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¿Pueden los campos eléctricos y magnéticos ayudar en el
tratamiento de la diabetes de tipo 2? De acuerdo con un estudio, publicado por
la revista Cell Metabolism, la respuesta parece afirmativa. Los experimentos,
realizados en ratones, muestran el modo en que una breve exposición reduce los
niveles de azúcar en sangre y normaliza la acción de la insulina.
El desequilibrio entre los agentes oxidantes y
antioxidantes constituye la base de la investigación, liderada por Val C.
Sheffield, de los Hospitales y Clínicas de la Universidad de Iowa. Este genera
un ambiente oxidante dentro del organismo que induce modificaciones en la
estructura de las proteínas, como la hormona insulina, hecho que altera su
función.
Así pues, los investigadores centraron su atención en el anión superóxido, cuyo electrón desaparejado actúa como una suerte de sensor que responde ante la combinación de campos magnéticos y eléctricos. En el hígado, la acción de estos campos interfiere en los mecanismos del agente oxidante y genera una respuesta antioxidante, para contrarrestar el efecto. Como resultado, la sensibilidad a la insulina del organismo aumenta.
A fin de demostrar el potencial terapéutico de la
estrategia, los científicos usaron tres modelos animales de diabetes distintos.
Los roedores recibieron radiación magnética y electrostática, de intensidad 100
veces superior a la del campo electromagnético terrestre, de forma
ininterrumpida, a lo largo de 30 días. Transcurrido este tiempo, la
concentración de glucosa en sangre de los ratones diabéticos, medida en ayunas,
experimentó un descenso notable. Exposiciones más largas, de hasta 22 semanas
de duración, aportaron beneficios similares.
Los buenos resultados llevaron a los investigadores a
diseñar un protocolo nocturno, que pudiera aplicarse con mayor facilidad en la
práctica clínica. Así pues, aunque la duración del tratamiento se mantuvo en 30
días, los animales tan solo recibieron la radiación electromagnética durante
las 7 horas de descanso. Las mejoras observadas confirmaron lo innecesario de
una exposición continua.
Sheffield y sus colaboradores señalan que el campo
electromagnético no incrementa los niveles de insulina, sino que mejora la
capacidad de las células para percibir las señales de la hormona, incluso a
bajas concentraciones, para regular la cantidad de glucosa en sangre. Asimismo,
aunque prudentes, destacan que la radiación también aumento la sensibilidad a
la insulina en células humanas, por lo que esperan reproducir el hallazgo en
pacientes humanos.
Marta Pulido Salgado.
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