Columna. Personajes y Vivencias de
mi Pueblo.
Vladimir Hidalgo Loggiodice.
Los Barbarito
representan para los apureños una mezcla de realidad y leyenda. Introducen
cambios profundos en la forma de comercializar las riquezas naturales de la
región, mejorando la calidad de vida de sus habitantes. Sentarse hoy en la
Fuente de la Abundancia o en la Plaza Independencia de San Fernando, y extender
la mirada hacia el Palacio Barbarito, es viajar en el tiempo al Apure glorioso
de los barcos a vapor cargados de mercancías de muchos países, para luego
partir con sus bodegas repletas de productos del llano venezolano.
Les invitamos
a un paseo que inicia a finales del siglo XIX, cuando los hermanos Francisco,
Félix y José Barbarito llegan al virgen estado sureño en 1890 procedentes de
las montañas italianas. Félix apenas cuenta con dieciocho años, pues respira
oxígeno del medio ambiente por primera vez el 18 de mayo de 1872, siendo sus
parientes tan mozos como él. Cambio radical en todo sentido, pero enseguida
olfatean el paraíso de oportunidades que les rodea.
Trabajan sin
descanso y fundan en 1896 una pequeña pulpería en la capital que se convierte
en el punto de arranque de una de las más prestigiosas casas comerciales de
Venezuela. Adquieren en pocos años la que fuere residencia del coronel Miguel
Guerrero, comandante militar de las fuerzas libertadoras en la zona, y quien
recibe a Simón Bolívar El 29 de abril de 1818 y lo hospeda hasta 24 de mayo en
ese inmueble que ahora se le conoce como Casa de Bolívar, ubicada en la calle
El Comercio, entre las transversales Negro Primero e Independencia. El negocio
crece aún más en 1903 con la creación de otro establecimiento mercantil. Simultáneamente
compran tierras para dedicarse a la ganadería, pero nunca pierden de vista al
imponente río. En poco tiempo son proveedores poderosos por las ideas
innovadoras que trajeron de tierras lejanas. El caudaloso Apure y la fortuna
alcanzada en más de veinte años de gran esfuerzo los llevan a pensar en grande,
a aprovechar ese medio fluvial para conectar sus empresas con el viejo
continente.
Apenas
empieza la segunda década del siglo XX nace la idea de construir una casa
grande a orillas del río, que sirviera de residencia familiar y centro de
compraventa. Enseguida pasaron a la planificación de la obra, contratan al
arquitecto italiano José Barbieri para el diseño y ejecución de la misma. En
1912 aperturan los trabajos y problemas a resolver. El terreno es
inconsistente, por su formación arenisca, y para solventar el obstáculo se
decide levantar la edificación sobre pilotines de corazón de mora y congrio
enterrados hasta donde sea posible. Sobre esta estructura colocan alambre puas
para hacer las veces de malla. Los centenares de curiosos ya comienzan a verle
el queso a la arepa. Antonio Fortí, maestro de obra de confianza de Barbieri,
vacía la placa de la base con cemento importado transportado en tambores. La
armazón aumenta en dimensiones y alcanza el nivel superior.
La carencia
de mano de obra especializada local atraza el avance y Fortí se molesta, pero
igual tiene que enseñar a los obreros técnicas de construcción. Escasean las
cabillas y con madera, alambre y el cemento romano remedian todo. Las
embarcaciones con los materiales presentan retardo y obliga a emprender
acciones sobre la marcha. En un momento faltan rieles de acero para reforzar la
placa del segundo piso y la azotea, y son sustituidos por vigas de madera
traídas desde Brasil. Así impiden la paralización del proyecto hasta que arriba
el acero comprado en Alemania. El progreso va viento en popa y se oyen los
comentarios, "El caserón va pa'lante. Los musiús Barbieri y Fortí saben lo
que están haciendo". Los Barbarito ya saborean el triunfo.
Un accidente
ocasiona la muerte al contador de la compañía. El derrumbe de parte de la
platabanda cae sobre él y Don Félix, quien salva milagrosamente al ser
rescatado malherido debajo de los escombros. Esto no es impedimento para
proseguir, pero se teje la leyenda urbana que el fantasma del contador ronda
todas las noches alrededor de la creciente fortaleza. Concluyen las paredes y
arcos, e inician la azotea, que debe ser amplia y de seguridad al milímetro.
Así lo hacen saber a los constructores. Las especificaciones son repasadas a
diario y hacia el norte colocan espigones para amarrar los buques de rueda y
hélice, y las balandras orinoqueñas de Nicolás Subero, Musiú Seguía y el Negro
Mesoa.
