Prensa. BBC Mundo
Un nombre: Francisco. Y una imagen: un hombre vestido con una
sencilla sotana blanca, sin adornos ni capa. Esta es, quizá, la primera
declaración de intenciones de Bergoglio como Papa
Como fondo, el barroquismo
imponente y ampuloso de la basílica de San Pedro: un mensaje de siglos que
también se impone con rotundidad. Es probable que este contraste entre la sencillez personal y la alambicada
complejidad de la Iglesia marquen el papado de Francisco.
Su primeras palabras dejaron
claro que es plenamente consciente de su origen geográfico y que ese punto es
en sí mismo -y hasta cierto punto- un cambio en la Iglesia.
Fueron a buscarlo al "fin del mundo". Pero allí, en América Latina,
lejos de la curia romana y de los entresijos del gobierno vaticano, es donde se
encuentra el mayor granero de católicos del mundo. Y también algunos de los
desafíos de la Iglesia.
"Como dijo Francisco en sus primeras palabras, se inicia un camino junto
al resto de iglesias del mundo. Por eso habló de hermandad. Es la medicina de
la fraternidad para los sufrimientos de una parte del mundo, el sur, que conoce
muy bien", le dice a BBC Mundo Carlo di Cicco, vicedirector de
L'Osservatore Romano, periódico oficial del Vaticano.
Ajeno a la curia: una oportunidad
Pero el origen de Bergoglio,
ajeno a Roma, también tiene lecturas en clave de política interna vaticana.
"Ha perdido el partido
romano y han perdido los curiales. Han vencido los considerados reformadores y
con ellos gran parte de los extra europeos, los americanos a la cabeza",
escribe Paolo Rodari, vaticanista del diario de centroizquierda italiano La Repubblica.
De acuerdo con Rodari, el proceso
de votación tuvo un giro clave cuando Angelo Scola -a quien los análisis
durante el cónclave posicionaban como "candidato de la curia"- pidió
el voto a sus partidarios para Bergoglio.
Mirando al futuro -y entrando en
las aguas de la hipótesis- el análisis político de la elección papal podría ser
más complejo.
La elección del nuevo secretario
de Estado del Vaticano, que será uno de los primeros movimientos políticos del
nuevo Papa será crucial para entender la orientación de su mandato.
"No se excluye un
italiano", dice Rodari.
De cumplirse, este punto, señalan
algunos analistas, se haría luz sobre los acuerdos "de gobierno"
dentro del cónclave: un Papa ajeno al gobierno como cabeza visible de la
Iglesia y un hombre de la curia para cuidar de los asuntos internos.
No obstante, hablar de "partidos" en cuestiones vaticanas es correr
el riesgo de la simplificación.
"Aplicar las categorías políticas a su funcionamiento es algo propio de
los medios que, muchas veces no se ajusta a la realidad. Eso no significa que
no existan tendencias", le comenta a BBC Mundo José María Gil Tamayo,
portavoz adjunto del Vaticano.
Pero la iglesia no es ajena a la
sociedad. Y la imagen proyectada como consecuencia de los últimos escándalos
-como el caso de alegaciones de corrupción conocido como Vatileaks- hizo que la
idea de una reforma necesaria se situara en el centro del debate.
Ahora, la cuestión es si
Francisco será el hombre para llevar a cabo esa reforma, y qué dirección
tomará.
"Un cardenal conocido como
conservador elige un nombre revolucionario como Francisco. Un nombre elegido
por primera vez que lleva implícita una promesa de renovación de la concepción
del Pontificado", escribe Lucetta Scaffia en el diario Il Messaggero, quien
califica a Bergoglio de "conservador revolucionario".
¿Revolución o reforma?
Pero, ¿será una
"revolución" o una "reforma"? Y, ¿cuál será su alcance?
"Hay que concretar esa
palabra. La Iglesia ha hecho grandes reformas desde el Concilio Vaticano II: en
la presentación de la fe y en la curial. Pero siempre se puede hacer
mejor", apunta Di Cicco.
Los analistas hablan de una
simplificación de la curia y una transferencia de poderes y responsabilidades
hacia los obispados.
"La situación es grave. De
puertas afuera se siente que esto no funciona bien. Se tiene la sensación de
que Roma está lejos. Por tanto hay que simplificar y descentralizar", le
sugiere a BBC Mundo Juan Luis Lorda, profesor de teología en la Universidad de
Navarra, en España.
"Sencillez, esa es la clave.
Es un hombre sencillo. Ese mensaje fue muy claro en el balcón: vistió una
sotana blanca sin ningún adorno", le dice a BBC Mundo el sacerdote Patrick
Alumuku, quien trabajó durante más de 13 años en la Radio Vaticana.
"Es un hombre que vive humildemente, que se cocina su comida y que
prefiere tomar el bus a tener un chofer", agrega.
"San Francisco de Asís es el
santo de los pobres y de la pacificación entre el hombre y la naturaleza",
indica Di Cicco.
"Puede tener un carisma de
pobreza, como S. Francisco de Asís. O de evangelización, como San Francisco
Javier. Son matices distintos, pero se pueden combinar", señala Lorda.
Además de Francisco, Bergoglio es
jesuita. Y también en esto será el primero en la silla de Pedro.
"Hubo un tiempo en que los
jesuitas no podían ser obispos. Ahora llega el primer Papa jesuita. No se elige
a una orden, sino a la persona", apunta Lorda.
Pero, para América Latina, el hecho de que Bergoglio sea jesuita es
significativo, en gran medida por la relación que esa orden mantiene con la
teología de la liberación.
"No creo que lo condene como sucedió en el pasado. Esto no quiere decir
que lo vaya a promover, pero quizá se muestre más comprensivo", apunta
Alumbuku.
San Francisco es sencillez, San Ignacio de Loyola -fundador de los jesuitas-,
un militar, es un hombre de acción.
"Como suele decirse, cuando
tengas un trabajo duro por delante, contrata a un jesuita", dice Alambuku.
En esta ocasión, un jesuita
latinoamericano será el encargado de asumir el trabajo.
Quizá quienes lo eligieron son
conscientes de que por delante tiene una tarea ardua.