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jueves, 14 de julio de 2022

CRÓNICA: En el mes de la Fundación de Guasdualito por Aljer “Chino” Ereú (ANTESALA).

 

Crónica. Aljer “Chino” Ereú.

(Texto incluido en el nuevo proyecto: Historia de los pueblos altos apureños).

 

Sería el Marqués del Pumar

quien vino en misión de fundar

un pueblo para el reino español.

Cumpliendo eficientemente

lo ordenado por el regente

moldearía al indio el crisol.

 

BREVE INTROITO.-

Doscientos cincuenta y un años (251) se cumplen en julio del 2022 de la fundación (1771) de Guasdualito por parte de José Ignacio del Pumar y Traspuesto, Marqués de la Ribera de Boconò y Masparro, Vizconde del Pumar, agregando a la identificación nobiliaria los nombramientos de Cabo de Guerra, y Teniente de Gobernador y Justicia Mayor de Barinas. En tal sentido, se presenta en los párrafos siguientes, los aspectos considerados más importantes del acto histórico, sustentados en una investigación documental fidedigna que refleja con exactitud lo llevado a cabo por José Ignacio del Pumar, nuestro insigne fundador.

 

SOBRE LA FUNDACIÒN.-

El mérito fundacional del primer Guasdualito en 1771 corresponde a don José Ignacio del Pumar y Traspuesto, nacido en la ciudad de Barinas, siendo hijo de don Plácido del Pumar y La Riva, y de doña María de La Ascensión Traspuesto y Bragado. El futuro fundador llevaba la herencia consanguínea de don Placido del Pumar y Villegas, funcionario de la corona española que ocuparía importantes cargos administrativos, como el de procurador y administrador en los nuevos territorios.


Manuel Landaeta Rosales, en la fiel biografía sobre Pumar y Traspuesto, con fecha de publicación 1915, en la página 34, con el sello de la tipografía Herrera Irigoyen, señala lo siguiente: “Don José Ignacio del Pumar, Marqués de las Riberas de Boconò y Masparro, Vizconde del Pumar y Caballero de La Real y Distinguida Orden de Carlos III, fue el Ciudadano más notable de la antigua Gran Provincia de Barinas, erigida en 1786 y que la formaban lo que años después hemos llamado estados Zamora y Apure…por sus servicios a aquellos pueblos, por su cuantiosa riqueza, y por haber ofrendado a la patria sus hijos, su fortuna y su propia vida en la cárcel de Guanare, cuando se le remitía preso a Puerto Cabello para ser trasladado a España como uno de los principales de la revolución de 1810” (Sic).


Lo referido por Landaeta describe en amplitud la personalidad de nuestro criollo colonizador, quien mucho antes de lograr la fundación de Guasdualito en 1771 había ocupado cargos de alta responsabilidad en su ciudad natal, como el de Regidor Alférez Real, Alcalde y el de Teniente Gobernador a inicios de la séptima década del siglo XVIII, obteniendo en 1786 por gracia y pago ante la corona española El Marquesado de las Riberas de Boconó y Masparro, título nobiliario otorgado el 17 de diciembre de 1787 por el rey Carlos III.


Don José Ignacio del Pumar ya casado con su prima Micaela del Callejo, con quien procrearía su honrada descendencia de cinco hijos, obtiene la autorización de La Real Hacienda y La Intendencia del Ejército para explorar el territorio sur de La Provincia de Barinas, específicamente la parte sur occidental del estado Apure. Con su eminencia nobiliaria emprende el encargo asignado por orden real. Seguiría la ruta de los primeros exploradores como lo fueron Jorge Spira, Felipe de Hutten y el indio Antonio Calaimi, el primero: un buscador de fortuna representante de la familia Wesler, banqueros de Augsburgo (Alemania) y una de las principales casas financieras de Europa a quienes el 28 de marzo de 1528 el rey Carlos I expediría en la Capitulación de Madrid, el arrendamiento temporalmente de la Provincia de Venezuela; el segundo (Hutten) acompañaría a Spira en su recorrido de 1545 por los llanos colombianos, regresándose en su último periplo por el río Sarare.


Y el tercero (Calaimi): indio jirajara que bajaría del piedemonte de Tame (sur occidente de Arauca) con su flauta y su grupo de betoyes internándose en la vasta e inhóspita región llegando a tierras guasdualiteñas luego de visitar aldeas de los indios guaneros, guaracaponos y situjas. Luego de un viaje lleno de fatigas y fallecimientos por diversas razones, llega a los primeros de julio de 1771 Del Pumar a un sitio cenagoso, inhóspito, rodeado de fangales y acechado por indios salvajes. Ante la incertidumbre y en vista de la imperante necesidad de organizar un poblado se decide a proceder días después de su llegada al acto fundacional, lo que efectivamente y acertadamente cumplió.

