Prensa.
Prototipo Octavio Estrada.
Fotos: Fulvio /
Archivo: Estrada-Sassi
Al
hablar de Ferrucio estamos refiriéndonos a uno de los mejores pilotos en la
historia de la motovelocidad nacional, tal como hace muchos años nos lo
confirmó uno de sus grandes rivales y amigos, don Pedro José Betancourt. Al
iniciar este 2018 empleamos una foto precisamente de Ferrucio para anunciar la
creación del Salón de la Fama del Motociclismo Venezolano, tarea que esperamos
dar inicio antes de culminar el presente año. La familia de Dalle Fusine tiene
previsto efectuar la próxima semana una misa en Caracas que será ofrecida a la
memoria del campeón y preparador. Las crónicas de las 500 Millas de Interlagos
de 1972 y 1973 las encuentran en http://motosclassicas70.com.br/500_M_72.htm y
http://motosclassicas70.com.br/500_milhas.htm)
El
doble campeón del mundo lo recordó con emoción
FERRUCIO
DALLE FUSINE DIRIGIÓ LOS ÉXITOS DE CARLOS LAVADO
La
reciente desaparición física de Ferrucio Dalle Fusine, uno de los mejores
motociclistas de la historia de Venezuela, causó enorme consternación en el
ambiente de las dos ruedas, pero nadie sintió tanto su partida como el
bicampeón mundial Carlos Lavado Jones, dupla piloto-mecánico perteneciente al
equipo Venemotos Yamaha que marcó una era en el escenario internacional durante
la década de los ochenta en la categoría 250cc.
Ferrucio
Dalle Fusine falleció el pasado 6 de febrero en Italia a los 81 años de edad,
dejando un legado de éxitos que se prolongó casi medio siglo, al triunfar
primero como piloto en las pistas venezolanas y luego como responsable técnico
principal del equipo Venemotos, formación en la que trabajó con leyendas como
Johnny Cecotto, Carlos Lavado e Iván Palazzese.
El
caraqueño Carlos Lavado evocó algunas de las anécdotas vividas durante los casi
diez años en los que trabajaron juntos, período que llegaron a conquistar 17
victorias y más de cuarenta podios que
le permitirían asegurar dos títulos mundiales en la clase 250cc, además de
culminar tercero en la tabla de fin de año en dos temporadas más.
“Mi
relación con Ferrucio era muy especial, fue mucho más allá del vínculo común
entre piloto y mecánico - recuerda Carlos Lavado - Empecé a trabajar
directamente con él a partir de 1981 cuando competíamos en el Mundial de 250 y
350cc; era una persona exigente, pero me tuvo mucha paciencia, diría mejor,
infinita paciencia. Él conocía todos los secretos del motociclismo porque
primero fue un gran campeón en la pista y luego como preparador: la confianza y
amistad entre nosotros se hizo muy fuerte, tanto que fue el padrino de mi hija
mayor, Bárbara, así que éramos compadres”.
Ferrucio
Dalle Fusine, nació en Italia el 19 de mayo de 1936 y arribó a Venezuela a
mediados de la década del cincuenta. Apenas veinteañero, venía precedido por
algunos éxitos en competencias disputadas en Italia y Suiza, pero sería en los
circuitos callejeros de Los Próceres (Caracas), El Limón (Maracay), San Juan de
los Morros (Guárico), Barquisimeto (Lara) o San Felipe (Yaracuy), donde a los
mandos de máquinas identificadas siempre con el número 4, comenzó a labrarse un
sólido respeto y cariño de la afición, enfrentándose a los grandes campeones de
la época en las cilindradas superiores, encabezados por Pedro José Betancourt,
Andrea Ippolito, José Antonio Vivas, Lambert Danzer y Guillermo Maas, entre
otros.
“Él
sabía apenas con un gesto de mi parte las cosas que podía necesitar la moto -
precisa Carlos Lavado - tenía una capacidad para interpretar y anticiparse a
los problemas, y fueron muchas las veces que ese conocimiento nos permitió
resolver contratiempos de último momento y alcanzar triunfos. El mejor ejemplo
fue en el GP de Yugoslavia de 1983, el año en el que gané mi primer campeonato
mundial: la moto había tenido una falla en las pruebas del warmup antes de la
carrera, se había apagado un cilindro. En la vuelta previa para ir a parrilla
de salida, la moto se paró, pero Ferrucio saltó con un encendido en la mano y tras
llegar a la grilla, pudo cambiarlo y así ganamos en Rijeka. Algo así nadie lo
podía hacer. Aquella vez también mi gran amigo Angelito Nieto me dio una mano
enorme, porque el pobre tuvo que empujar la moto más de un kilómetro y ayudó a
que se atrasara la salida para darle tiempo a los mecánicos de cambiar la
pieza”.
Campeón
nacional en las categorías 250, 350 y 500cc, Ferrucio Dalle Fusine contaba en
sus inicios con el respaldo técnico de su padre, el también preparador José
Dalle Fusine, quien atendía las diferentes motos italianas como Sultana, Rumi,
Mv Agusta, Mondial, Gilera o Ducati, así como las británicas AJS, BSA y
Matchless. Su trayectoria en las pistas se prolongó hasta el segundo lustro de
los setenta, ya como integrante del equipo que dirigía su gran amigo y rival en
la pistas, Andrea Ippolito.
