Por
Periodista Gustavo Emilio Balanta Castilla. Colombia.
Era uno de los dichos que más usaba mi
abuela Niña Ana, cuando obtenía un triunfo que nadie esperaba. La comunidad
ancestral de Playa Blanca, en la ciudad de Cartagena de Indias, acaba de
propinarle un nocaut a los invasores de tarjeta de crédito que pretendían
arrebatarle su territorio ancestral.
La Corte Constitucional ratificó la
sentencia T485 – 15, mediante la cual reconoció los derechos ancestrales que
tienen sus habitantes al auto reconocerse como etnia, entre ellos, a la organización
comunitaria, la consulta previa y la Titulación Colectiva.
Esta combinación de golpes certeros como
en el combate de Fidel Bassa contra Dave McAulan en el año 1987 dejó atónito
sobre la lona a Jorge Rumié y bajo conteo de diez a los socios del proyecto
Playa Blanca Barú (Fonade, Valorem del Grupo Santo Domingo e Inmobiliaria Barú
de Gabriel Echavarría). Así culmina una dura pelea por la dignidad y la
reivindicación étnica sobre el territorio. Fueron años de humillación,
vejámenes, ultrajes y acosos para que los raizales y quienes se asumen como
tales, entregaran la herencia de sus abuelos a quienes se abrogan la potestad
sobre la ciudad y su “desarrollo”.
El Dr. Jorge Rumié expele un dejo
nostálgico porque el jugoso negocio de la mini Cancún se les esfumó y destila
un lamento con tufo de mal de rabia cuando afirma “se abre un precedente
alarmante para que sigan las invasiones en cualquier playa de Colombia”.
El alzaimer precoz del columnista Rumié,
hace que soslaye el continuo histórico de los de su condición sobre la
usurpación descarada de extensas franjas de territorio, generando desalojos y
destierros. Ello, con consecuencias muy distintas a las promesas de
empleabilidad y progreso de las comunidades afrodescendientes herederas del
territorio.
¿Cuántas megaobras se han y se están
ejecutando en la Isla de Barú? ¿Cuál es
el nivel de desarrollo humano real de las comunidades allí asentadas? ¿Será que
con comportamientos excluyentes Ustedes no estimulan lo que Usted llama
eufemísticamente “economía de cambuche”?
El subdesarrollo no se mide sólo en
términos de la inaplicabilidad de jugosas inversiones económicas como comporta
en este caso a una cifra cercana al millón de dólares norteamericanos; sino
también y sobre todo, al creciente deterioro del sentido humanista que
arrastran las gulas acumulativas sin medir el devenir de niños, niñas, jóvenes,
mujeres, hombres y mayores que tienen legítima posesión de sus tierras.
Hace Usted, Dr. Rumié, una afirmación
falaz al señalar que “Cartagena acaba de perder sus mejores playas y la
oportunidad histórica de solucionar bien su problema de pobreza”. La tragedia,
a la que Usted hace referencia es que Tierrabomba fue desplazada de Bocagrande
para la Isla de ese mismo nombre con ese cuento. Chambacú lo desterraron y los
índices de marginalidad e inequidad se acrecientan. En La Boquilla los
invasores de tarjeta de crédito arguyeron fórmula similar. En Pasacabllos ya no
comen cuento de esa diatriba y en Santa Ana del concreto rígido de la Vía pasan
al fango. ¿Entonces qué? ¿De qué hablamos?
Este ha sido un uppercut fulminante.
Bassa venció en el asalto trece y al ver caer a su contrincante, desde la
esquina neutra se dijo para sus adentros “este no se para más”. Así es Dr.
Rumié, retomando a mi abuela Niña Ana debemos decirle que Playa Blanca es
patrimonio de toda la ciudad y en especial de sus raizales. ¿Cómo les quedó el
ojo? ASHE.
Cartagena de Indias, 14 diciembre de
2016