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Los votantes puertorriqueños escogieron
el domingo por abrumadora mayoría convertirse en estado de Estados Unidos en un
referendo no vinculante efectuado en medio de una profunda crisis económica que
ha causado un éxodo de puertorriqueños hacia territorio continental
estadounidense.
El gobernador de Puerto Rico, Ricardo
Rosselló, anunció que casi medio millón de electores apoyaron la estadidad, más
de 7.600 a la libre asociación con independencia y casi 6.700 a la
independencia, según resultados preliminares.
“Hoy los puertorriqueños estamos
enviando un mensaje fuerte y claro al mundo, reclamando la igualdad de derechos
como ciudadanos americanos”, dijo Rosselló en un mensaje a la isla.
“Nos corresponde ahora llevar esos
resultados a Washington con la fuerza que representa el cumplimiento de un
ejercicio democrático, supervisado por una Misión de Observadores Nacionales e
Internacionales, que han validado el proceso como uno debidamente organizado,
justo y democrático. Dicha misión estará rindiendo un informe al Congreso y al
Gobierno federal sobre esta histórica elección”, remarcó Rosselló.
Como la afluencia en las urnas fue de
apenas 23%, los detractores pusieron en duda la validez de la votación, que
varios partidos habían boicoteado. "Ocho de cada diez electores no le
hicieron caso al gobierno, no fueron a votar", afirmó el presidente del
Partido Popular Democrático, Héctor Ferrer, al resaltar la poca importancia del
evento electoral.
Como sea, esa circunstancia no coartó al
gobernador Rosselló para anunciar que su gobierno seguirá adelante con el
objetivo de convertir a la isla en el estado 51 de Estados Unidos al declarar
que Puerto Rico votó a favor de la estadidad. El gobernador dijo que decidió
crear una comisión que buscará que el Congreso valide el resultado del
plebiscito.
Es el Congreso federal de Estados Unidos
quien tiene la última palabra en cualquier cambio a la condición política de la
isla, pero Rosselló dijo que en cualquier democracia, la voluntad expresada de
la mayoría en un proceso electoral debe prevalecer siempre, apuntó.
Sería altamente contradictorio que
Washington exija democracia en otras partes del mundo y no responda al derecho
legítimo de la autodeterminación ejercida hoy en el territorio estadounidense
de Puerto Rico, agregó.
El nivel de votación fue el más bajo
desde 1967 en comparación con otros procesos electorales en Puerto Rico, según
Carlos Vargas Ramos, del Centro de Estudios Puertorriqueños en la Universidad
Hunter de Nueva York. Señaló que incluso entre los electores
que apoyan que la isla se convierta en estado de Estados Unidos, la afluencia
fue menor este año en comparación con la consulta de 2012.
El referendo se efectuó en el 100mo
aniversario de la fecha en la que Estados Unidos concedió la ciudadanía
estadounidense a los puertorriqueños, aunque no pueden votar para elegir
presidente y solo tienen un representante legislativo con poderes de voto limitados.