Al llegar el
momento de los detalles, Barbieri ubica en San Fernando al afamado ebanista
Antonio Escalante para adornar las paredes, tarea de gran importancia para la
majestuosidad requerida. Al pintor español José Izquierdo le asignan el arte de
los murales. Pinturas multicolores con alegorías italianas adornan el techo con
un estilo digno de un palacio florentino. En algunas paredes, escenas del llano
apureño, garceros y corocoras. El arquitecto informa a Félix Barbarito que el
edificio está listo para ser habitado en 1916, solo faltan pequeñas cosas por
concluir.
Los salones
son pulidos e iluminados con la planta eléctrica de "Los palos de
agua", actual localidad del Centro de Profesionales Universitarios. En su
interior cuenta con dormitorios, gimnasio, sala de conciertos, sala de costura,
salón para fumar, comedor, baños, patio interno, sala de recepciones, antesala,
biblioteca, atrio, almacenes y otros espacios. El costo total es de un millón
novecientos mil bolívares. El edificio más costoso en todo el territorio
nacional. El gobierno logra, en fecha similar, los derechos del Palacio de
Miraflores para asiento del poder ejecutivo por la suma de quinientos mil
bolívares.
Los lugareños
al divisar a los Barbarito en los balcones, alzan la cabeza y se quitan el
sombrero como si contemplan a un emperador romano. Además comentan que existe
un túnel desde ahí hasta Puerto Miranda, por debajo del río, como medida de
precaución ante tantas revueltas armadas por el poder. En la planta baja
establecen el primer centro comercial en la historia apureña. Las naves traen
mercadería de variado índole, sombreros Borsalinos de Italia. De Francia,
sedas, encajes, sombreros, perfumes y calzados para damas.
La colonia
Dorsay es exclusiva para los Barbarito. Whisky, brandy, champaña y finos quesos
para los paladares más exigentes. Además, materiales, equipos y herramientas
para la construcción y uso ganadero y agrícola. Son pioneros en la venta de
semillas de algodón en la región importadas de Etiopía y de la desmotadora del
producto. Del puerto sanfernandino exportan queso, cueros, pieles, algodón,
caucho, café y la pluma de garza, el género más cotizado en el mercado europeo.
Abren una sala de exhibición y transacción de automóviles marca Chevrolet. La
casa es agente del Banco de Venezuela, de la Compañía Nacional de Navegación y
de Seguros La Previsora. Hermanos Barbarito y Cia es un verdadero emporio
venezolano.
Luego de
varias décadas de prosperidad y bonanza, el precio del ganado baja y la pluma
de garza, tan de moda en los años 20, pierde valor en Londres y París ante la
aparición de materiales sintéticos. La Segunda Guerra Mundial termina de hundir
la riqueza de los Barbarito. Ningún navío a vapor vuelve a atracar bajo la sombra
del palacio. Medio Apure les queda debiendo casi cinco millones de bolívares
irrecuperables, ya que el palacio es comercio, banco, casa fiduciaria, en fin
la economía de Apure está centrada en él, a tal punto que cuando suenan sus
puertas santamarías la gente toma la hora de abrir y cerrar como la de sus
propios relojes. Se escucha en las calles, "Son las ocho, abrieron los
Barbarito", o "Son las seís porque acaba de cerrar el Palacio
Barbarito".
La actividad
comercial acaba y solamente queda viviendo en el segundo piso la familia del
fundador Francisco Barbarito. La última en abandonar la residencia es Adela
Barbarito, que al enviudar se va a Sicilia para nunca más volver. En los
depósitos queda gran cantidad de existencias que con el paso de los años es
saqueada por pobladores locales. La mansión se mantiene solitaria y abandonada
desde 1952 hasta 1980, cuando la adquiere León Moser Guerra y la restaura para
la posteridad.
De la
opulencia pasa a la miseria, y de esta se levanta para seguir hechizándonos con
su mágica figura. Por eso la construcción y presencia del Palacio Barbarito es
una Vivencia de mi Pueblo.
ENLACE:
https://hidalgovladimir.blogspot.com/2022/10/palacio-barbarito.html
*** Edición y Montaje: Lic. Wladimir José Hidalgo Benítez.
*** La
mayoría de los hechos aquí narrados son producto de conversaciones sostenidas
con Don León Moser Guerra y documentos que nos facilitó en su oficina del
Palacio Barbarito en 2001. Que Díos lo tenga en su gloria. Además agradecemos a
Adelina Rodríguez Mirabal, Juan Carlos Zapata y Pedro Pablo Olivares por los
aportes al texto. Al Lic. Francisco Javier Barbarito, nieto de Félix Barbarito
e hijo de Saverio Barbarito, al Prof. Eduardo Hernández Bolívar y su página
"San Fernando de Apure tiene historia", a la Fundación "Italo
Decanio D'Amico" y a C. Ramirez G. por el apoyo fotográfico.
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Loggiodice y Vladimir Ernesto Hidalgo Loggiodice. GRUPOS: Personajes y
Vivencias de mi Pueblo. San Fernando la ciudad y su gente. Venezuela en Fotos.
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