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José Peseiro (Coruche,
Portugal, 1960) era un desconocido en Venezuela hasta que su nombre se hizo
tendencia al convertirse en el nuevo técnico de la Vinotinto. A los 59 años
busca la consagración internacional que le ha sido esquiva por los imponderables
del fútbol. Formado en el prestigioso Instituto de Educación Física de Lisboa,
donde tuvo como compañero de aula a José Mourinho, el sustituto de Rafael
Dudamel en el banquillo de la selección nacional se inició en este deporte
desde muy niño y a los 59 años asume el mayor reto de su carrera: clasificar a
Venezuela a un Mundial de Fútbol.
Su pasión por el fútbol
nació muy temprano en Coruche, un pueblo famoso en Portugal por las corridas de
Toros. “Jugar en la calle era lo más maravilloso. Todos íbamos a la calle con
seguridad, nadamos en el lago y yo jugaba el fútbol. Era una ilusión. Podíamos
pasar seis horas jugando fútbol todo el día. Jugué fútbol desde los 12 años”,
recuerda su romance con el balón que a los 18 años lo llevó a debutar con el
Coruchense en la tercera división.
¿Qué tipo de jugador era?
Muy rápido y agresivo. No
era un jugador con habilidad. Era un futbolista con mucha hambre y voluntad. No
soy muy alto, pero de cabeza era muy fuerte. Buscaba el espacio. La relación
con el balón no era muy buena, pero tenía gol. Pateaba los penaltis. Me gustaba
presionar a los defensas que caía por las bandas y siempre corría.
Desde 1977 hasta 1994 se
mantuvo activo como jugador, defendiendo los colores del Coruchense, Cartaxo,
Oriental, Amora, Samora, Torreense, Alcanenense y Unión Santarém,, con el que
ejerció la doble función de jugador y entrenador entre 1992 y 1994, año en el
que decidió colgar los botines.
¿Por qué no llegó a jugar
en Primera División?
Tenía condiciones para
llegar. Pero siempre puse la educación por delante. Nunca perdí un curso.
Pensaba que como jugador tal vez no podía ser muy bueno, pero como entrenador
sí lo podía ser. En dos o tres situaciones tuve posibilidad de ir a primera con
Samora o Torreense, pero no podía ir a los entrenamientos, porque estaba en la
escuela.
¿Cuándo decide que su
futuro es ser entrenador?
Recuerdo que al terminar
la secundaria tuve dos opciones para ir a la Universidad. Podía seguir la
carrera de piloto o estudiar deportes en el Instituto de Educación Física de
Lisboa.
Mis padres no tenían mucha
posibilidad económica. Así que con mucho sacrificio y voluntad hicimos la
carrera de deporte al mismo tiempo en el que jugaba fútbol profesional. Iba a
Lisboa, jugaba en clubes y ganaba lo suficiente para pagar la Universidad.
Después de graduarse en
Educación Física se especializó durante dos años como entrenador de fútbol, con
José Mourinho como uno de sus compañeros de clase, y bajo las enseñanzas de
Jesualdo Ferreira y Carlos Queiroz, quienes dieron un enfoque científico a la
enseñanza de este deporte en Portugal.
“Con 31 años, me invitaron
a pasar de jugador a entrenador de mi primer club en tercera división, Unión
Santarém. A partir de 1999 dirigí a Nacional de Madeira, un equipo muy conocido
en Venezuela, Lo coloque en Primera División y a los 42 años cumplí la meta que
me había impuesto de dirigir en la máxima categoría de mi país”, rememora sobre
el club que le otorgó reconocimiento en Portugal, por el fútbol ofensivo que
desplegaba en cada choque de la Liga.
¿Por qué Portugal se ha
convertido en una referencia internacional en la formación de entrenadores?
El fútbol se enseña como
una disciplina científica.. La Facultad de Motricidad Humana ha creado una
forma de entender y enseñar el fútbol que yo desconocía cuando era jugador de
fútbol. Es un sistema de formación que desarrollaron entrenadores como Josualdo
Ferreira y Carlos Queiroz.
¿El fútbol dejó de ser un
simple deporte de once contra once y se convirtió en una ciencia?
