Prensa. EFE.
"El
próximo 26 de junio tendrá lugar la Jornada Internacional de las Naciones
Unidas en apoyo a las víctimas de tortura. En esta circunstancia, reitero la
firme condena de cualquier forma de tortura", afirmó el pontífice. El
papa Francisco condenó hoy, en la festividad del Corpus Christi, cualquier
forma de tortura e instó a los fieles católicos a trabajar para abolirla, así
como para ayudar a las víctimas y a sus familias.
"El
próximo 26 de junio tendrá lugar la Jornada Internacional de las Naciones
Unidas en apoyo a las víctimas de tortura. En esta circunstancia, reitero la
firme condena de cualquier forma de tortura", afirmó el pontífice
argentino ante las miles de personas que acudieron a la Plaza de San Pedro para
escucharle.
Y
prosiguió: "Invito a todos los cristianos a trabajar para abolirla y
sostener a las víctimas (de la tortura) y a sus familias". El
pontífice hizo esta reflexión en su alocución posterior al rezo del Ángelus. Pero
antes, el papa Francisco recordó a los presentes la importancia de practicar la
caridad con el prójimo, de "dar esperanza a los que la han perdido y de
acoger a los excluidos".
También
se refirió, desde la ventana del Palacio Apostólico, al regalo que entregó
Jesús a los católicos en una jornada en la que se celebra la fiesta del cuerpo
y la sangre de Cristo. "Jesús
no vino al mundo para dar cualquier cosa, sino para dar su propia vida como
alimento a los que tienen fe en él", dijo el obispo de Roma, citando una
frase del Evangelio según san Juan.
La
fiesta del Corpus Christi fue instituida por el papa Urbano IV en 1264, a raíz
del llamado "milagro de Bolsena". En
1263 un sacerdote bohemio, Pedro de Praga, se dirigía hacia Roma cuando se
detuvo en la cercana localidad de Bolsena para oficiar misa, pero el cura
dudaba de la presencia real de Cristo en la Eucaristía y pidió a Dios una
"señal".
Según
la tradición católica, unas gotas de sangre emanaron de forma imprevista de la
hostia consagrada y cayeron sobre el corporal (lienzo que se extiende en el
altar para colocar el pan y el vino sagrados), una tela que se guarda en la
catedral de Orvieto, en el centro de Italia.