Prensa. mundohispanico.com
José Levis Gómez,
inmigrante indocumentado y discapacitado originario de El Salvador, espera su
asilo humanitario después de cruzar la frontera huyendo de pandilleros que lo
amenazaron de muerte.
Cuando
solo era un bebé de nueve meses, Gómez fue diagnosticado con poliomielitis, una
enfermedad que atrofió sus músculos y lo dejó discapacitado por el resto de su
vida. Tras pasar por seis operaciones y estar sometido a tubos para poder
hablar, su madre, que trabajaba en California como cuidadora de niños, pagó
unos 10,500 dólares para que unos coyotes lo pasaran a Estados Unidos junto a
dos familiares en diciembre de 2014.
No
obstante, cuando se aventuraron a cruzar la frontera por el río Grande, los
coyotes vieron que los agentes de la Patrulla Fronteriza los habían descubierto
y abandonaron a Gómez, su sobrina y su primo a la orilla del río. “Les dije que
venía a Estados Unidos por el problema que estaba pasando en El Salvador con
los pandilleros y les conté lo que me había pasado”, dijo Gómez.
Según
datos publicados por la Organización de Naciones Unidas (ONU), La Patrulla
Fronteriza reportó 341,084 aprehensiones de migrantes en la frontera sureste de
Estados Unidos en 2017, en comparación con 611,689 en 2016. Sin embargo, el
número de migrantes que perdieron la vida tratando de ingresar a Estados Unidos
aumentó un 3 por ciento en 2017, de acuerdo con la Organización Internacional
para las Migraciones (OIM).
Los
agentes fronterizos transportaron a Gómez a la Oficina del Sheriff en
Brownsville, Texas. Al día siguiente fue llevado a un hospital cercano tras
sufrir una fractura durante el traslado desde la frontera. Posteriormente,
quedó en libertad dada su condición de discapacidad y su estado de salud.
“Cuando
me llevaron al hospital me hicieron radiografías y los doctores les dijeron a
los agentes de la Patrulla Fronteriza lo que yo tenía, ya estando en el
hospital y sabiendo los agentes lo que me habían hecho y uno de ellos me dijo,
hasta aquí llegamos, usted está libre”, explicó Gómez.
Con
ayuda de los agentes de la Patrulla Fronteriza, Gómez llegó a una parada de
autobús en Brownsville, donde tomó un autobús en dirección a Santa Ana,
California, donde su hermano y su madre lo esperaban.