventas informales.
En
un recorrido hecho por distintos mercados y carnicerías de la ciudad, se pudo
constatar a través de los mismos comerciantes que anteriormente había
disminuido el costo de la carne de res, la cual se puede conseguir hasta en
2.000 bolívares por kilo, y las personas optaron por comer lo que se encuentre
más barato en el mercado, de tal forma que los vendedores de productos avícolas
también redujeron el valor final al consumidor para poder competir y reponerse.
Dentro
de los mercados populares de San Cristóbal, el costo del pollo varía de 1.800
bolívares por kilo tanto los muslos, como la pechuga y el pollo entero; no
obstante algunos consumidores optan por adquirir el kilo de alas en 1.200
bolívares, e incluso de paticas, y huesos por menos de mil bolívares.
En
grandes cadenas de supermercados también hay disponibilidad de pollo del
llamado beneficiado o preempacado, a mil 400 bolívares por kilo, y uno solo
puede costar según el peso, alrededor de 3 mil bolívares. También
proliferan en la ciudad las ventas en camiones itinerantes que se estacionan en
distintos sectores y ofrecen pollo hasta en 1.150 bolívares por kilo, con lo
cual las personas logran un gran ahorro.
Aún
quedan algunas carnicerías en la parte alta de San Cristóbal que ofrecen el
kilo de muslos y de pechuga hasta en 2.400 bolívares, y si se trata de pollo
entero, en 2.200 bolívares por kilo. Javier
Aparicio, trabajador en una venta de pollo de un mercado popular de la ciudad,
indicó que bajaron los precios desde hace varios días porque dentro de la
cadena de comercialización también descendió el costo y eso favorece al
consumidor final.
“Nosotros
estábamos comprando a 2.000 bolívares por kilo y vendíamos un poco por encima
de eso para poder cubrir los gastos operativos y tener algo de ganancia; ahora
lo recibimos a 1.700 bolívares y lo vendemos a 1.800 bolívares para que la
gente se beneficie, además hay mucha competencia porque hay bastante producto,
entonces la intención es que la gente pueda comer y que nosotros podamos
vender”, dijo el comerciante.
Otra
propietaria de un local dentro de un mercado que prefirió no dar su nombre, no
dudó en afirmar: “Para nosotros las ventas están muy bajas, la gente no tiene
casi poder adquisitivo y aunque bajó el precio del pollo, no hay tantos
compradores como antes, es un golpe al bolsillo hacer un mercadito o darle de
comer a una familia, mucha gente viene más bien a que le regalemos huesos, o a
comprar las menudencias que son más baratas para poder comer algo, hasta nos
piden los pellejos para darles comida a los perros y gatos porque las familias
ya no pueden ni comprarle comida a sus mascotas”.
“Aunque
baje el precio
la
plata no alcanza”
Entre
los usuarios, el comentario también es de queja. La señora Betty Rondón estaba
preguntando precios y afirmó: “En mi casa se compra medio kilo de carne molida
y con eso comemos seis personas, imagínese comprar muslos para todos, eso es
imposible, todo está muy caro. Dicen que el pollo bajó de precio y para
nosotros sigue siendo muy difícil comprarlo, preferimos comer costilla, carne
molida o hígado, y a veces podemos llevar son unas alitas que rinden más”.
Otro
comprador consultado fue el señor Consolación Useche: “Yo tengo un sueldo de
22.500 bolívares mensuales, eso no alcanza para nada, uno ya no sabe si decir
si las cosas están caras o baratas, lo que uno sabe es que la plata no rinde. A
mí no me alcanza ese sueldo para comer pollo; a veces, así como hoy, puedo y
vengo y compro un kilito y ya se me va la platica en eso”.
Las
personas hacen su recorrido para conseguir, y las variaciones de precios entre
un sector de la ciudad y otro pueden rondar más de mil bolívares de diferencia,
de tal manera que muchos prefieren movilizarse un poco con tal de ahorrar y
poder adquirir mayor cantidad de comida y estirar el dinero. (LS)