Columna. Marlani Sánchez. @marlanisanchez)
Tenía tiempo que no hacía una entrevista. O sea,
procurada pues. Solicitada. Por mí. Digo, que pensara que debía entrevistar a
alguien y además llamara a ese alguien y concertara dicha entrevista y la
hiciera. Sí, yo soy periodista, lo juro. Sucede que hace más de dos años caí en
las afiladas garras del periodismo institucional, y cuando eso ocurre uno
pierde la capacidad de elegir a quién entrevistar, solo sabes que tienes que
hacer tal o cual cosa, y es importante que tengas claro por qué. Yo lo tengo
muy claro, lo juro. Para todo lo demás existe el tuiter y este espacio en esta
página manchona que mírenla bien, acérquense, ¡exacto! Es una válvula de escape
(por aquí soy respetuosa, a diferencia de por el tuiter). Creo que está de más
decir que la entrevista que procuré y que luego de varios intentos fallidos
logré fue pensando en este espacio Resultó ser muy interesante y, como siempre,
los temas abordados -al menos hasta esta línea que aún no termino- ni los he
mencionado, y muy probablemente en esta edición tampoco lo haga, y es que se me
antoja teclear (no es lo mismo escribir que teclear) de la entrevista como tal,
literalmente, ¿Cómo hago? Empecé diciendo que tenía más de dos años que no
hacía una…una que quisiera.
Fue a, y un, caballero.
Un hombre culto, muy conocido por estos lares, de tono de
voz bajo y hablar pausado, como la mayoría de los que gozan de buena educación.
Perfecta dicción.
El sitio de la entrevista fue cambiado varias veces, nos
mudamos de un sitio a otro, casi por cuestiones de seguridad, los temas para él
eran considerados más altos que su tono de voz, mucho más. ¿Para mí? Depende de
cómo logre empuñar la espada de las palabras cuando procese el material, confío
en mí, y él también, si no, no hubiera accedido a hablar luego de encendida esa
grabadora. Ah, ¡la grabadora!, estaba dormida, desubicada, desorientada, tuve
que buscar en varias gavetas, hasta que apareció…en su interior una pila
sulfatada. Pero como siempre, me respondió, bueno, como casi siempre. En uno de
los cambios de sitio, el caballero se me acercó, bajó aún más la voz, y me
dijo: “No me parece que este sea el lugar más adecuado para hablar de esos
temas”. Era un cafetín, y todos lo saludaban, y a mí también. Trato
de ponerme en el lugar de los otros y de verdad que esa dupla era como para que
pusieran las caras que ponían.
Finalmente terminamos en el mejor sitio que pudo escoger:
Una de las bancas de la Plaza Bolívar de San Fernando de Apure, bella, está
bien cuidada, ahí nos sentamos en ese banco de tubos de hierro verde oscuro,
como las plantas que lo rodeaban.
El caballero estaba impecablemente vestido, con buen
aroma (el tamaño de la banca alcanzó para eso, y para un roce de vellos de los
brazos también), zapatos limpios, muy dado a la entrevista, había preguntado,
conocía el espacio en el que lo que allí dijera saldría publicado, había leído
publicaciones anteriores. Inteligente. Además traía varias hojas en las que
había plasmado anotaciones de los tres temas por mí planteados para abordar.
Fue una entrevista interesante ¿será por eso que como que le estoy dando
largas?. Además satisfactoria en lo personal. Ya les explico. El primer tema
debió salir en la pasada edición y recibí una llamada de él, estaba pendiente.
Mañana quizás reciba otra, de él mismo, y entonces le haré saber, que las
probabilidades de que ese primer tema salga en la próxima edición son elevadas.
Ahora les explico; dije satisfactoria porque sin ningún tipo de prurito hizo
algunas confesiones que él sabrá disculparme, pero que no podrán dejar de
plasmarse en estas líneas, y enfatizo satisfactoria porque que un señor de esa
talla me haya dicho que, luego de que esta mortal le dijera que quería hacer
una columna de un tema en específico, le habían dado ganas de escribir de ese
tema, es poco más que un honorazo, tan solo con eso esa entrevista procurada en
ese día nublado, en esa banca verde oscuro de la Plaza Bolívar de San Fernando,
con las campanas de esa hermosa Catedral sonando (consta en la grabación) valió
mucho la pena, tanto como para convertirse en una satisfacción personal, tan
escasas por estos tiempos.
Se llama Argenis Méndez Echenique, cronista del estado
Apure oficialmente desde 1988 “pero ad honorem”, historiador de nuestro estado
desde hace más de 40 años, varios textos en su haber, y testarudo en la
intención de rescatar la historia de nuestra región. ¿Uno de los temas
abordados, y por ser quizás el que resultó más divertido (no solo para mí), el
primero que publicaremos? La iniciación de la sexualidad apureña. Yo tampoco,
jamás imaginé al profesor Echenique hablar de esas cosas, pero el asunto tiene
datos, contexto histórico, explicación casi científica, otras explicaciones que
realmente no lo son tanto, y tal vez por estas, mucha risa de la que fue
testigo y documentó muy bien la desempolvada grabadora…