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El hielo del Ártico y de la Antártida, de Groenlandia y
los glaciares, se derrite en conjunto cada vez más deprisa. Si en los años
noventa eran 0,8 billones de toneladas de hielo las que se perdîan, en 2017
fueron 1,2 billones. Este es uno de los resultados de un estudio que ha
cuantificado la pérdida mundial de hielo basándose en los datos tomados por
satélites durante 23 años.
Thomas Slater, del Centro de Observaciones Polares y
Modelización de la Universidad de Leeds, y sus colaboradores, han evaluado en
su artículo de la revista especializada The Cryosphere la extensión de las
zonas cubiertas por el hielo basándose en observaciones realizadas desde el
cielo a lo largo de ese período. Además, estimaron con modelos informáticos la
masa de hielo que contienen.
La fusión de la Antártida en directo
Obtuvieron así que la masa conjunta del hielo de mares
y glaciares ha disminuido desde 1994 hasta 2017 en unos 28 billones de
toneladas. De estas, 7,6 billones corresponden al hielo marino del Ártico y 6,5
billones a las plataformas de hielo antárticas. Casi la misma cantidad
perdieron en total los 215.000 glaciares de los hemisferios norte y sur. Las
capas de hielo de Groenlandia y de la Antártida perdieron 3,8 billones y 2,5
billones de toneladas, respectivamente. El hielo marino del océano Antártico ha
perdido algo menos de un billón de toneladas.
Según Slater, todas las regiones investigadas han
perdido hielo. Se observa una clara aceleración global de la fusión de las
capas de hielo de la Antártida y Groenlandia. Ambas obedecen al peor caso
previsto en las situaciones posibles tomadas en cuenta por el Comité
Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC). Si prosigue esta
tendencia, la subida del nivel del mar que causaría para finales del siglo
tendría graves consecuencias para quienes viven en las costas en todo el mundo.
Como en el período estudiado las mayores pérdidas son
las del hielo marino ártico y del hielo glacial flotante de las plataformas, la
repercusión de la fusión generalizada en el nivel del mar ha sido relativamente
modesta. Entre 1994 y 2017, el hielo en tierra ha contribuido con unos 34
milímetros al nivel. (Pero no deben olvidarse los efectos indirectos y futuros
de esas pérdidas ahora mayoritarias: en el albedo, en los contrafuertes de
glaciares que abocan al mar, en otros aspectos medioambientales). Otra cosa
será con una fusión aún más rápida del hielo de tierra firme, como el de la
capa de la Antártida.
Jan Dönges
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