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elestimulo.com.
Descontentos con el gobierno, con la
oposición o con ambos, poco a poco van surgiendo en Venezuela iniciativas que
tienen en común no estar dentro de las corrientes principales de actividad
política. Coinciden en la búsqueda de un cambio, pero difieren en la forma que
tomará ese país que anhelan.
La polarización política de Venezuela se
mantiene viva incluso ante el abrupto fracaso del gobierno chavista y la
decepción frente a una oposición que no ha logrado la principal meta que se
planteó al ganar las elecciones parlamentarias de diciembre de 2015: desalojar
al presidente Nicolás Maduro de Miraflores.
Aunque el foco mediático se mantiene en
la diatriba entre el Partido Socialista Unido de Venezuela, cuya debilidad se
disimula con la propaganda de gobierno, y la Mesa de la Unidad (MUD), con cada
vez más problemas para mantenerse como un solo bloque, existen grupos que se
presentan en el escenario como una alternativa o tercera vía para salir de la
crisis.
Estos movimientos tienen en común la
idea de que la ciudadanía debe tomar un rol más activo en el reclamo de sus
derechos, sin necesidad de esperar por un liderazgo. Además, quieren sacudir el
manejo y la estructura del estado venezolano.
Una encuesta de la firma Venebarómetro*
señalaba que en noviembre 33,9% de los venezolanos no se identificaba con
ningún partido político, por encima de la preferencia por cualquier tolda
política. Otra consulta, de la firma Keller**, arrojó que 43% de los
encuestados se definió como políticamente independiente.
Keller detalla que “la ‘muerte’ del
referéndum revocatorio y su sustitución por un diálogo da paso a una ruptura
notable de quienes rompen compromiso con la oposición”.
En este escenario, agravado por una
depresión económica sin precedentes en la historia del país, los grupos
alternativos buscan un espacio para hacerse escuchar y plantear propuestas que
capten la atención de las mayorías decepcionadas tanto del chavismo como de la
oposición.
- La constituyente como opción -
Como un “movimiento de movimientos”,
define Felipe Pérez Martí, una iniciativa que comienza a gestarse para proponer
a la ciudadanía el llamado a una Asamblea Nacional Constituyente. El exministro
del presidente Hugo Chávez y crítico del chavismo desde hace varios años, es
uno de los integrantes del grupo que aún no tiene nombre decidido, pero que
busca “articular un esfuerzo amplio e incluyente” de corrientes para escribir
una nueva carta magna.
“Nuestra Constitución es la única que
permite que los ciudadanos se activen para cambiarla. No depende de ningún
poder, solo de la recolección del 15% de las firmas del padrón electoral”,
indica Pérez.
Las primeras reuniones a mediados de
diciembre, lograron congregar a representantes de la Alianza Nacional Constituyente,
central de trabajadores Unete, Tercera Fuerza, Cátedra Pío Tamayo, Frente
Amplio Social, Primer Poder, Ciudadanía Activa, Qué Hacer, así como líderes
empresariales, estudiantes y varias organizaciones sociales.
El artículo 348 de la Constitución
estipula que la Asamblea Nacional Constituyente puede ser convocada por el
Presidente, las dos terceras partes de la Asamblea Nacional (112 diputados),
Consejos Municipales (dos terceras partes de los cabildos) o 15% de los
electores inscritos en el registro electoral (2.919.846 según el padrón al 30
de abril de 2016).
“La idea es sumar esfuerzos de los
obreros, campesinos, la gente más vulnerable, la clase media, los empresarios,
en una alianza multiclase, multiideológica y multipolítica, con el protagonismo
de los ciudadanos”, agrega.
Asegura que los ciudadanos no pueden
depender del liderazgo político de la MUD, porque “en la práctica ha
traicionado al pueblo. Recibieron un mandato claro en las elecciones
parlamentarias y no han querido ejercerlo. Estamos en posición de desconocer a
los poderes públicos, porque el Consejo Nacional Electoral y el Tribunal
Supremo de Justicia se confabularon para violentar el derecho al voto de los
venezolanos”.
El país enfrenta la peor crisis
económica de su historia, con un alza de los precios de 221% en noviembre,
según un trabajo especializado de los economistas Steve H. Hanke y Charles
Bushell publicado a principios de diciembre, con lo que oficialmente entró en
hiperinflación.
Pérez describe la situación como una
depredación: “Se quieren repartir el país. Tanto desde el gobierno como desde
la oposición”, por lo que espera se logre construir una “fuerza unificadora que
es la energía contundente que tendrá el poder para solucionar los problemas”
del país.
El movimiento mantendrá sus reuniones
generales y de mesas de trabajo, así como la búsqueda de alianzas con partidos
que puedan respaldar la logística para la recolección de firmas a nivel
nacional.