“Claro
que Ferruchín también tenía su carácter - finaliza Lavado - se enojaba bastante
y con razón cuando me caía o cometía algún error, en especial en aquellas
carreras en las que tenía más de 15 segundos de ventaja y sin que yo encontrase
una explicación, terminaba en el piso… Salvo mis dos primeros triunfos en los
GP de Venezuela en 350 de 1979 y el de Holanda de 250cc en 1980, en las
siguientes 17 victorias siempre tuve a Ferrucio en el muro de los pits. En 1980
el equipo Venemotos tenía a Ferrucio trabajando con Johnny (Cecotto) en 500 y
350cc, mientras yo estaba con Ángelo (Frontierri) en 350 y 250cc”.
La
química que desarrolló la dupla Dalle Fusine-Lavado dentro y fuera de las
pistas, no pudo repetirse con otros integrantes de la escudería Venemotos, como
fue el caso de Iván Palazzese, quien abandonó el equipo a mediados de la
temporada 1984, mientras en 1989, el menor de los hermanos Lavado Jones, Luis
Eduardo, tampoco pudo desarrollar la misma empatía que supo labrar el bicampeón
mundial Carlos Lavado.
FERRUCIO
LE ENTREGÓ EL TESTIGO A JOHNNY CECOTTO
En
su primera etapa como corredor, Ferrucio sufrió el dolor de perder a su hermano
menor Benigno. Conocido con el
diminutivo de Beni, también se proyectaba como un gran piloto, pero en 1960,
sufrió un accidente de tránsito ocurrido en la avenida Fuerzas Armadas de
Caracas, percance aparentemente de menor magnitud, pero que acabó con la vida
del joven de apenas 20 años de edad. Ferrucio se encontraba en ese momento en
Buenos Aires, Argentina, junto a la delegación venezolana que iba a competir en
el Campeonato Suramericano, presentación que canceló para retornar de inmediato
al conocer la infausta noticia.
Con
la construcción de los primeros circuitos permanentes en el país, Ferrucio
Dalle Fusine se adjudicó en 1970 las 6 Horas de San Carlos, a los mandos de una
Triumph de 750cc que compartió con su buen amigo Agustín Cangas, quien volvía
al asfalto de forma ocasional luego de un prolongado retiro. En 1972, Ferrucio
sube al podio en las 500 Millas de Interlagos, en Brasil, en dupla con Pedro
José Bettancourt, esta vez en una Yamaha 250cc de dos tiempos.
Un
año después, con más de media docena de títulos nacionales en su poder, el
veterano Ferrucio Dalle Fusine viajaba nuevamente a Sao Paulo, donde iba a
compartir por primera vez con una joven promesa venezolana de 17 años. ¿Su
nombre? Johnny Cecotto, en su estreno internacional. En la maratónica carrera
de 800 kilómetros sobre el trazado de 8 kilómetros de longitud, el adolescente
caraqueño marca los mejores tiempos, pero sufre una caída al comenzar la carrera,
lo que los obliga a una épica remontada que los recompensó con el tercer puesto
final.
Ferrucio
Dalle Fusine se mantuvo activo algunas temporadas más e incluso, cercano a los
41 años, tomó la salida en la primera edición del Gran Premio de Venezuela de
1977 en la división 350cc, donde consigue marcar el décimo tiempo durante la
clasificación entre 27 participantes, ubicándose a pocas décimas del futuro
campeón mundial Franco Uncini, aunque en carrera fue uno de los primeros en
abandonar debido a fallos en su máquina. En 1978 volvió a intentarlo en San
Carlos, aunque nuevamente tuvo que retirarse por desperfectos en su Yamaha de
350cc.
Perteneciente
no solo a una generación de excepcionales pilotos sino también de verdaderos
artesanos de la mecánica, Ferrucio Dalle Fusine primero manejó las motos
preparadas por Ángelo Frontierri, Italo Cicchetti y el mismo Andrea Ippolito, este último,
convertido en exitoso mánager del equipo Venemotos Yamaha, escudería que a
partir del segundo lustro de los años sesenta alcanzaría sus primeras
conquistas en trazados de Venezuela y Suramérica, para pocos años después
extender ese dominio en escenarios de todo el planeta.
Como
responsable técnico de Venemotos, además de acompañar en sus horas de gloria a
Carlos Lavado, Dalle Fusine también estuvo junto a Johnny Cecotto en la
temporada de despedida de éste en las dos ruedas, llevándose la victoria en el
Gran Premio de Italia de 1980 en 350cc, cita inaugural de la categoría que
resultaría la última obtenida por Cecotto en el motomundial.
En
las últimas temporadas del equipo Venemotos en Europa, Ferrucio Dalle Fusine
tuvo bajo su mando a algunas promesas venezolanas, como Luis Eduardo Lavado
Jones, así como al también caraqueño José Barresi, aunque sería el brasileño
Alexander Barros el único que logró capitalizar el impulso que le brindó el ser
parte de la formación venezolana en la categoría del cuarto de litro,
proyectándose hacia una prolongada y exitosa trayectoria en la máxima división
500cc.
Al
igual que todos los pioneros que forjaron la historia del motociclismo
nacional, Ferrucio Dalle Fusine dejó una escuela imborrable dentro y fuera de
las pistas, conocimientos que supo transmitir a todas las generaciones que lo
acompañaron en las pistas de Venezuela y el mundo.