El fútbol moderno ha creado
un cuerpo de conocimientos. Antes el entrenamiento del fútbol derivaba de los
entrenamientos del atletismo. Se hacía carrera, saltos, corridas, para luego
entrenar 11 contra once.
El fútbol en este momento
tiene un cuerpo de conocimientos. La ciencia ha estudiado el fútbol con
profundidad y tiene un modelo de enseñar que es específico y no está
dependiendo del atletismo como hace 30 años.
En Portugal no existe un
equipo técnico que no tenga integrantes con formación superior. En Europa, en
imposible que un tío que no haya ido a la universidad sepa de fisiología. O de
otras cosas más que son decisivas para el entrenamiento del fútbol.
Fue precisamente esa
capacidad de aprendizaje que mostró en la Universidad y luego puso en práctica
en el Nacional, lo que le valió que su Carlos Queiroz, su profesor en el
Instituto de Deportes de Lisboa, lo llamara a su lado para que fuera su
asistente técnico en el Real Madrid de los galácticos de Zidane, Luis Figo,
Ronaldo Nazario y Raúl en aquella temporada de 2003-04.
¿Por qué fracasó aquel
equipo de los Pavones y Zidanes?
Tenían un equipazo, pero
no tenía una extensión de plantilla muy buena. Carlos Queiroz hizo un trabajo
fantástico, pero no tenía reposición. Tenía once galácticos y los otros no
tenían capacidad para jugar ahí. Los principales cambios solucionaron, pero los
otros no tenían capacidad para hacerlo bien. Por eso no ganamos todo allí.
¿Qué fue lo más difícil de
esa etapa en el Madrid?
Soportar la caña de la
prensa española que es muy buena, pero no perdona. Los diarios en Madrid apoyan
o no apoyan cuando el equipo no gana y quieren que ocupe la mejor posición del
mundo. Ningún club tiene la presión que soporta el Real Madrid.
Tiene escaso tiempo para
preparar los partidos de la eliminatoria. ¿Cómo planificará esos dos primeros
choque del premundial?
Contra Colombia y
Paraguay, lo primero es ver cómo somos nosotros, cuál es nuestra identidad. Eso
debe originar el principal concepto de este proceso: hay que tener identidad.
Un equipo debe conocer las
fuerzas y debilidades del oponente. Lo peligroso es que de tanto verlo y de
tanto adaptar tú equipo al oponente, acabas por no tener nunca identidad y lo
peor que le puede pasar a un equipo es no tener identidad.
Cuanto vez jugar a los
mejores equipos del mundo la estrategia del oponente no es tan importante, sino
la identidad. ¿Cómo hará para no traicionar sus ideas ofensivas en una
selección como la de Venezuela que viene de un proceso defensivo con Rafael
Dudamel?
En cuatro días no se puede
cambiar un proceso, sería tonto de mi parte. Tengo que adaptar mis ideas al
equipo. No puedo usar a los jugadores que tengo, solo para mí satisfacción. Hay
que dar más confianza y lograr que los jugadores se sientan confortables con
nuestras ideas.
¿La expectativa de ir al
Mundial de Catar 2022 no es exagerada para Venezuela?
La ilusión es importante.
Si es exagerada… qué se puede hacer. ¿Quién puede decir no vamos a tener
ambición? La ilusión, la pasión, la voluntad que tenemos no nos puede doblar el
espíritu.
Las condiciones de otros
equipos puedes ser superiores a las de nosotros. ¿Eso nos impide ganar? No.
Nuestros jugadores no están en el Barcelona ni en el Madrid, como algunos
brasileños o argentinos. ¿Eso nos puede matar la ilusión? No.
Los 30 millones de
venezolanos tienen que ser un apoyo para la Vinotinto. Lo más importante es que
los jugadores salgan preparados para esa presión que puede servir para que un
jugador que tiene un nivel de cinco puntos juegue con un nivel de nueve.
Ambientes y contextos
pueden poner un equipo que vale cinco en nueve. Con el nivel que tenemos, que
no es el mejor porque sería tonto decirlo, el reto es subir de nivel y no lo
contrario. Eso lo tenemos que hacer todos.