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Los fármacos inhibidores de PARP
(iPARP) han demostrado beneficios en todos los grupos de pacientes con cáncer de ovario,
con o sin mutaciones genéticas, y en diferentes contextos de la enfermedad
avanzada. Aunque su aprobación se limita a pacientes con
recaídas, los resultados de los estudios en fases más precoces de la enfermedad
animan a pensar que llegarán próximas aprobaciones en estas situaciones.
Asimismo, existen otros fármacos en fases más tempranas de investigación, como
la inmunoterapia, en monoterapia y combinación.
El cáncer de ovario es una
enfermedad muy grave. Es la principal causa de muerte por
tumores malignos ginecológicos en el mundo occidental. Varios factores influyen
en la alta mortalidad de esta neoplasia, pero el más determinante es que la mayoría de pacientes
(70-80%) se diagnostican en estadios avanzados de la enfermedad debido a la
dificultad en el diagnóstico precoz.
Según los últimos datos ofrecidos por
el Informe de SEOM Las cifras del cáncer en España 2020, la estimación de
nuevos números de casos en nuestro país de esta enfermedad para el año 2020 es de
3.645 casos, lo que la posiciona como el octavo tipo de cáncer más
frecuente en las mujeres.
En la actualidad, sabemos que es una enfermedad heterogénea.
Existen al menos cuatro subtipos histológicos que se comportan de forma
distinta, tanto en frecuencia como en conducta, y diferentes subtipos
moleculares. La identificación de nuevas dianas y la personalización de los
tratamientos nos permitirán una mejor selección del tratamiento para nuestras
pacientes.
El tratamiento estándar del cáncer de
ovario avanzado consiste en la realización de una cirugía con el máximo esfuerzo citorreductor,
ya que lograr la resección de todo el tumor visible es uno de los principales
factores pronósticos en esta enfermedad. En función de una serie de criterios
clínicos, se administra un tratamiento de quimioterapia previo y/o posterior
a la cirugía con carboplatino y un taxano, habitualmente
paclitaxel. Aunque los resultados del tratamiento primario han mejorado
gradualmente, la mayoría de las mujeres tendrán una recaída en los dos primeros
años.
La elección del tratamiento a
la recaída dependerá del tipo tumoral, de la duración de la
respuesta a la primera línea, de las toxicidades presentadas y de agentes
utilizados, de la situación clínica y preferencias de la paciente y de la
presencia o no de mutaciones en BRCA. La identificación de factores predictores
/ biomarcadores es vital para ello.
Existen otra serie de tratamientos
complementarios a los esquemas de quimioterapia que actúan sobre dianas
específicas del crecimiento tumoral y que han demostrado ser beneficiosos en diferentes
escenarios del cáncer de ovario avanzado. Una de estas
estrategias terapéuticas es el tratamiento antiangiogénico, representado por
bevacizumab, que persigue el bloqueo de la formación de nuevos vasos sanguíneos
por el tumor para así dificultar su crecimiento.
Por otro lado, aproximadamente un 20% de
pacientes presentan mutaciones en BRCA 1 / BRCA 2, ya sea a nivel
germinal (en todas las células del cuerpo, hereditarias) o
somático (en el tumor, no hereditarias). En el momento actual, existe
indicación de realizar un estudio genético en todas las pacientes
diagnosticadas de carcinoma de ovario epitelial no-mucinoso, independientemente
de la historia familiar. Además, entre un 20-30% de pacientes también presenta alteraciones en el
tumor en otros genes implicados en las vías de reparación del ADN.
Estos hallazgos han permitido
identificar un grupo de pacientes especialmente sensible a los fármacos
inhibidores de PARP (iPARP) ya mencionados, fármacos que han sido
desarrollados en diferentes ensayos clínicos en los que han participado
pacientes que presentaban o no estas mutaciones mencionadas previamente.
Aunque con distinta magnitud de beneficio, los inhibidores de PARP han
demostrado beneficios en todos los grupos de pacientes (con o sin mutación), y
en diferentes contextos de la enfermedad avanzada. Este descubrimiento ha
supuesto un gran avance en el tratamiento de los pacientes con cáncer de
ovario. A día de hoy, existen tres fármacos aprobados
–olaparib, niraparib y rucaparib–.
Aunque actualmente su aprobación se limita a pacientes con recaídas, los resultados de los estudios en fases más precoces de la enfermedad nos animan a pensar que próximas aprobaciones llegarán en estas situaciones. Por otro lado, existen otros fármacos en fases más tempranas de investigación, como la inmunoterapia, en monoterapia y en combinación.