En 2014, luego de la fallida estrategia
de La Salida, que resultó en un brote de violencia y el encarcelamiento de su
líder Leopoldo López, el partido Voluntad Popular comenzó la recolección de
firmas para una constituyente, pero el proceso no cuajó. En 2015, los
preparativos para las elecciones parlamentaras centraron la atención de los
partidos y la idea se diluyó.
También Nueva Visión para Mi País
(Nuvipa), un partido político de doctrina cristiana evangélica, ha propuesto
esta alternativa como salida a la crisis. Esta organización logró cerca de 1%
del voto en las parlamentarias, sin conquistar ningún escaño.
- Los Cachicamos ya no quieren trabajar
para las lapas -
Cuando el país estaba asimilando que
oposición y gobierno habían iniciado un proceso de diálogo para salir de la
crisis política, se generó un debate recio que se evidenció en espacios como
las redes sociales. En esos días, un grupo llamado Los Cachicamos publicó lo
que ha sido su post más polémico en Instagram: la imagen de Capriles, “Chúo”,
Ramos Allup y Borges, intervenida con los ojos de Chávez y la frase “todos son
Chávez”.
Es la publicación que más comentarios ha
recibido en la cuenta de este grupo que desde hace dos años difunde su Plan de
Desarrollo Nacional (PDN), bajo el lema “El despertar de los cachicamos”.
La postura de este movimiento es frontal
contra el gobierno y contra la oposición. Sus fundadores, Luis Enrique Gil y
Samuel Olson, vieron un vacío hace cuatro años al considerar que el Plan de la
Patria era inviable y que la oposición, entonces recién derrotada en las
presidenciales, no tenía una propuesta alternativa.
Articularon el PDN basado en siete
pilares: imposición de la paz, ideal del bien común, la autoridad, despegue
económico, desarrollo de la infraestructura, educación para el desarrollo y
nuevo orden del poder. Además, proponen que su implementación comience con un
gabinete de emergencia nacional, para aplicar las estrategias del desarrollo
entre las que incluyen seguridad personal, salud y soberanía.
No ven necesaria la inmediata
modificación de la Constitución, pero sí avanzar hacia un nuevo modelo de poder
con la Asamblea Nacional ejerciendo la Jefatura del Estado y el Ejecutivo la
Presidencia del Gobierno. Así como la creación del Poder para el Desarrollo
Nacional y el Poder Militar.
“Es un movimiento de gente que analiza
la realidad con base en la ciudadanía y no en una posición política o
ideológica. Está concebido como una tercera vía, porque la realidad no está en
la vocería del gobierno ni de la oposición”, señala Olson.
Agrega que el proyecto ha estado en
manos del gobierno y la oposición desde la primera edición “y hace dos años
decidimos hacerlo público y difundirlo a través de videos, folletos, las redes
sociales y un sitio web”.
Entre el liderazgo político no han
encontrado respaldo. Consideran que se debe a que “ellos rechazan tener algo
escrito porque limita la capacidad de guabineo de la política nacional”.
“Nosotros no tenemos nada que perder
porque no nos importa la evolución partidista o ideológica, sino el desarrollo
del país”, agrega contundente Olson quien comparte con Gil un programa que
difunden a través de YouTube llamado Desde la cueva, donde analizan los
acontecimientos políticos y económicos del país y, asegura, algunas veces se
han adelantado a los hechos que ocurrirán, lo que les ha ganado amenazas e
insultos.
“No somos la oposición ni creemos en la
oposición. La actual oposición es una plataforma electoralista que aparece en
los ciclos de elecciones y que insiste en jugar en una cancha y con unas reglas
que no controlan. Luego de electos usan los recursos y el tiempo para seguir en
campaña y no gobiernan. Obviamente los del gobierno son peores”, afirma Olson.
Como otros movimientos, ponen énfasis en
la participación de la ciudadanía para lograr un cambio de gobierno, por eso
Olson considera que “es responsabilidad de la ciudadanía pagar el precio, que
no es asistir a un mitin político o una marcha. El precio es pararse de verdad
en una posición de principios frente a un gobierno que le ha desarmado la vida
en todos los aspectos”.
La fotografía de las encuestas muestra
un escenario difuso en ese sentido. A pesar de las quejas constantes y el
reconocimiento de la gravedad de la crisis, la firma Venebarómetro, señala que
87,4% de los ciudadanos considera la situación del país como negativa, solo 50%
de los consultados está dispuesto a salir a manifestar por la suspensión del
revocatorio.
“Estamos justo en un momento donde la
gente va a salir a expresar su frustración. La ciudadanía es la que tiene
credibilidad porque los líderes no la tienen”, señala Olson y agrega que está
latente que se produzca un “cambio en el país que no va a tomar la forma que la
gente se espera, porque no hay un liderazgo que esté conectado a la realidad”.
