Prensa.
Diario El Universal.
El actor, locutor y director de teatro
venezolano Luis Abreu, quien actuara en telenovelas como Lucecita, Una muchacha
llamada Milagros, La Zulianita, Rebeca, El pecado de una madre, Mariana de la
noche y El país de las mujeres, entre muchísimas otras, y padre del también
actor Luis Gerónimo Abreu, falleció a los 67 años, tras sufrir un infarto.
La noticia la dio a conocer el actor y
dramaturgo venezolano Javier Vidal a través de la red social Twitter. "Un
gran actor. Un gran artista. Luis Abreu en su último mutis por el foro.
Tristeza y pesar", apuntó.
Aunque estuvo distanciado del medio
artístico -tiempo que él aprovechó para ofrecer talleres de actuación y
entrenar a las nuevas generaciones-, se negaba a hablar de retiro. "En
realidad, un actor nunca habla de retiro y no creo que eso vaya a estar dentro
de mi lenguaje", dijo en una entrevista publicada en El Universal en 2013.
Y razón tenía. En 2007 le ofrecieron
participar en el rodaje de la película Miranda regresa, en la que interpretó el
personaje de Salim. Y en 2011 el ensayista, columnista, escritor y dramaturgo
venezolano Ibsen Martínez le propone regresar seriamente a la actuación. O
mejor: a las tablas. Así que junto al Grupo Actoral 80 protagoniza primero la
obra Petroleros suicidas, escrita por el propio Ibsen Martínez, con la cual se
gana los elogios de la crítica y los aplausos del público. "He regresado
para quedarme", dice entonces.
"Primero que nada, hay que hacer
arte, estamos en la obligación de hacerlo; detener lo que hacemos sería el
caos. Yo creo que el arte en Venezuela, a pesar de la circunstancia goza de
buena salud. ¿Qué hemos perdido? El apoyo del Estado, que es obligatorio,
necesario y que se da en el mundo entero. Por ejemplo, nosotros no pensamos que
la Royal Shakespeare Company es una compañía que unos privados sostienen, lo
sostiene el Estado y así ocurre en todo el mundo. Debemos apuntar no hacia lo
político, sino hacia lo humano. Cuando hacemos teatro y pretendemos hacer
panfleto o hacer la oposición dentro del teatro nos va muy mal, porque a
nosotros lo que nos interesa es acabar con la división en este país",
agregó acerca de la situación del teatro venezolano y, en general, acerca de la
crisis política del país.
Revitalizado, Luis Abreu protagoniza más
tarde la obra Profundo, de José Ignacio Cabrujas. Y en 2012 se anima incluso a
estrenar su ópera prima como dramaturgo: En el nombre del padre, en el nombre
del hijo, que protagoniza junto a su hijo, el también actor Luis Gerónimo, bajo
la dirección de Daniel Uribe, y en la que se describe el reencuentro entre un
padre, un ex maquillador de televisión que ha descendido profesionalmente hasta
convertirse en un maquillador de cadáveres en la funeraria familiar, y su hijo,
que es galán de televisión.
La actuación, llegó a decir, era su
vida. Y el teatro, mucho más que un compromiso social. "El teatro puede
ser un punto de reunión (...) El actor tiene que hacer teatro, bueno, malo, no
importa, lo importante es que se haga, y que sea un punto de reunión. Si el
teatro y el cine logran reunir a los venezolanos, estamos haciendo una gran
labor, porque necesitamos de eso".
En cine estrenó recién la película El
infierno de Gaspar Mendoza, en la que se mete en la piel de un hacendado que
intenta a acabar con un niño acosado por el mal. Su último rol fue en el
musical Despertar de primavera, dirigido por Luis Fernández, en la que
interpretaba tres personajes que simbolizaban las sombras del poder, la
corrupción moral y la paternidad mal entendida. Amigos y colegas se despidieron
de él en las redes sociales. Luis Gerónimo Abreu ha respondido las muestras de
afecto en su cuenta de Twitter.