Los pañales desechables son “oro” en Venezuela. - SenderosdeApure.Net

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jueves, 8 de septiembre de 2016

Los pañales desechables son “oro” en Venezuela.

Sólo les queda a los venezolanos arremangarse y pelear en mercados y farmacias para comprar pañales desechables a precios regulados. Las empresas que los producían adolecen de materia prima, y la mayoría, tiene las máquinas apagadas. Mientras, surgen opciones como los “pañales ecológicos” y ponerle al bebé una toalla post parto con ligas o cinturones.
Prensa. Estimulo.com.
Son las cinco y media de la mañana. Caminar a esa hora por la avenida San Martín de Caracas (oeste de la ciudad) parece una aventura. Para Mariana Pabón no lo es. Representa la oportunidad de comprar dos paquetes de pañales a precio regulado en el Farmatodo que está frente a la estación de Metro Artigas. No es la única con este objetivo. Frente al local hay al menos cincuenta personas. Todas con algo en común: son mujeres.

No importa que tengas ocho meses de embarazo y el ombligo brotado por la gran panza. O que tu hijo tenga seis meses y no reconozca el término: “levantarse temprano”. Todas están ahí por la oportunidad, por la lucha, por la esperanza de que sus hijos no tengan que defecar sobre pañales de tela, protectores infantiles o tollas sanitarias post parto. Una a una se alinean sobre una condición tácita: nadie se colea –o al menos lo intentan-, mientras la Policía Nacional Bolivariana (PNB) trata de mantener el orden. Cuatro funcionarios que piden cédulas de identidad, ecosonogramas con al menos un mes de vigencia, y para quienes no lo necesitan, la partida de nacimiento del niño o la niña que compruebe que es de usted. Que usted no le está comprando pañales a otro trasero que no sea el de su prole.

Farmatodo abre a las ocho de la mañana. Pero se empieza atender a las diez. Los cuatro empleados, más el gerente de la tienda, primero tienen que destapar los enormes bultos donde vienen los pañales. Luego, se distribuyen en pequeñas cestas. En cada una hay dos paquetes de veinte pañales cada uno. Hoy se venderá talla grande a 442 bolívares. Precio regulado establecido por la Superintendencia para la Defensa de los Precios Socioeconómicos (Sundde) en junio. Medida que buscaba contrarrestar los precios en el mercado negro de este producto que asciende a los doce mil bolívares.

No lo hizo.

No funcionó debido a que las productoras de pañales en Venezuela no cuentan con la materia prima para cumplir con la demanda del país. Para todos los que han tenido hijos, y los que están a punto de hacerlo, saben que un bebé puede consumir hasta cinco paquetes de pañales en menos de quince días –y eso para ser conservadores-. Un ejemplo de esas productoras es Kimberly Clark (fabricante de los Huggies) y líder en el mercado local en la distribución de pañales desechables. A mediados de junio fue expropiada por el Estado a razón de unas denuncias introducidas por sus trabajadores donde supuestamente la empresa “colaboraba con la guerra económica” al no producir las cantidades debidas de productos para la higiene personal. El control de las instalaciones pasó a manos de los trabajadores.

Y ahora, en Kimberly Clark, todas las unidades de producción de pañales están paralizadas.

Volviendo a Mariana, ella no carga a su hijo en brazos. Lo tiene en sus entrañas con cinco meses de embarazo. Es un varón, y en esta mañana se encuentra particularmente inquieto. Patea, se mueve y busca encajarse en el costado izquierdo de su mamá. Ella recibe un número garabateado en un pedazo de cartón desgastado por el sudor. Ha sido usado muchas veces. Es el 54. Cifra que se traduce al 154 a las nueve de la mañana cuando llega un grupo de vendedores informales –conocidos como “bachaqueros”- que se adueñan de los primeros cien lugares de la cola a punta de amenazas y actitud desafiante. Ante la mirada complaciente de los policías.

“No podemos hacer nada. La última vez uno de ellos apuñaló a una joven. Lo mejor es quedarse quietos y rogar que los pañales alcancen para todos”, comenta Irina Pantoja. Otra de las que buscan beneficiarse con los dos paqueticos que se ofertan hoy. Mariana aguanta paciente, y consigue gracias a la generosidad de uno de los empleados de Farmatodo, un banquito para sentarse mientras espera.

