Prensa. Senderos
de Apure.net.
Les
saludos, en el nombre de Dios todopoderoso con muchos cariños para Ustedes mis
estimados lectores, luego de haber ganado una batalla, estoy una vez más mis
apreciados lectores, hoy quiero presentarle la entrevista realizada vía WhatsApp,
desde el Amparo de Apure a la Dra. Rita Hevia Pinzón, más que una entrevista es
una excelente reflexión, presentada en dos partes escrita con mucho amor.
Realizando una
analogía acerca de la guerra con la situación que está viviendo la humanidad
actualmente, se puede decir, que nos encontramos en un estado de guerra, pero
una guerra sin cuartel, sin armas, sin balas, sin maquinas terrestres, anfibias
o aéreas. Una guerra sin soldados humanos. Una guerra sin fronteras. Una guerra
sin acuerdos de alto al fuego. Una guerra sin zonas sagradas. En fin, una
guerra despiadada, y lo peor de todo es que el enemigo tiene bases en todos los
países del mundo.
A lo antes expuesto, Pinzón reflexiona a
acerca del movimiento que realiza el enemigo de esta guerra no se rige por
ningún protocolo de guerra o convención conocida. Se puede decir, que esta
guerra es una ley en sí misma que el enemigo ha creado. Ataca sorpresivamente,
sin previo aviso, aparece de la nada y se lleva al que este descuidado,
desprevenido, enfermo, débil con las defensas bajas, así de simple y clara es
esta guerra.
Con muchos
sentimientos Pinzón dice “La guerra que se desato, está liderada por un
ejército invisible que no tiene piedad ni compasión para nada ni nadie, no
conoce la bondad humana. Estos invasores no conocen el respeto. Es indiscriminada: no respeta credo, raza,
género, edad, ideología política, religión, clase social, etc”.
Pinzón, hace
énfasis en este ejército, no le interesa para nada los botines. Dice “Su
ambición no tiene nada que ver con la superioridad racial, ni poder, ni
reconocimiento, ni dinero, muchos menos, con las ganas de conquistar al mundo.
Lo peor de todo es que no tiene intención de cambio de régimen. No le interesan
los recursos mineros que existen en el mundo. Es un ejército despiadado,
descorazonado, desalmado, y tristemente, mortalmente efectivo. Éste ejercito
vino para quedarse. ¡Si! Vino para quedarse. Así se busque una vacuna para
atacarlo, para curar a los enfermos siempre va a estar ahí, porque él está en
el ambiente que nos rodea”.
Lo único que le
interesa y solo le importa es la humanidad porque este es su fin para
conquistar la muerte. Solo se sacia cuando ha acometido su ataque mortal a las
personas, convirtiendo al mundo en un gran campo de batalla y muerte, sin
derramar una gota de sangre, se lleva al que este descuidado, desprevenido, y
de esta forma va obteniendo su recompensa diaria, como lo es, la cantidad de
personas que fallecen por su ataque letal.
La capacidad para
lograr su objetivo no se pone en duda, ha colocado a la humanidad en jaque mate
hasta la presente. La humanidad lucha a muerta contra este enemigo invisible,
como lo es el coronavirus, quien había anunciado su presencia y destructivas
intenciones en el 2019. La humanidad, en una carrera loca contra el tiempo,
está buscando un antivirus que lo extermine pero hasta la presente no ha sido
posible, pero sigue intentándolo todos los días, y con la ayuda de Dios Todo
poderoso, en cualquier momento el hombre lograra su
propósito. Pero mientras tanto es una guerra librada sin cuartel y sin ni
tregua.
Para Pinzón quien
expresa preocupación, diciendo “realmente no hemos entendido lo del
distanciamiento social y físico. Seguimos comportándonos como queremos, como
nos da la gana, nos aburrimos, nos cansamos del encierro, no soportamos la
quietud, la tranquilidad, la paz, la soledad. Tenemos una guerra interior
permanente de todo tipo y no hemos sabido cómo lidiar con ella. ¿Sabes por qué
pasa eso? Porque no soportamos el “Silencio de Dios”, tenemos tanta bulla en
nuestro corazón y mente que no lo escuchamos.
Cuando este silencio nos perturba, nos agobia, debemos serenarnos,
tranquilizarnos, respirar profundamente y en la medida que nos vamos calmando,
es el momento ideal para comunicarnos con Dios, para escucharlo, para hablar
con él”.
Pero estamos tan
acostumbrados al mundanal ruido de las selvas de concreto que la soledad, la
quietud y el silencio nos vuelve locos. No aprovechamos el tiempo para
verdaderamente escuchar a Dios, redimirnos, reconciliarnos y hablar con Él. Todo
lo contrario, nos quejamos, maldecimos, nos llenamos de rabia, y nos atrevemos
preguntarle ¿Hasta cuándo nos va a castigar?, Sin darnos cuenta que somos
nosotros mismos los causantes de esta hecatombe.
La gran inquietud
expresada por Pinzón, por las inconciencias repetida de las personas, en su
desosiego; dice “Salimos a socializar sin darnos cuenta que cualquiera de
nosotros puede estar portando a ese enemigo invisible pero mortal porque él
está en todas partes, y apareció para quedarse. Se podría hacer una analogía de
este enemigo invisible con Dios, porque todos sabemos que existe, pero nadie lo
ve, así es Dios, todos sabemos que existe, pero nadie lo ve”.
Pinzón dice; “Nos
estamos comportando peor que en una situación real de guerra. Queremos romper
con los códigos y protocolos impuestos de socialización y físicos por ley para
nuestro bienestar. Porque en una guerra todos nos escondemos, nos guardamos en
el más recóndito lugar de la casa voluntariamente. Nadie le pide a nadie que se
quede adentro. Tú mismo te encierras en tu casa por elección propia mientras
persistan los ataques, las hostilidades.”
Mientras dure la
guerra no te quejas, no desafías las órdenes dadas para tu resguardo y
preservación de la vida, no peleas ni reclamas tus derechos por tu libertad.
Conscientemente renuncias a ese derecho para sobrevivir. Mientras persiste la
hostilidad no te quejas del hambre, del encierro, de la soledad, todo lo
contrario, permaneces encerrado, escondido, rezas para vivir otro día más y
comer de nuevo, aunque sea un pan viejo enmohecido con agua si es que lo
consigues.
CONTINÚA PARTE II
Redacción: Pasante de UBV. Rosa López
Escuela de Periodismo Edward Murrow de
Senderos de Apure.
Fuente: Dra. Rita Hevia Pinzón.