Crónica.
AlLJER
Sabemos que somos parte de este mundo,
por el estructuralismo y existencialismo que nos envuelve. Sin embargo, en no
pocos casos, nuestro propio mundo (el interno) concibe realidades y dimensiones
que contrastan con estereotipos predeterminados. Ya en la dinámica y práctica
social esta óptica y posición se contrapone a dogmas y patrones ortodoxos, en
la que, quienes se arriesgan a cruzar la
línea de lo no convencional son catalogados como anti mundos, excéntricos y en
algunos casos: incomprendidos.
Cuando esto sucede, la tangibilidad
filosófica y por ende el “statu quo” se decide por lo banal, arrastrando al
olvido con sus definiciones y opiniones superfluas a las excepcionalidades.
Pero son esas excepcionalidades las que
marcan diferencia en su tiempo, y el
tiempo en su meditación prolija, los reivindica como peregrinos intelectuales.
Quizás, como incomprendidos solitarios por el mundo, porque se adelantaron al
mundo refugiándose en sus universos mentales.
Juan Félix Michelangeli, a quien el poeta guasdualitense Magio
Rodríguez llamó “El Escritor Peregrino”, y a
quien por su alto nivel intelectual el palmariteño José Manuel Briceño
(historiador, filosofo, poliglota y filólogo) bautizó como: “El García Márquez
de Apure”.
Poco
o nada conocerán las nuevas
generaciones sobre este polifacético erudito guasdualitense. En cuanto a su
familia, algunos señalan su parentesco directo con el exgobernador del Estado Apure, doctor Edgar Domínguez
Michelangeli (1.957). Sabido es que, sus padres provenientes de la capital
llanera, se residenciaron en Guasdualito a mediados del siglo pasado, llegando
a prosperar en varios negocios comerciales. Su infancia transcurre en su pueblo
natal, en donde su mente y alma inquieta van absorbiendo el bucólico escenario rural y poético que luego plasmaría
en sus disímiles narrativas.
Culminada su educación inicial, Juan
Félix (Juancito) buscando nuevos horizontes se establece en la capital de la
república (Caracas), en donde sus inquietudes literarias lo llevan a codearse
con lo más granado de la literatura
venezolana de aquellos años 70s y 80s; entre sus amigos figuraron
Oswaldo Trejo, Francisco Herrera Luque, Domingo Miliani, generación de oro que ennoblecía el lenguaje como materia prima
estética, ponía de lado los simbolismos y la semiótica, creando en su estructura unos contextos que
eran literarios por sí mismos. En cuanto al estilo particular de Juan Félix
Michelagenli, sus textos narrativos
estaban enriquecidos con lo bucólico, realismo mágico, poesía brevísima, juegos de palabras y
aforismos.
Su momento cumbre llega con la
publicación de Lujuria (su mejor obra) apadrinada por importantes
personalidades políticas y sociales de la época. Esta novela ambientada en la
dictadura de Juan Vicente Gómez; tiene
como protagonistas principales y secundarios, a personajes reales prestados por
su pueblo a la obra, como forma de retribuir a su terruño la inspiración y primera fuente de su
intelecto.
Con el transcurso de los años, el ser
humano sufre (unos más, otros menos) el desgaste tanto físico como mental. Esto
es algo inevitable para todos, es la condición que se debe pagar a cambio del trasiego del tiempo.
Lamentablemente, los años juegan a traición al excéntrico escritor. Su lucidez
mental decae y abandona su promisoria carrera literaria. De regreso a Guasdualito
(Apure), era frecuente verlo caminando por las calles de nuestro pueblo,
vagando por la plaza Bolívar o en las
panaderías, saludado afectuosamente por sus amigos y conocidos.
Bien visto por unos y despreciado por otros, el intelectual peregrino
acompañado por la soledad y la intemperie escribía ya no libros, sino esbozos
de recuerdos confusos. Indagando sobre el paradero de Juan Félix Michelangeli,
algunas fuentes señalan que sus familiares lo llevaron a San Fernando de Apure,
para ingresarlo a un centro de rehabilitación. Otras fuentes afirman haberlo
visto por San Cristóbal y Mérida. Lo cierto es, que el “Escritor Peregrino”
Juan Félix Michelangeli es un patrimonio cultural apureño -y más del municipio
Páez- por lo que se debiera, reconocérsele notoria y públicamente su aporte
universal a la cultura local, regional y nacional.
Para finalizar esta frase del conde
Francais de la Rochefoulcad:
Hay
ocasiones en la vida en las que para salir airosamente hace falta estar un poco
loco.
ALJER