Si se te acabaron las ideas para entretener a tus hijos, te
proponemos que los invites a explorar la culinaria. Es un mundo maravilloso,
lleno de enseñanzas.
Prensa. El Espectador.com
En estos días en casa
nos ha tocado agudizar la imaginación para entretener a los más pequeños: jugar
a juegos de todo tipo, hacer fiestas de disfraces, dibujar, cantar, adaptar
deportes a ejercicios en casa, ver películas y series, etc. Pero cuando las
actividades de siempre empiezan a ser insuficientes y nuestras ideas se agotan,
¿por qué no probar un nuevo territorio y cambiar el cuarto de juegos por la
cocina?
¿Sabías que cocinar con
niños tiene innumerables beneficios? Permitirles que se introduzcan en el
apasionante mundo culinario hará que descubran nuevos alimentos o que aprecien
cómo son realmente aquellos que habitualmente comen, antes de que los
encuentren integrados en sus platos preferidos. Además, la cocina facilita la
ardua labor de los padres de introducir en su dieta nuevos alimentos, ya que,
al elaborarlos ellos mismos, estarán más abiertos a probarlos. Igualmente, los
pequeños disfrutarán más esa la comida que les ha costado esfuerzo preparar.
Además, harás que se sientan mayores, lo cual incrementará su autonomía y su
responsabilidad.
Por otra parte, los
múltiples ingredientes con los que se encuentren estimularán sus sentidos y su
capacidad creativa. A ellos les encantará meter las manos en la masa y tú
tendrás una oportunidad para compartir tiempo de calidad con ellos, entre risas
y diversión.
La cocina da
herramientas, incluso, para las matemáticas. A través de la preparación de una
receta podemos aprender mucho acerca de unidades de medida y cálculos de
proporciones, de nutrientes… De paso, además, los niños adquieren lecciones
sobre el trabajo en equipo y mejoran sus habilidades motrices.
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durante el aislamiento
Según Ana Herrero,
psicóloga y coordinadora del departamento de orientación del grupo Brains
International Schools, "en ocasiones los padres no son plenamente
conscientes del potencial de aprendizaje de sus hijos". La neurociencia ha
demostrado que "el aprendizaje cognitivo experimenta su etapa de mayor
plasticidad en los primeros años de la infancia", siendo necesario crear
entornos estimulantes que les ayuden a desarrollar habilidades, siempre
respetando el momento madurativo del niño y atendiendo a sus necesidades.
La gastronomía ha
captado la atención de los más pequeños por razones muy sencillas. "La
motivación es clave a la hora de animar a nuestros hijos a realizar cualquier
actividad, y ellos solo se motivan si algo les parece divertido y se sienten
capaces", comenta Ana Herrero.
Cuando recae sobre un
niño o una niña la responsabilidad de elaborar una receta de principio a fin,
sin la ayuda de un adulto, se entrena en múltiples funciones ejecutivas: se
enfoca en una meta; organiza los pasos y los procesos necesarios; y entrena
aspectos emocionales, como la gestión de la frustración, la paciencia, el miedo
al fracaso, o la capacidad de recibir críticas, con la ventaja de que son los
propios padres los que las realizan. Una vez superada esta prueba, salen
fortalecidos y preparados para nuevos retos estimulantes.
Por ello, la cocina ha
dejado de ser un laboratorio reservado exclusivamente para los adultos, para
convertirse en un espacio de juego y creatividad en el que la familia entera
puede disfrutar. Ana Herrero recomienda el uso de libros de recetas para niños
(se puede encontrar una amplia oferta en Internet), que sirven de guía para ir
aumentando la dificultad, a la vez que se genera en ellos la ilusión por que
llegue el día de cocinar en familia.
Lo que atrae a los niños
de la cocina es lo mismo que puede atraerles de muchas otras disciplinas. La
neurociencia y la educación han estrechado sus lazos para comprender el gran
potencial del cerebro humano, especialmente en sus primeros años de edad. Como
afirma Ana Herrero, "la esencia para conseguir un aprendizaje deseado es
cambiar el foco del 'qué se aprende' al 'cómo se aprende'".