El novato de los
Yanquis nació con el don del éxito y comenzó a mostrar destellos desde muy
pequeño
Prensa. Diario Lider.
En 1997, cuando Bartolo
Colón realizó su primer lanzamiento en las Grandes Ligas, Gleyber
Torres apenas tenía
3 meses de haber nacido. Hace poco más de una semana, específicamente el lunes
21 de Mayo, por primera vez en su carrera, el venezolano de apenas 21 años de
edad, enfrentaba al veterano lanzador dominicano. El resultado fue el siguiente:
dos cuadrangulares y tres carreras remolcadas. En ese preciso instante, aquella
premisa con la que aquel muchacho oriundo de Caracas,
parroquia San Bernardino, había llegado a las Grandes Ligas se
cumplió. Ser el próximo ídolo en los Yanquis de Nueva York.
Los días posteriores a ese par de bambinazos fueron de
júbilo, tanto para la afición del Bronx, como para la familia Torres. Con
cuatro juegos en fila dando cuadrangulares, Gleyber se había convertido en el
jugador más joven en la Liga Americana en lograr tal hazaña. Incluso, superando
al propio Mickey Mantle (1952). Todo eso quizás estaba escrito, pues como
afirma su padre, Eusebio Torres, vía telefónica, “Gleyber nació con el don de
jugar pelota profesional”.
“Gleyber comenzó a jugar beisbol a la edad de los 5
años”, comenta el señor Torres desde otro lado del hilo telefónico. “En ese
momento quisimos meter a Gleyber en una actividad recreativa y deportiva que
fuese a la par de sus compromisos académicos”. Sus primeros pasos en la pelota transcurrieron en las
pequeñas Ligas en la divisa Aguiluchos, perteneciente a la Liga Leoncio
Martínez del estado Miranda, pero desde muy temprano, la nueva figura de los
Bombarderos comenzó a mostrar madera para tomar al beisbol como una verdadera
profesión. “Cuando Gleyber tenía la edad entre 8 y 9 años comenzamos a ver
destellos de que presentaba un talento especial”, agregó su progenitor. “Tenía
destreza y esa capacidad para jugar duro”.
Confianza de sus padres
Uno de los alicientes que formaron a Gleyber Torres como
una futura estrella fue la confianza de sus padres en la etapa crucial de su
adolescencia antes de firmar en la pelota profesional.
Su desempeño en la academia de Ciro Barrios en Turmero
(Aragua) fue excelente, tanto así que firmó por 1.7 millones con los Cachorros
de Chicago el 2 de julio de 2013. “Siempre le dije a Gleyber que no fuera uno
más del montón y como que se lo tomó en serio”, indicó Eusebio Torres.
Ese muchacho, quien creció admirando a Omar Vizquel; a
Asdrúbal Cabrera y sobretodo a David Wright, se convirtió en una de las nuevas
caras de la franquicia de los Yanquis desde este 2018. “Solo dos veces he escuchado llorar a Gleyber por
teléfono. Cuando lo cambiaron a los Yanquis, por el hecho de haber salido de la
organización que lo firmó como profesional y tras sufrir la lesión en 2017”, aclaró su padre. “De
inmediato que llegó a Nueva York entendió la responsabilidad que conllevaba
tener la camisa de rayas. Hay mucha historia de beisbol en ese equipo”.
Paciencia… mucha paciencia
Torres tuvo que esperar hasta 5 años en las Ligas
Menores para alcanzar el máximo nivel; sin embargo, eso nunca fue obstáculo en
su desempeño. En su paso por Clase A, AA y AAA dejó promedio de .292 con 455
hits y .370 de OBP. “Gleyber siempre esperó su momento”, destacó Torres.
“Nunca hubo desespero. Simplemente pensábamos que el día estaba más cerca”. Ahora la historia es otra. Tras su debut con el equipo
grande, en sus primeros 30 juegos, acumuló, un promedio de .320 con 9 jonrones
y 24 remolcadas, convirtiéndose en el novato venezolano con más bambinazos e
impulsadas en ese lapso.
“Todo esto que le está pasando me ha dejado sin
palabras”, confiesa su padre. Su producción ha estado, incluso, por encima de lo
hecho por Derek Jeter en sus primeros 30 cotejos en las Mayores en 1996 cuando
ganó el premio Novato del Año (30H/1HR/14CI/.286AVE). “El primer objetivo de
Gleyber era llegar a sus primeros 100 turnos por encima de los .300 de average
y lo logró”, aclaró Torres. “Es un estudioso del bateo, incluso en el mismo juego
toma el Ipad del coach de los Yanquis para hacer los ajustes”.
Esta disciplina es lo que ha llevado a Gleyber a un
lugar preciado en Nueva York en muy poco tiempo. Su madurez y constancia serán
claves en estos primeros pasos por el máximo nivel de la pelota profesional.
Ahora solo queda disfrutar de lo que ha hecho y puede hacer en el futuro este
joven que desde ya conquistó la Gran Manzana.