Columna Crónicas Alto Apureñas. Aljer “Chino” Ereú.
JESUS MARIA (EL CATIRE) ESCOBAR
BREVE INTROITO.-
Sin pasado no hay presente, y sin presente no hay futuro; y cuando un pueblo desconoce su pasado es simplemente un conglomerado aculturizado y omnubilizado que, en su estructura general esta forzado a la pérdida de identidad y, a naufragar en el vado de la perplejidad; de allí la importancia y justificación de escribir en siléptica y sin paroxismos sobre lo retrospectivo de los pueblos y su gente, contribuyendo de esta forma al rescate del gentilicio y al fortalecimiento de la enjundia popular, factores que a la suma son indiscutibles estrategias para lograr la culturización y desarrollo de un país.
En ese orden
de ideas, un personaje merecedor del buen recordatorio de nuestra superba y
prodigiosa Periquera es Jesús María “El Catire” Escobar, padre de Elubia, Elide
y del poeta Jesús María (+), cuyo tránsito por el Guasdualito lejano y
contemporáneo lo hace ser recordado como un buen hombre de enhiesta conducta y
buen proceder; por tal razón, en conversación con algunos de sus familiares
surgió la idea de realizarle a este hijo del pueblo bueno un memorándum público
a través de esta ventana comunicacional.
Si yo
volviera a nacer,
si Dios me lo
concediera,
que otra vez
sea en Periquera
en el
Guasdualito de Ayer.
Si yo
volviera a nacer,
que sea en el
mismo lugar,
donde el
Catire Escobar
vio a su
pueblo florecer.
RESUMEN BIOGRÁFICO.-
Nace “El
Catire Escobar” en la ciudad de San Fernando de Apure, el 12 de diciembre de
1911. Su madre fue la señora Mercedes de Escobar, quien fallece prematuramente,
dejando en la orfandad a su pequeño hijo, su padre el señor Gerardo Escobar se
alista en la revolución del general Valentín Pérez (El Espaletao) dejándolo a
cargo de un tío que utilizaba al huérfano en las múltiples labores de llano. La
reciedumbre del ambiente rudo y natural influiría determinantemente en su
vigorosa personalidad. En uno de aquellos días de dictadura cuando El Catire Escobar llevaba la leche al
pueblo, se oyó el grito de pánico de algunas mujeres: ¡llegó la
revolución! por referirse a un movimiento
independentista que luchaba en contra del absolutismo del hombre fuerte de La
Mulera, el andino Juan Vicente Gómez.
El joven
Escobar decide unirse a las llamadas “montoneras”, que no eran más que
agrupaciones de hombres harapientos y mal armados que
marchaban en pila por los pueblos
fronterizos, se va con ellos, y al mando
de la tropa el general guariqueño Emilio
Arévalo Cedeño. Cuando este insurrecto movimiento es derrotado, se asila en
Colombia y trabaja como llanero en los hatos guerrereños. A la caída del
dictador se viene por Arauca y de ahí
pasa a Guasdualito, donde se pone a la orden del general Yépez, quien era
prefecto, por sus méritos es nombrado
comandante de la policía.
Prestando sus
servicios en una soleada mañana ve venir unos llaneros a caballo y con ellos
tres hermosas mujeres con semblante itálico, pregunta quiénes son, a lo que le
responden: son las Maiorana Fulco, dueñas del Hato la Perla y la que va sola es
la señorita Amelia Fulco, inmigrante italiana y una de las dueñas del Hato El
Fulquero, hoy La Cañada Avileña, la réplica del Catire fue: esa mujer va a ser
mi esposa. Decidido a lograrlo inicia su romanceo, pero sin la suerte de su
lado, cartas iban pero cartas no regresaban. Ante la negativa de la agraciada
fémina decide ir personalmente a hablar con ella y le pide permiso a don José
Fulco, hermano mayor de ella para hacerse su novio.
En el mes de
julio de 1938 contrae matrimonio y así se unen para siempre, forman su hogar en
la Carrera Páez, donde muchos años después funcionó la Cervecería "El
Caney". De esa unión nacerían tres hijos: Elide Leticia, Elubia Mercedes y
Jesús María. Renuncia a la policía y se dedica a los trabajos llaneros. Era un
llanero completo. Amansaba potros cerreros y con una cobija a toros bravos.
Fidedignos testimonios observan que fue el mejor enlazador de novillos a media
cabeza de aquellos tiempos. Junto a su hermano Miguel Escobar en los meses de
mayo y junio (que eran los meses de trabajo de llano para vender ganado en el
Táchira) se hizo costumbre verlo cruzar
a nado y con chaparro en mano el Paso de la Manga del río Sarare, agarrado de
la rienda de su caballo "Jira jara" encaminando el ganado con rumbo a
la serranía.
De
extrovertida vida, siempre alegre y jovial se granjearía el aprecio de sus
coterráneos. Su faceta de gallero fue valorada,
su cuerda de gallos la llamó Los Diamantes Negros, aquellos más que
gallos eran águilas sin rival, podían pelear un domingo dos veces y siempre
eran vencedores en la gallera de Vicente Gainza en la calle Bolívar. En el año
1956 se comunica con su cuñado el Comandante Germán Domínguez Padrón, y este lo
nombra vacunador del Instituto de Fiebre Aftosa (IFA). Recorre así todo el
municipio dejando sembrados buenos recuerdos en quienes lo conocieron y
estrecharon su mano. Fue fundador de los carnavales que se hicieron famosos en
Guasdualito y, que su hija Elubia siguió la tradición por muchos años en la
Calle Vásquez del pueblo.
A la caída
del general Marcos Pérez Jiménez incursiona en la política al lado del Dr.
Rafael María Briceño, Rafael Martí y otros destacados hombres, juntos refundan el partido Social Cristiano Copei, e
incluye a sus hijas a trabajar por este, con la triste suerte de que al ganar
las elecciones presidenciales el Dr. Rafael Caldera, le sobreviene un trágico accidente de tránsito en la vía
que conduce a El Amparo, muere en San Cristóbal (Tac) el 16 de septiembre de
1969 a las 7:30 p.m; sus últimas palabras fueron: ¿Dónde están mis hijos? Así
se apagó la vida del "Catire" Escobar como cariñosamente lo llamaban
y del Viejo Roble Sabanero, como lo llamaba su hija Elide. Un cortejo fúnebre
multitudinario lo despidió hasta su última morada en el cementerio municipal de
Guasdualito, donde reposan sus restos mortales.
ALJER “CHINO” EREÙ.-.
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