Columna. Personajes y Vivencias de
mi Pueblo.
Vladimir Hidalgo Loggiodice.
Las plazas
son el elemento nuclear de una población, lugar alrededor del cual comienzan a
levantarse las edificaciones más representativas, con lo que se convierten en
símbolos de poder, y en ocasiones reflejan la dualidad de la autoridad religiosa
y política. Son típicas en muchos pueblos la plaza del ayuntamiento y la de la
iglesia; en localidades mayores son más propicias la plaza de la catedral o la
del palacio. Son el centro por excelencia de la vida urbana. En ellas se
concentran gran cantidad de actividades sociales, comerciales y culturales;
siendo elegidos estos espacios para la celebración de coronaciones,
ejecuciones, manifestaciones, procesiones y otras funciones. A menudo levantan
en ellas monumentos conmemorativos, ya que son áreas singulares y adecuadas
para los mecanismos de mantenimiento de la memoria histórica.
Por orden del
capitán de infantería español Fernando Miyares y González, comandante militar y
gobernador de la provincia de Barinas, es fundada el 28 de febrero de 1788 la
Villa de San Fernando del Paso Real de Apure, correspondiendo el ejecútese al
teniente mayor Juan Antonio Rodríguez y al fraile Buenaventura de Benaocaz. Tal
como lo demandan las Leyes de India, cuerpo jurídico de la monarquía, se escoge
el terreno para la construcción de la plaza, colocando en el centro un
representativo trozo de madera (botalón), que sirve de referencia para trazar
las diagonales que definen el cuadrado deseado. Desde ese momento pasa a
llamarse Plaza Mayor, al igual que en el país ibérico y otras poblaciones ya
establecidas en Venezuela. En sus lados es obligatorio levantar la sede
gubernamental, iglesia, casa parroquial y cárcel pública. El área queda
delimitada por las hoy conocidas calles Bolívar (norte), Sucre (sur), Madariaga
(este) y Negro Primero (oeste). En el noreste establecen la capilla y casa
parroquial, siendo Benaocaz su primer sacerdote. La casa de gobierno la ubican
en el vértice sureste y en el lado occidental la cárcel.
Distribuidas
las superficies para levantar los inmuebles oficiales, reparten las parcelas
residenciales entre los aventureros fundadores. Desde entonces San Fernando
depende del movimiento mercantil desplegado en su río.
Pocas vías
atraviesan la villa de oeste a este. El crecimiento poblacional es lento y la
Plaza Mayor es el foco de largas charlas, mamaderas de gallo, reuniones de trabajo
y encuentros con Cupido, prácticamente todo converge ahí. Su perímetro es
cercado con alambre para evitar la entrada del ganado y otros animales. Con la llegada en 1842 de los restos del
Libertador a Caracas procedentes de Santa Marta, Colombia, a todas las plazas mayores del país se les
comienza a llamar Plaza Bolívar, pero ello no pasa de ahí. El presidente
general José Antonio Páez, en su último mandato (01-02-1839 al 20-01-1843), no
erige estatua alguna en ellas para rendir tributo al prócer venezolano.
Esta
situación se mantiene por treinta y dos años, hasta que el 07 de noviembre de
1874 el general Antonio Guzmán Blanco devela en Caracas una efigie ecuestre de
Simón Bolívar, quedando así bautizado oficialmente el cuadrado fundacional de
la ciudad como Plaza Bolivar. La acción se extiende por toda Venezuela y nacen
esculturas del padre de la libertad en cada rincón, proyectadas en bustos,
figuras pedestres y ecuestres. Para entonces preside a Apure el general
Raimundo Fonseca (1874-1876), quien estrena la ahora Plaza Bolívar de San
Fernando con un modesto busto. Contemporanea a esta obra, Fonseca edifica la
Logia Candor N°27 y el monumento de Bolívar que aún se muestra en perfecto
estado en el patio central del templo masónico.
El Dr. Francisco
Castillo Serrano refiere en su libro "El último violín": "Según
reseña el Semanario El Araucano, el 19 de abril de 1886 se inauguraron los
trabajos de remodelación de la antigua Plaza Bolívar de San Fernando bajo la
administración del General Ramón Mayol (padre de la excelente educadora apureña
Ana Leonor Mayol), Presidente del Concejo Municipal. Un merecido logro para la
comunidad que con su aporte monetario y trabajo, ligado a los desvelos de la
Junta Pro-Monumento, lograron el finiquito de la misma, la estatua pedestre del
Libertador, así como su pedestal formado de dos columnas corintias de hierro
forjado al igual que las barandas de la cerca perimetral, todas de manufactura
norteamericana e importados de New York. Estas últimas con una longitud de 45
metros por cada lado, y cuatro puertas sostenidas por dos columnas
metálicas que daban acceso a la
misma". Preside la nación Antonio Guzmán Blanco (1886-1887), en su cuarto
periodo, y al estado Bolivar, Raimundo Fonseca (1886-1887), al cual se adscribe
Apure.
