Biografia.
ALJER. Alto Apure.
"Al final, lo que importa no son
los años de vida, sino la vida de los años". Frase de Abraham Lincoln.
Hibert José Ereu Pérez nace el 09 de
julio de 1976, en la ciudad de Guasdualito, capital del municipio Páez del
estado Apure, en el seno de un hogar humilde y digno, conformado por el señor
Alcides Argenis Ereú (maestro rural) y la señora Doris Marina Pérez de Ereú
(secretaria). Completarían el núcleo familiar sus hermanos consanguíneos José
Gregorio (Yoyo), Aljer (Chino), Argenis José y William José. Todos ellos
formados con criterios responsables y sensatos. Sus años de infancia
transcurren en casa de su abuela materna María Ereú, ubicada en la avenida El
Marques del Pumar.
Es allí donde va adquiriendo valores
personales, familiares y sociales, inculcados por sus padres, y, en donde junto
a sus hermanos y primos vive una infancia de regocijo, humildad y
compenetración. Como todo niño las chiquilladas y tremenduras estarían siempre
presentes en su día a día. Una anécdota entre tantas para recordar, sería la
ocasión en que destrozaría un ventilador grande meciéndose junto a su hermano
Argenis en una hamaca, imaginando ambos cabalgar en un caballito salvaje;
luego, para esquivar el castigo culparía a una morrocoya de tal acción.
Es en el Colegio Santa Rosa de Lima en
donde inicia sus estudios de primaria, siendo una de sus más recordadas
preceptoras la profesora Lina Rojas. Culminaría esta etapa educacional en la
Escuela Básica Concentrada de Pueblo Viejo, bajo la tutela de los maestros:
Rosa Taquiva, Pedro Madrid, Vicente Nádales y de su propio padre. Sus
habilidades, destrezas y conocimientos lo harían destacar en mayor grado en la
parte numérica, en la que demostró tener amplia facilidad para su
entendimiento.
Durante el transcurso del año 1985 sus
padres deciden radicarse en la Urbanización Francisco Antonio Padilla del
barrio Las Carpas. En esta nueva dirección de residencia granjea inmediatamente
amistades juveniles, así como el aprecio de vecinos que llegaron a estimarlo
durante toda su vida de forma magnánima y sincera. Hibert José siempre se
mostraría colaborador al momento de emprender alguna labor en pro de su
comunidad, pertenecería al equipo de futbol de la urbanización, destacándose en
el campo de juego como un excelente defensor; en beisbol y softbol igualmente
brillaría por su agilidad y potente brazo derecho. Además, otro aspecto muy
conocido de él, era su afición total a la música llanera.
En el año 1992 inicia labores en el
Hospital José Antonio Páez, desempeñando diversas funciones como empleado de
este centro de atención. Allí también cultivaría buenas y grandes amistades que
valorarían en mucho su compañerismo y solidaridad en momentos de apremio. Para
1997 conoce a la joven palmaritense Neida Migdalia Plana, con quien se uniría
en matrimonio, procreando dos hermoso retoños: Neibert Mariana y José Gregorio
(Gregorito), sus grandes motivos de vida y lucha.
Llegaría el año 2001, y con él, su lucha
contra la insuficiencia renal. Para ese entonces solo contaba con 24 años de
edad. Debido a las circunstancias tiene que emigrar acompañado de su bondadosa
e inseparable madre, y su esposa Neida, a la capital del estado Apure (San
Fernando) para iniciar la terapia de diálisis en la Clínica Médicos del Sur. En
este tratamiento permanecería alrededor de un año mientras se lograba su
estabilización, en el transcurso del proceso siempre mostraría valentía, coraje
y determinación ante la adversidad. En un inmenso gesto de amor su padre
(Alcides) decide donarle un riñón, para que así descansara y lograr prolongar
su vida; llegado el momento, acompañado de su familia se dirige a la ciudad de
Caracas para someterse al trasplante del órgano. Sus columnas de apoyo además
del Dios Eterno, serían sus familiares de Guasdualito y de San Fernando. La
operación guiada por la mano divina sería un éxito. Triunfante regresaría a
Guasdualito una hermosa tarde de primavera, siendo recibido con alegría y
regocijo por sus seres queridos y amistades.
En el año 2002 nacería su hijo varón
José Gregorio, siendo este niño apadrinado por su gran amigo el castrense Pedro
Nádales. Este nuevo ser vendría a completar la felicidad de Hibert José, la
vida le sonreía al gran joven, al gran guerrero, a Mano Hibert. Pero
lamentablemente el ser trasplantado conlleva muchas implicaciones. Tal vez, el
uso constante de los medicamentos anti rechazo contribuiría al deterioro del
nuevo órgano renal. Se reiniciaba su férrea batalla por la vida. Afectado por
fuertes dolencias tiene que partir a Caracas para una nueva operación, esta vez
para extraerle el riñón de su padre, gravemente deteriorado. En el Hospital
Universitario piso 11 del Servicio de Nefrología quedaría su recuerdo de lucha.
El diagnóstico médico fue desalentador: habría que dializarlo de nuevo. Es en
ese momento, cuando en la habitación clínica pide a su madre y esposa que lo
regresen a Guasdualito, asumiendo con gallardía el riesgo de realizarse el
mismo la diálisis peritoneal. La parte médica no daba muchas esperanzas de
vida, sin embargo, amparado y fortalecido por el Padre Celestial, con su
determinación lograría nuevamente vencer la aquejante enfermedad. En el año
2014 sufriría otra grave recaída teniendo que partir de emergencia hasta la
ciudad de Maracay (Aragua) para una nueva intervención quirúrgica; su primo el
joven médico Maykel Pérez, en una rápida acción lograría salvarle la vida, dos
meses después regresaría lleno de ilusiones a su pueblo y hogar viviendo varios
años más.
Quien haya conocido a Hibert José; sabrá
de su valentía, humildad, serenidad, bondad y temple como ser humano. Su
ejemplo de gallardía hasta su último aliento de vida es de admirar, nunca una
queja, nunca un lamento, soportando en silencio su cruz, alentando a los pacientes
renales y enfermos, animándolos a nunca rendirse. El día 07 de febrero de 2017,
siendo las 7.45 pm, aceptaría la invitación de nuestro señor Jesucristo para
que descansara de sus dolencias y disfrutara para siempre del preciado y
anhelado galardón de la vida eterna, dada por el salvador de la humanidad de
forma gratuita a través de su vida, sufrimiento y resurrección. El día de la
siembra de su cuerpo inerte, un hermoso cielo con una larga columna de nubes
fastuosas, sería la señal simbólica de su entrada triunfal en compañía de los
ángeles al paraíso celestial, en donde la vida nunca termina. Que grande eres
hermano querido, y digo eres, porque no moriste para nosotros, solo fue un
hasta luego, iremos a tu encuentro.
Jesús le dijo: Yo soy la resurrección y
la vida; el que cree en mí, aunque muera, vivirá.Juan 11:25
Al toque de la última trompeta los
muertos en Cristo resucitaran como seres inmortales. 1 Corintios 15-53.
¡Que victoria tan grande la muerte ha
sido absorbida. ¿Dónde esta muerte tu victoria? ¿Dónde esta muerte tu aguijón?
1 Corintios 15-54