Prensa. elestimulo.com
Un exsenador ruso
fue sentenciado a siete años de prisión por malversar 17,4 millones de dólares
destinados a la construcción de plantas de fabricación de fusiles de asalto
Kalashnikov en Venezuela.
Sergey
Popelnyukhov, antiguo legislador de la localidad rusa de Belgorod (oeste), fue
sentenciado el lunes por el tribunal del Distrito de Lefortovsky de Moscú,
aseguró la página Russian Legal Information Agency (Rapsi) dedicada a
informaciones de tribunales.
De acuerdo con
la Fiscalía General de Rusia, Popelnyukhov malversó 1.100 millones de rublos
(17,4 millones de dólares) que su empresa Stroyinvestengineering Su-848 había
recibido del gobierno de Venezuela para construir plantas para la producción de
fusiles y municiones auxiliares.
El acuerdo formó
parte de un contrato suscrito con la estatal rusa Rosoboronexport, una de las
mayores empresas dedicadas a la venta de armas en el mundo, que entabló la
demanda junto al ministerio del Interior ruso.
El tribunal
encontró que Popelnyukhov había elaborado “un plan criminal por robar dinero”,
citó la nota de Rapsi. La defensa del acusado afirmaba que las plantas no se
construyeron debido al alto índice de inflación en Venezuela, uno de los
mayores del mundo según analistas.
Los
constructores involucrados en las instalaciones industriales reportaron
retrasos de largo plazo en los pagos de salarios a los involucrados del
proyecto. Esta situación atrajo la atención del departamento del Servicio
Federal de Seguridad (FSB) responsable de la seguridad en los objetos
industriales. Los plazos para poner en funcionamiento las instalaciones se
pospusieron repetidamente hasta finales de 2015.
El tribunal
concedió una demanda presentada por Rosoboronexport empresa de comercio de
armas que exigen recaudar 1.14 millones de rublos de Popelnyukhov.
Una planta para
la guerra no convencional
En medio de la llamada “guerra no
convencional” que decía enfrentar con Estados Unidos, el fallecido presidente
Hugo Chávez anunció en 2006 la construcción de una planta de fusiles en
Maracay. El proyecto esperaba iniciar operaciones en 2009. Luego fue pospuesto
para 2011, 2012 y 2015, de acuerdo a las declaraciones de responsables del
proyecto en Rusia.
La fábrica
esperaba tener la capacidad de producir anualmente 25 mil fusiles y 70 millones
de cartuchos, según dijo el general Julio César Morales, entonces presidente de
la estatal Cavim (Compañía Anónima Venezolana de Industrias Militares).
El gobierno de
Chávez inició en 2004 importantes compras de armas a Rusia, pese a las críticas
de Estados Unidos, que incluyeron la adquisición de 100.000 fusiles Kalashnikov
AK 103, 53 helicópteros y 24 aviones Sukhoi, por un monto cercano a los 4.400
millones de dólares.
Como parte del
acuerdo de adquisición de los fusiles, Rusia se comprometió con Venezuela a
apoyarla en la construcción de esta fábrica que no prosperó.
La adquisición
armamentista a países como Rusia y China despertó la alerta de la opinión
pública y ONGs, junto al acuerdo de confidencialidad que se pactó en la última
Asamblea Nacional (AN) chavista, antes del triunfo opositor del 6 de diciembre
de 2015.
Un silencio
marca los acuerdos militares suscritos por el chavismo con Rusia y Bielorrusia.
Según el Instituto de Investigaciones de Paz de Estocolmo (SIPRI), Venezuela
gastó 162 millones de dólares en compra de armas en 2015, gasto que se acumula
a los 5.620 millones de dólares invertidos en los últimos años de gobierno,
según un artículo elaborado por la revista Climax.
Entre sus
vaguedades, la Memoria y Cuenta 2015 del Ministerio de Defensa especifica las
únicas inversiones: 997 armas de servicio para la Fuerza Armada Nacional
Bolivariana y 13.605 cartuchos calibre 7,62 x 39 mm tipo bala adquiridos bajo
un contrato en ejecución.