La emergencia
humanitaria compleja que se vive en el país ha hecho que uno de los actos más
hermosos de la vida, como dar a luz, se convierta en un peligro para la madre y
su bebé.
Prensa. Amnistia.org/ve / Buada Blondell Gabriela
Diana
cuidadosamente logró tener todos sus papeles listos para viajar por tierra, la
vacuna que tanto le causó tensión logró conseguirla en Colombia por el costo de
20 dólares la dosis, dinero que reunió después de vender su nevera y el
televisor pantalla plana que le habría regalado un familiar antes de irse a
Colombia el pasado año.
La
historia de esta venezolana coincide con la de muchas madres, que últimamente
deciden dar a luz fuera de su país para optar por una atención de calidad y
garantizar la vida de sus hijos. Amnistía Internacional tiene disponible
actualmente el portal Salida de Emergencia desde el mes de marzo para
visibilizar la emergencia humanitaria que se vive en Venezuela. En la misma,
existe una sección que detalla casos documentados del éxodo de las embarazadas.
Diana
cuenta que se realizó el control prenatal con un médico que presta servicios en
el Hospital caraqueño Miguel Pérez Carreño, centro médico al que van sobre todo
las futuras madres que no tienen recursos para pagar un parto o una cesárea en
Venezuela. “Dar a luz en el país en este momento es lo peor que podría pasarle
a cualquier mujer. En mi caso, por ser RH Negativo y mi esposo RH Positivo,
debo vacunarme porque existe una alta probabilidad de incompatibilidad
sanguínea entre mi cuerpo y el bebé”. La vacuna no se consigue y donde he
preguntado no bajan de los 80 millones de bolívares o 50 dólares, buscando la
economía. Mi cuñada vive en Santa Marta, Colombia, desde hace cuatro años y nos
hizo el favor de comprarla en 20 dólares”.
Además
del tema de la vacuna, se le suma a esta familia que apenas comienza a crecer,
el hecho de no tener recursos para realizar la cesárea. El médico tratante le
recomendó no dar a luz en el hospital porque actualmente no cuenta con los
insumos necesarios, ni las condiciones para atender una intervención de este
tipo. “He presentado varios contratiempos para tener a mi hijo. Soñaba con ser
madre desde hace 10 años cuando me casé, pero por temas de salud no lo había
logrado. Cuando me dieron la noticia que iba a ser madre entré en un profundo
conflicto de sentimientos ya que se cumpliría mi sueño, pero en un país donde
no hay agua, ni luz en los hospitales o donde yo misma no gano lo suficiente
para poder comer adecuadamente”.
Para
Diana era un tormento escuchar a otras mujeres su experiencia al dar a luz en
hospitales venezolanos recientemente. Unas decían que sus bebés habían muerto
por falta de incubadoras, otras comentaban que les practicaron fórceps y
esterilizaciones forzadas durante sus partos.
La
mortalidad neonatal en Venezuela ascendió a cifras preocupantes: 30,1% y la
maternal 65,79% en el último año. Por todo esto, Diana tomó la decisión de
salir del país sola y dar a luz en Colombia en el mes de junio, mientras su
esposo conseguía el dinero para viajar y reunirse con su familia. Aunque esta
familia estará separada por un tiempo, se sienten aliviados porque llegará el
momento en el que estarán los 3 juntos en un país que le ofrece más
oportunidades para surgir.
El
destino no es solo Colombia
Yajaira
tiene 23 años y está embarazada de su segundo hijo. Desde que se enteró de la
noticia no dudó ni un momento en realizar todos los trámites para dentro de dos
meses viajar a República Dominicana a reunirse con su hermano mayor y dar a luz
en ese país.
Yajaira,
además de llenar sus maletas con ropa para su futuro bebé, también guarda la
esperanza de llegar a un lugar mejor donde pueda tener y criar a su hijo de una
forma más digna que en Venezuela.
“Mi
hermano ha estado investigando y si doy a luz allá mi hijo tendrá la
nacionalidad y además ese Estado le brindará más protección que este. El
sistema de salud público es tan eficiente que contaré con todos los insumos
necesarios y el personal médico que quiero que me atienda. Una amiga me comentó
que ella recibió hasta atención psicológica en un centro de salud público en
ese país, ya que la depresión postparto que presentó fue terrible porque ella
tuvo que salir corriendo de Venezuela en diciembre del año pasado al no
conseguir medicamentos para tratar una úlcera gástrica”.
El
primer hijo de Yajaira nació en 2013 y asegura que esa experiencia fue una de
las más traumáticas de toda su vida ya que pasó por cuatro centros de salud en
pleno trabajo de parto. Finalmente, se convirtió en madre en la Maternidad
Concepción Palacios, en ese centro no tuvieron más opción que atenderla porque
la cabeza del bebé prácticamente ya la tenía fuera de su matriz.
“Me
ruletearon por toda Caracas, sentía la cabeza del bebe entre mis piernas y en
ningún hospital me quisieron ver porque no tenían personal o no habían insumos.
Pensé que iba a morir o, si me salvaba, iba a dar a luz en el taxi o plena
calle”. Al llegar a la maternidad, Yajaira fue ingresada de emergencia para
hacerle la cura porque finalmente dio a luz en una camilla, fuera de la sala de
parto.
Son
innumerables las denuncias a través de los medios de comunicación que reflejan
la posibilidad de muerte durante el trabajo de parto, tener complicaciones en
el embarazo, no encontrar los medicamentos ni los alimentos que deben ser
ingeridos para la formación adecuada del bebé, la imposibilidad de acceder al
transporte público para asistir a las consultas, la falta de los servicios
básicos, entre otros.
Todas
estas condiciones adversas suman e inevitablemente incrementa la incertidumbre
de las mujeres embarazadas en Venezuela que, si no cuentan con los recursos
para tener atención médica privada, prefieren convertirse en migrantes antes de
poner en peligro la vida de sus hijos y la de ellas mismas.