Crónicas.defrentebarinas.info. Warner Fréitez. Barinas.
Hoy,
mientras transitaba en la ruta hacia el trabajo, pensaba en muchas cosas, por
ejemplo, en los grandes procesos de cambio y quiénes—desde diferentes espacios
y responsabilidades— cumplieron un rol en dichos eventos de la historia.
Podría
enumerar a tantos, a tantas, que este breve espacio no alcanzaría. Cuando uno
se ve en esta suerte de “limitaciones” piensa más bien en ir hacia lo concreto,
a lo que realiza en el día a día, en mi caso particular: como joven que apuesta
a la agricultura urbana.
¿Qué
es un joven agrourbano? Entre tantas cosas que vienen a mi cabeza, me atrevo a
responder con un ejemplo histórico: el joven agrourbano es a la actual
coyuntura lo que fueron esos cientos de chamos que recorrieron Cuba para alfabetizar
hasta cada rincón. Así nos resulta el presente, una tarea para construir un
nuevo imaginario ya no de aprender a leer y escribir porque ya sabemos, sino
formarse para conocer la tierra, la semilla, los diferentes frutos que nos
ofrece la Pacha.
He
aprendido a lo largo de estos últimos meses, que no estoy ni estamos solos.
Somos un colectivo de manos que se encuentra con la tierra. Jóvenes que
entienden la importancia estratégica de cambiar la lógica del éxodo a las
capitales que tanto daño hizo al aparato productivo del país. Nos encontramos
no solo en las necesidades, sino en un mundo de cosas nuevas por aprender.
¿Sabías
que la agricultura urbana, por ejemplo es una política del llamado primer
mundo? Eso lo aprendí de otros compas que me han enseñado a investigar y estar
al día con lo que sucede en materia de agricultura en las ciudades. Francia,
Alemania, España y Reino Unido son algunos países que han adelantado las
políticas de “techos verdes”, incluso descubrí que hay algo así como
“agricultura guerrilla”, que consiste en sembrar en cualquier espacio de tierra
que consigamos en la ciudad, por muy pequeño que sea: un balcón, una acera, una
isla en la que solo había tierra en medio de un parque; aprovechar cada espacio
que puede proveernos tanto alimento como un nuevo paisaje, más humano, más
verde, más cerca de la naturaleza.
Hoy
puedo nombrar tantos ejemplos de amigos que militaron conmigo en la palabra, en
la poesía, ellos decidieron trasladar los poemas, la cultura, la música, a la
tierra.
Convirtieron
la reflexión en hecho, en práctica.
Dafne
ahora está sembrando en algún lugar del piedemonte. Siempre que hablamos me
cuenta del daño que causó el monocultivo y me dice: Warner, hay que sembrar
diferentes tipos de rubros, es más sano, la tierra se renueva y cuando ves
crecer todo tipo de plantas es hermoso.
Karina
también se fue con su compañero a labrar la tierra, ahora imaginan un mundo
mejor desde su Rayuela, que no es un libro nada más, es un pedacito de tierra
que le dará de comer a su familia y sus descendientes. También está la
experiencia de Balsero, que además de soltar la lírica en el hip hop toma el
pico y la pala para preparar el tiempo de la semilla.
Como
dije en un principio, los ejemplos son innumerables.
Quizá
uno no tuvo la fuerza o la luz que ellos tuvieron en esos momentos para entrar
en esta filosofía de avanzada y me pregunto qué hacer, qué aportar y cómo; en
lo organizativo, en lo político, en lo territorial; labrar la tierra desde
otros espacios que no son precisamente en el campo, sino en la ciudad y sus
contradicciones, para que las políticas sean más accesibles a todos y exista la
posibilidad de darle a conocer a más gente de qué se trata todo esto de la
agricultura urbana.
Todavía
no termino por definir qué es el joven agrourbano, tal vez pudiera decir qué he
visto de la juventud agrourbana en Barinas, en Barinas como semilla, como eje
socioproductivo del país. Esta mañana me llegó a la cabeza (mientras pensaba en
escribir esto): Barinas es la semilla. Así, como un motivo, una canción, un
poema, interpretar en las tablas del teatro Orlando Araujo, como caminar en el
patio socioproductivo de la sala de batalla que está por la comunidad donde
vivo.
Pensar
en eso es verlos a ellos juntos en la conversa, en el trabajo, en los canteros,
es Eluvia con su rastrillo espantando a los perros del huerto comunitario para
que no se coman los tomates, pensarlos a todos, a todas es pensar en eso que
intento definir como joven agrourbano, es pensar, ver, vivir la realidad e
imaginar el porvenir de mi ciudad.
Barinas
es la semilla.
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