Prensa.
Infobae.
El
23 de febrero Juan Guaidó intentará distribuir la impactante ayuda humanitaria
que Estados Unidos y otros países llevaron a Colombia para aplacar la crisis
social y económica que golpea a millones de venezolanos. Pero las intenciones
de Guaidó pueden provocar una tragedia nacional: Nicolás Maduro ya ha dicho que
las cajas con comida y medicamentos no cruzarán la frontera y anunció un
"plan especial de despliegue" destinado a cumplir con sus amenazas.
Maduro
cree que Donald Trump prepara una invasión a Venezuela y sostiene que la
distribución de las cajas americanas encubre el principio de un golpe de Estado
diseñado por la CIA y el Pentágono. Por ahora, Guaidó prepara su marcha
pacífica para recoger la ayuda humanitaria que ahora está en Cúcuta, Colombia,
mientras que Maduro continúa respaldado por un puñado de generales que manejan
las armas, la economía y los negocios más oscuros de Venezuela.
El
poder de los actores extranjeros
La
salida democrática a la crisis venezolana depende de ciertos movimientos
geopolíticos que se diseñan afuera de Caracas. Trump quiere terminar con Maduro
sus alternativas van desde un gobierno de coalición hasta la caída del líder
populista. China y Rusia apoyan a Maduro y tienen a Venezuela como un proxy
territorial que le permite juego propio en un área de influencia que pertenece
por historia a Washington. Y en medio de esta tensión mundial, el Grupo de
Lima, la Unión Europea y el Vaticano aplican su poder relativo para evitar que
la crisis venezolana termine como Libia, Afganistán, Irak o Vietnam.
Para
su estrategia en Venezuela, Trump organizó un grupo de trabajo que se podría
llamar "los halcones de la Casa Blanca": Mauricio Claver, Eliott
Abrams y John Bolton, tres funcionarios republicanos que tienen a la realpolitk
como credo cotidiano. Estos halcones pueden justificar la invasión a Venezuela
o el apoyo internacional a Guaidó como presidente interino, acorde a la
circunstancias políticas del momento. Todo se relaciona con la correlación de
fuerzas en el sistema internacional.
Por
eso, el 23 de febrero puede significar un punto de
inflexión en la crisis humanitaria venezolana. Y ese punto de inflexión
dependerá de la presión de los Estados Unidos y del balance de poder que ejerza
la Unión Europea, el Grupo Lima y el Vaticano. Para los Halcones de la Casa
Blanca, si Maduro reprime la entrega de la ayuda humanitaria, se habría
generado una excusa formidable para embarcar a los marines rumbo a Venezuela.
En cambio, si Guaidó se mantiene equidistante y demuestra que la estrategia de
Maduro profundiza los padecimientos de la sociedad venezolana, habrá sumado una
nueva cuota de volumen político sin derramamiento de sangre.
Trump
ya desnudó su estrategia de presionar a los generales para que traicionen a
Maduro, y la sensación que hay en Caracas y Bogotá es que su discurso
incendiario en la Universidad de Florida solo sirvió para abroquelar a la
cúpula castrense que aún sostiene al líder populista. Los generales no van a
cruzar de bando si no hay condiciones acordadas para consumar su traición, y
esas negociaciones –secretas y delicadas— aún no prosperaron.
La
batalla en los medios
Mientras
Maduro y Guaidó deciden cómo se van a mover el próximo 23 de febrero, en la
frontera de Venezuela y Colombia se está desplegando una batalla mediática que
enfrenta al gobierno populista con la presidencia interina que exige sin
demoras una transición democrática. La puja política se da en los medios, en el
mundo del espectáculo y en las redes sociales. Todo sirve para apuntalar un
conflicto que enfrenta a dos maneras diferentes de manejar un estado y aplicar
los conceptos básicos de la democracia.
Guaidó
y Maduro organizaran recitales abiertos. Ambos lideraran marchas para entregar
ayuda humanitaria. Y los dos cuidaran su capital político para evitar perder la
iniciativa en un momento clave de la pulseada. Guaidó tiene la ventaja de la
cobertura internacional de los medios, mientras que Maduro maneja a las Fuerzas
Armadas, a los grupos civiles y al servicio de inteligencia. El sábado próximo,
en la frontera que divide a Venezuela y Colombia, se desarrollará una pulseada
descomunal que tiene formato de inicio y un final entre signos de pregunta.
A la
diplomacia internacional que respalda su agenda, Guaidó anunció que encabezará
una marcha hasta la frontera de Colombia para forzar la entrega de la ayuda
humanitaria que está bajo el control del gobierno de Iván Duque. Maduro, a su
turno, reiteró que no aceptará la ayuda humanitaria y que esa propuesta
internacional esconde la intención de invadir Venezuela. Son dos posiciones
irreductibles, que pueden provocar una tragedia histórica.
Por
Román Lejtman