La base
metálica sostén de la imagen de bronce es sustituida posteriormente por un
sobrio pedestal de mármol negro. La escultura muestra a Bolívar mirando hacia
el norte en posición de descanso o a discreción. Con su mano izquierda empuña
la espada, y en la derecha porta un pergamino. Sobre el hombro derecho, y
entrelazado con el antebrazo izquierdo, se desliza delicadamente una capa que
arrastra hasta tierra por la parte posterior de la figura. Al oeste se divisa
una glorieta con caracteres neoclasicistas, techo de tejas sostenido por ocho
columnas biseladas, cercada con pequeños postes de concreto torneados y
decorados finamente que rematan en un tope oval que le rodea. Su entrada la
resguardan dos pilotes cuadrados. Este lugar se
destina para presentar la tradicional retreta de los jueves. Detrás de
la glorieta y frente a la iglesia fijan dos enormes piletas de noventa
centímetros de altura, antiguas fuentes de agua a manera de ánforas. Sus
estructuras obedecen al mismo estilo artístico que conjuga con el resto del
parque.
Desde 1871 la
retreta alegra a los visitantes del recinto. Las bandas Piar, Avendaño, Apure,
Gómez y Bolívar (llamada así desde 1945 por decreto del presidente de Apure,
Julio César Sánchez Olivo), son el deleite de los sanfernandinos hasta finales del siglo XX, cuando el
gobernador José Gregorio Montilla remodela la plaza y alrededores con diseños
del arquitecto Franco Leone. Esto la hace más atractiva y segura, pero las
nuevas obras restringen por completo el tránsito automotor en el sector,
disminuyendo drásticamente la asistencia al lugar donde germina San Fernando y
la música debe trasladarse al Paseo
Libertador. Excelentes intérpretes y mejores directores dan vida por más de
siglo y medio a las famosas retretas, Quirico Caballero (1871-1901), César
Ramírez Gómez (1901-1916), Miguel Ángel Granados (1916-1919), Juan Vicente
Gutiérrez (1919-1922), José Ángel Zurita (1922-1945), José Ángel Zurita, hijo
(1945-1947), Ramón Esteban Mendoza (1947),
Napoleón Baltodano (1947-1949), Victor Ramón Silva (1949-1958), Napoleón
Baltodano (1959-1960), César Bermúdez (1960-1961), Asdrúbal Rivas (1961-1965),
Victor Ramón Silva (1965-1970), Ricardo Solís (1970), Fernando Farfán (1970),
Luis Eduardo Yáñez (1970-1975), Fernando Farfán (1975-1984), Nelson Hernández
(1984-1985), José David Pulido (1985-1986), Luis Alfonzo Gómez (1986-2000) y
Luis Ignacio Fernández (2000 a la fecha).
En 1930 para
conmemorar el primer centenario del fallecimiento del Libertador, Juan Vicente
Gómez acuerda reformar la plaza. El presidente de Apure, general José Domínguez
(1927- 1931), realiza el corte de cinta el 17 de diciembre de ese año. El
pedestal y los cuatro escalones que lo soportan son revestidos en mármol
blanco. En el primero colocan cuatro grabados. Al norte o frente, el escudo de
la Gran Colombia y la inscripción "XVII DICIEMBRE MCCMXXX" (17 de
diciembre 1830). Al sur o cara posterior, el escudo de Venezuela y la
inscripción "XVII DICIEMBRE MCMXXX" (17 de diciembre 1930). Al este,
el escudo del estado Apure. Al oeste, otro escudo. El historiador apureño Hugo
Arana Páez (HARPA) en su publicación "San Fernando: La Estatua Pedestre de
la Plaza Bolívar" señala detalles en el cincelado del lado norte, "Lo
más grave del asunto fue la forma de representar el año 1830. En ese texto se
cometió el error al escribir MCCMXXX,
tratando de representar 1830 en números romanos... El artesano sabría
mucho de tallar mármol, pero nada de las reglas de numeración romana. Así el ingenuo
artífice se le ocurrió tallar en la piedra: XVII DICIEMBRE MCCMXXX; por
supuesto, allí mezcló números romanos y palabra castellana. Es decir, el tercio
hizo un zaperoco de Padre y Señor Mío y de pésimo gusto. Lo correcto sería XVII
- XII - MDCCCXXX". Las barandas son retiradas a mediados del siglo XX,
dejando acceso libre por los cuatros costados.
"La Plaza Bolívar de San Fernando ha sido cuna de la ciudad, núcleo familiar, político, administrativo, foro. Centro cívico, festivo, religioso, comercial y epicentro de rebeldía republicana. Ahí se han visto fiestas, discursos, danzas, incienso, pólvora, exhibición de cabezas de patriotas decapitados, mercado, paradas militares, triunfos, derrotas, apoteosis, lágrimas en los días terribles de la guerra de independencia; y donde las encendidas disertaciones en pro de la libertad se dejaron escuchar a partir del 19 de Abril de 1810" (HARPA). Por eso ese cuadrilátero histórico es una Vivencia de mi Pueblo.
*** Edición y
Montaje, Lic. Wladimir José Hidalgo Benítez.
*** Agradecemos al Dr. Francisco Castillo Serrano y al historiador Hugo Arana Páez por facilitar sus textos y elevar el contenido de este trabajo. Al Dr. Iván Pérez Castillo y locutora Evis Castillo por el asesoramiento y apoyo permanente. Al Prof. Eduardo Hernández Bolívar por regalarnos unas fotografías.
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