Comprar consta de dos pasos. Primero, hacer la cola para entrar al local y agarrar tu cesta. La coges como si fuera un kilo de oro. Segundo, hacer la otra cola para pagar. Si tienes efectivo sales en menos media hora, si vas a pagar con tarjeta de débito o tickets de alimentación, puedes durar entre dos y tres horas. Al final, para poder ponerle los pañales a tu hijo, debe perder un medio día completo. Mariana lo aguanta con resistencia budista. Lo hace todos los días que le toca comprar por su terminal de cédula.

Porque esa es la guinda del pastel para los que no saben. Para los que no viven en esta economía distópica que envuelve a Venezuela: todos los productos con precios regulados se compran de acuerdo al número con el que termina tu cédula de identidad. Sea lunes, martes o miércoles; hay que agendar ese día como: “para comprar lo que se consiga”.

Periódico de ayer

Hablar sobre escasez en Venezuela es redundar. Aunque, eso no significa, olvidar. Desde la disminución de operaciones de Kimberly Clark, la distribución de pañales desechables ha caído en al menos un 65% -según Fedecámaras-. Lo que se une a la crisis para la adquisición de este producto que se presenta desde el año 2012, cuando empresas como Procter and Gamble comenzaron a advertir una baja en la materia prima para la elaboración de artículos de higiene personal.

Una advertencia que se transformó en realidad, y luego, en necesidad.

Y ante la necesidad, el ser humano se convierte en sobreviviente. Aplicando medidas que van desde comprar en el mercado negro hasta pelear –literalmente- por un producto regulado. Pasando por pagar viajes o “tours” de hacer mercado hasta Cúcuta (ciudad colombiana fronteriza con Venezuela) y atiborrarse de pañales. Con el riesgo de que la Guardia Nacional venezolana los decomise de regreso.

Comencemos por el mercado negro, donde un bulto de pañales, sean de la talla que sean, puede costar entre treinta y cinco mil y cincuenta mil bolívares. Cada bulto trae una docena de paquetes. Por otro lado, los vendedores informales de los mercados de Quinta Crespo, Coche y Guaicaipuro ofertan cada paquete entre doce mil y quince mil bolívares. Mientras que un solo pañal, vendido como si fuera una pieza de pan dentro de una bolsa de papel, puede costar quinientos bolívares.

Si sacamos cuentas, el salario mínimo mensual de Venezuela está en 22.756 bolívares –establecido por el Ejecutivo el primero de septiembre-, y si lo cambiamos a dólares con la tasa oficial del Sistema Marginal de Divisas (Simadi) de 647 bolívares cada dólar –monto al cierre del martes seis de septiembre- el salario se traduce en treinta y cinco dólares.

Treinta y cinco dólares que en teoría deberían comprar, al menos, cuarenta paquetes de pañales regulados. Pero, como los precios regulados en Venezuela son tan raros como ver a un objeto volador no identificado, todo se reduce a los precios del mercado negro. Donde el salario mínimo no te compra ni un paquete.

También están las opciones. Van de toallas sanitarias post parto que se ajustan a los bebés con ligas o cinturones, y los pañales ecológicos.

Puede que “pañal” y “ecológico” no vayan de la mano. Pero existen. Los encontramos por Internet donde diversos vendedores los ofertan entre dos mil quinientos y cuatro mil bolívares cada uno. La idea se concibe con una especia de pantaloncillo de diferentes tallas que está fabricado en plástico con un trasfondo en el área de la ingle para introducir almohadillas absorbentes. La dinámica va que el bebé lanza sus disposiciones en una toalla absorbente que se puede lavar para rehusarse.

Un paquete de doce unidades de esas toallas ronda los diez mil bolívares.

¿Y la producción qué?

A principios de agosto el vicepresidente de Venezuela, Aristóbulo Istúriz, se reunió con representantes de la industria de artículos de higiene personal. De ahí salió la iniciativa para que ocho empresas se unieran y aumentarán la producción de toallas y pañales. Istúriz aseguro que nuestro país tiene “un fuerte consumo de pañales y tenemos la capacidad de producir para cubrir la demanda”.

Lo que recuerda que el ex presidente Hugo Chávez anunció en 2009 la creación de una marca nacional de pañales: los guayucos. Con aquel nombre autóctono, no había posibilidad de derrota. Sin embargo, siete años después, la fabricación de estos productos dista mucho de ser efectiva. Sólo tuvieron una producción de 30 millones de pañales y hasta ahí llegó la iniciativa.

Actualmente la fábrica de “guayucos”, ubicada en el municipio Miranda del estado Zulia, está cerrada. Las instalaciones que prometían sacar 144 millones de pañales al año, quedó para el recuerdo. Mientras Mariana debe seguir cazando numeritos para comprar los regulados.

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