Opinión.
Jesús Humanes.
Para superar a crisis de gobernabilidad
es necesario e importante que se cuente con el apoyo y no la acción directa de
los militares. El 23 de enero del año 1958, la dictadura de Pérez Jiménez llego
a su fin por las acciones de los civiles; por el trabajo realizado durante
largo tiempo en la clandestinidad de los partidos políticos conjuntamente con
los estudiantes, la clase obrera y el apoyo de la Iglesia Católica desde el 1ro
de mayo del 57.
El 1ro de mayo de 1957, el arzobispo de
Caracas, el Dr. Rafael Ignacio Arias Blanco, leyó una Carta Pastoral –escrita
por el obispo Feliciano González Ascanio-, donde se señalaban una cantidad de
“observaciones” frente a las conductas del Gobierno del general Marcos
Evangelista Pérez Jiménez. El 1ro de enero del año 1958, siete meses después de
la Carta Pastoral, dos grupos de militares, trataron, por separado de darle un
golpe de estado a Pérez Jiménez, acción que indiscutiblemente hizo mella en la
gobernabilidad del régimen, pero fue el 23 de enero tras tres días de una
huelga general indefinida, convocada por los trabajadores para el 21.
Fueron tres días durante los cuales,
-cuando menos en Caracas-, no se movieron ni las hojas de los árboles; dicha
acción fue la gota que reboso el vaso y dio al traste con la dictadura. El
arduo trabajo de la resistencia en la clandestinidad dio sus frutos y coronó
con éxito. La Junta Patriótica constituida, ante el vacío de poder dejado por
el dictador al huir, lo que hizo fue convocar al militar con más alto rango
para que las fuerzas armadas fuesen el árbitro que evitara el caos que originó
el vacío de poder resultante.
A diferencia de Cuando Chávez acepto la
solicitud de renuncia que le hizo el alto mando militar, también se generó un
vacío de poder, que algunos miembros del alto mando, con el títere de Carmona
como pantalla, aprovecharon para dar un golpe de estado que justificó que
Baduel, García Carneiro y unos facinerosos regresaran a Chávez .
La situación de crisis económica,
social, política, conjuntamente con las acciones de la sociedad civil en la
resistencia, tarde o temprano dará como resultado el fin de este desgobierno y
se generará una vez más un vacío de poder. En esta ocasión, -si hemos aprendido
la lección-, es menester como lo hizo la Junta Patriótica en el 58, llamar,
invitar e incluir al militar demás alto rango militar para que se integre y
sean las fuerzas armadas los garantes que eviten el caos que originará el vacío
de poder resultante.
Siempre ha sido y será siempre necesaria
la participación del ente militar más no la acción directa y a cuenta propia
del mismo en el trayecto a recorrer entre una dictadura y la democracia. En el
58 Larrazábal fue esa figura, hoy día requerimos otro Larrazábal, no otro
Baduel, o García Carneiro, tampoco otro Pinochet como algunos esperan y
aspiran. Solamente cuando se posa un mosquito en un testículo, es cuando nos
damos cuenta de que siempre hay alguna manera de resolver el problema sin usar
la violencia.