 

El mismo fundador expondría al Ayuntamiento barinés en su relación de servicio a la Intendencia del Ejercito, con su puño y letra algo interesante: “consta que con superior permisión de mil setecientos y setenta, en que ejercía el cargo de teniente de gobernador de esta ciudad (de Barinas) fomento y calorizo la fundación de la vice parroquia de San Jacinto de La Horqueta de Apure…y con superior aprobación y permiso allano y pacifico el sitio de Guasdualito, jurisdicción de esta ciudad, distante de ella cerca de cuatro días de camino, transito preciso e indispensable para el comercio de Casanare y lugar que se hallaba desierto e inhabitable por ser el centro, abrigo y madriguera de indios barbaros”.

 

Lo descrito por el Marqués del Pumar refleja la ardua tarea que llevaría a cabo. El noble criollo acometería una considerable encomienda que cumpliría con ahínco y eficiencia. Su tarea fundacional comprendió dotar a sus acompañantes de lo necesario para la misión confiada. Primero organizaría lo que sería el primer poblado bautizado originalmente como Nuestra Señora del Carmen de Guasdualito, en honor a la solemnidad aparecida en forma de nube diminuta al profeta Elías en el Monte Carmelo, trayendo la lluvia y calmando la sed del reino de Israel, tomada por las autoridades religiosas hispánicas de la época como un prototipo de la madre de Cristo.


Lo del nombre Guasdualito vendría del toponímico “guasdua” planta gramínea latofia latifolia, muy abundante en la zona. Demarcaría la plaza, indicaría la construcción de la iglesia con el frontal hacia el cardinal oeste, repartiría solares, reses y herramientas de trabajo a los ilustres colonos, siguiendo el patrón fundacional tradicional. Las primeras casas que se levantaron en el lugar (Pueblo Viejo) fueron de construcción simple y rústica, paredes de albardilla y techo de palma.

 

Allí realmente y para conocimiento histórico nació aquel pueblo, aún, cuando el autor Marco Aurelio Vila, en su compendio Aspectos Geográficos del estado Apure, refiere que la primera fundación se logró en 1765, a 7 kilómetros de la ciudad actual, y, además había una segunda fundación en 1768, estos señalamientos no restan los créditos al Vizconde del Pumar y Caballero de La Real y Distinguida Orden, quien realmente fue el autorizado por el rey de España para llevar a cabo la encomienda civilizatoria.


Desde la fundación del nuevo pueblo de ayer conocido ahora como Pueblo Viejo pasarían cincuenta años para que se iniciara un éxodo lento de los pobladores precursores, obligados por la guerra de independencia, lo insalubre y pantanoso del entorno, las pestes recurrentes, entre otras calamidades, a emigrar hacia el Puerto de Periquera (calificativo procedente de las aves psitaciformes). Observamos entonces que serían dos pueblos los que nacen entre la séptima década del siglo XVIII y las tres primeras décadas del siglo XIX.


Sin miramiento para atrás fue la decisión de la mayoría de aquellos habitantes, quienes encontrarían a pocos metros de la confluencia de los ríos Sarare y Apure, un mejor sitio para habitar y cultivar, así como la ventaja de aprovechar el turbio caudal como medio fluvial. En esto tomaría parte el honorable Concejo Municipal de 1834, poniendo en ejecútese la Resolución de 1831, en la cual se emplazaba al traslado de la ciudad de Guasdualito a orillas del río Apure, en el lugar que orientaba la autoridad, y en donde se alentaba a los habitantes de los poblados a conformar uno solo, con el objeto de darle estructura a una nueva parroquia, lo que ciertamente sucedió.


Guasdualito, un territorio homérico con mucha historia, que se viste de júbilo en el séptimo mes del calendario gregoriano motivado a su nacimiento histórico, pueblo ya convertido en ciudad intermedia, abierta en sus cuatro cardinales para el desarrollo y el progreso. A sus 221 años de fundación felicitamos con aquiescencia y beneplácito a nuestra promisoria capital, reconociendo la digna y preclara misión cumplida por el noble barinés don José Ignacio del Pumar y Traspuesto, honra a sus méritos y servicio.


ALJER “CHINO” EREÙ.-


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