- El chavismo crítico busca su espacio -
Lo que nació como una corriente crítica
que se incorporó al Partido Socialista Unido de Venezuela (Psuv) evoluciona
hacia una “oposición desde la izquierda”, con una propuesta que busca
“construir una nueva referencia política que se prepare para reiniciar el
camino de un anticapitalismo emancipador con horizonte socialista”. Se trata de
Marea Socialista, cuyos dirigentes, como Nicmer Evans, prefieren identificarse
con un “partido proscrito”, en referencia a la negativa del Consejo Nacional
Electoral y el Tribunal Supremo de Justicia a reconocerlos como un partido
político.
“Venimos del chavismo con postura
crítica pública, incluso con el presidente (Hugo) Chávez en el poder”, señala
Evans, politólogo y columnista en varios medios venezolanos. Asegura que tienen
presencia en 18 estados del país y su acción política tiene como base cuatro
plataformas: auditoría pública y ciudadana para luchar contra la corrupción y
la impunidad; contra el Arco Minero del Orinoco; pueblo en lucha y el chavismo
crítico; y defensa de la Constitución.
Todavía luchan en el TSJ por el nombre
de la organización, en un proceso cuya decisión tiene ya ocho meses de retraso.
Según una de sus publicaciones en el
portal Aporrea (principal vía de difusión de sus propuestas), su punto de
partida como alternativa es “el reagrupamiento del chavismo crítico y, abierto
al conjunto del pueblo que vive de su trabajo, la reconstrucción del proyecto
nacional de los excluidos, los marginados y los oprimidos”.
Intentaron participar en las elecciones
parlamentarias de diciembre de 2015, pero el CNE les negó la tarjeta. Probaron
con un partido ya constituido, Poder Laboral, pero el organismo electoral, a
través de la norma de paridad de género, prácticamente anuló todas sus
candidaturas.
“Hoy estamos convocando a las fuerzas
fuera de la polarización de la MUD o el Gran Polo Patriótico para ser un
referente real. No compartimos la política económica de Maduro, pero tampoco la
capitulación a intereses capitalistas internacionales”, afirma Evans.
El sector del chavismo descontento, como
algunos llaman a los venezolanos que todavía tienen simpatía por Chávez, pero
no por su heredero político, representan un grupo de 20,5% de la población,
según la encuestadora Keller, en contraste con un 18,8% que aún mantiene una
postura radical.
Por su parte, la firma Venebarómetro
señala que entre septiembre y diciembre el mandatario ganó algo de apoyo entre
los mismos chavistas. En la consulta de esta empresa 75,3% de los chavistas
manifestó apoyar a Maduro, un alza de 7,8 puntos con respecto a tres meses
antes.
Evans insiste en que se debe seguir
presionando para que el referendo revocatorio se convoque y de esta manera
“mostrar con votos” el descontento de los venezolanos con el gobierno de
Maduro. Sin importar que en este escenario un vicepresidente designado por el
mismo Maduro quedaría en el poder, el politólogo considera que este tendría un
país prácticamente ingobernable sabiendo que no cuenta con el respaldo de la
mayoría.
“En 2017 no se podrá avanzar si no hay
movilizaciones organizadas por los sectores sociales, no por la MUD. Los
estudiantes podrían ser una punta de lanza, los trabajadores, los campesinos…”,
señala y agrega que la oposición perdió el impulso de calle que le dio la
marcha del 1ero de septiembre.
Marea Socialista se plantea un nuevo
gobierno en el que no se profundice la actividad extractivista como eje central
de la economía y se pone como meta que en tres o cuatro años 40% de los
ingresos en divisas del país provengan de actividades no petroleras, si no de
industrias creadas con la reinversión de la renta petrolera.
Aunque aún no cuentan con un plan de
gobierno estructurado formalmente, se encuentran en la etapa de elaboración y
recopilación de las propuestas de su más reciente encuentro general donde
participaron delegados de la mayoría de los estados.
Son firmes críticos del denominado Arco
Minero e incluso interpusieron un recurso ante el TSJ que buscaba frenarlo.
Consideran que esta iniciativa que desarrolla el presidente Maduro es un ecosidio
y además una entrega de la soberanía nacional a empresas transnacionales.
Promueven también ajustes en el área económica como la unificación cambiaria,
el fortalecimiento del salario y manejo eficiente de las empresas estatales.
* Ficha técnica Venebarómetro: 1.200
entrevistas a mayores de 18 años en todo el país del 12 al 24 de noviembre de
2016. Error máximo admisible 2,37% para un nivel de confianza de 90%.
** Ficha técnica Keller: 1.200
encuestados, mayores de 18 años en 91 centros poblados del país entre el 28 de
octubre y 19 de noviembre. Error máximo admisible 2,89% para un nivel de
confianza de 95,5%.