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Cuando
se ahonda en las advocaciones marianas existentes en el mundo se encuentran los
destellos de la peculiaridad en cada costado por donde se mire, tanto por
la forma como se manifestaron ante la humanidad como por las características de
las imágenes. Desglosar los que envuelven la devoción de la Divina Pastora es
encontrarse con leyendas y realidades cautivadoras.
Desde
la forma cómo llegó la imagen al santuario de Santa Rosa y los milagros que se
le atribuyen hasta los detalles del
vestuario se cuentan entre las
peculiaridades de la Virgen que con
vestido, sombrero y báculo atrae a un pueblo deseoso por descubrir la bondad de
la madre María.
Para
desgranar las curiosidades dibujadas en
torno a la patrona de los larenses sirvieron como fuentes
el sacerdote Pablo Fidel
González, a cuyo cargo estuvo la parroquia de Santa Rosa durante 24 años; la
guía de sala del Museo Arquidiocesano Divina Pastora, María José Rodríguez; una
de las camareras de la Virgen, Yajaira Sánchez y el diseñador Daniel Brito.
Sin
autor
No
existen documentos sobre la compra de la
imagen. La única prueba relacionada con la existencia de esta es un inventario conservado en el
archivo arquidiocesano de Caracas donde quedó constancia de una visita pastoral
hecha por el padre Carlos Herrera a la parroquia Santa Rosa el 11 de septiembre
de 1746. Sin embargo, en ese informe, según se explica en el libro La Divina
Pastora. Historia de una devoción, de María Matilde Suárez y Carmen
Bethencourt, no hay referencias de adquisición de imágenes por parte del padre
Sebastián Bernal, párroco encargado de Santa Rosa en ese entonces.
Por
la falta de pruebas físicas registradas tampoco ha sido posible conocer dónde
ni quién moldeó la imagen. En el texto
antes citado se sugiere que fueron los capuchinos y que la encargaron a
tallistas en Sevilla, España, entre 1715 y 1724, porque en esos años el apostolado
de la Virgen se encontraba en plena expansión.
Es
una leyenda
Es
una leyenda el extracto de la historia sobre la llegada de la Divina Pastora al
pueblo Santa Rosa del Cerrito, según la cual en 1740 ocurrió por una
confusión en la entrega de los bultos de
la Inmaculada Concepción y la Divina Pastora encargados por el vicario de la
Iglesia Inmaculada Concepción de Barquisimeto y Sebastián Bernal de Santa Rosa.
El
presbítero González explica que no hay soportes fidedignos como documentos
oficiales de compra que reflejen tal adquisición. De modo que también es falso
el hecho de que la imagen haya tomado un peso extraordinario cuando quisieron
regresarla al sitio original.
Además,
esta misma versión atribuida al hermano Nectario María coincide con el relato
de otras advocaciones marianas del país.
Los
vestidos
Por
ser una imagen articulada y no un
lienzo, parte de las expectativas que guardan los feligreses los días previos al 14 de enero es sobre el
vestido que llevará puesto durante la procesión. De la elaboración de la
indumentaria completa (blusa, falda y manto) anualmente se encarga un grupo de
apostolado y no en pocas ocasiones las telas con las que los confeccionan son traídas del exterior.
Por eso, no es extraño ver encajes franceses o suizos y rasos italianos o españoles.
Siempre es el
mismo corte, lo único que cambia es la
tela y el bordado, resaltó el diseñador Daniel Brito.
Uno
de los trajes elaborados en la última década que mayor resonancia ha tenido fue
el de 2015, cuando el diseñador
barquisimetano Luis Perdomo lo ideó por petición de la congregación de los salesianos encargados de la donación.
Hay
quienes creen que
cuando la visten de colores como el vinotinto el rostro luce de un tono más oscuro y cuando lleva uno
rojo, más claro. El Niño Jesús
que lleva la Virgen en el regazo usa faldellín, escarpines bordados o
zapatos.
La
Divina Pastora siempre lleva zapatos,
calza 36 y esa es la única
diferencia respecto a la réplica, pues
esta usa calzado número 37.
Los
accesorios
Cada
14 de enero a la Divina Pastora la alistan con las joyas y el vestido diseñado
exclusivamente para ese día. El
sombrero es el mismo desde 1919, cuando lo trajeron de Perú. Está hecho
de plata.
Encima
del sombrero le colocan una diadema hecha en Brasil con piedras preciosas, oro
de 24 quilates y una cruz de perlas. La recibió el día de la coronación
canónica. El báculo sí lo cambian con regularidad. El que usará en la procesión
de este año es de cristal y fue
diseñado por Alex Apóstol y Eliecer
Yépez.
Distinto
a los días que reposa en el santuario el 14 de enero lleva colgando un rosario
de oro elaborado en 2006. Está compuesto
por 150 rosas de oro. Se le agregó un
topacio que el papa Benedicto XVI donó cuando fue llevado a Roma para
que lo bendijera.
Desde
2015, el Niño Jesús tiene una corona
nueva. La diseñó Daniel Brito y
fue elaborada en Roma. Se caracteriza por ser de ocho puntas. Está inspirada en el
año de la misericordia. Por eso, está decorada con rubíes y zafiros.
En
el cine
En
1928, se estrenó una película de
Amábilis Cordero titulada “Los milagros de la Divina Pastora”. Estaba basada en el libro Historia de la Divina
Pastora de Santa Rosa, de Nectario María. La producción corrió por cuenta de
Estudios Cinematográficos Lara y la estrenaron en el teatro Bolívar de
Barquisimeto.
En
las escenas, protagonizadas por
reconocidos actores barquisimetanos, mostraban la adquisición de la
imagen, el cólera sufrido por la
población, la muerte del padre Macario
Yépez y la procesión. Después de mostrarla en la capital larense fue llevada a
Caracas, Valencia, Puerto Cabello y otras ciudades del país.
Señales
de fe
Como
señal de agradecimiento por un favor
concedido o como parte de una promesa los fieles suelen llevar objetos como
medallas, implementos deportivos, obras de arte y placas hasta la iglesia de
Santa Rosa.
Para
ordenarlas se creó el Museo Arquidiocesano. Allí, a un lado del santuario, se
guardan los símbolos de estas manifestaciones de fe. En total tres baúles
almacenan las figuras de plomo llevadas por los devotos. En cada uno hay más de
100 piezas.
En
cuanto a los trozos de cabello estos
suelen ser dejados por madres que encomiendan la curación de una enfermedad de
sus hijos o de mujeres incapaces de concebir. Lo usan para hacer la peluca de
la imagen y para donarlos a las instituciones de pacientes con cáncer.
Entre
las historias recientes más impactantes, relata la encargada del recorrido del
museo, está la de una mujer de 30 años de cabello liso que se comprometió a
cortárselo y llevarlo si salía embarazada. Se cristalizó el anhelo y en una
caja tapada entregó el cabello. Cuando
la destaparon dentro del museo, el pelo se había ondulado como el de la Divina
Pastora.