Momentos
Retros de San Fernando. José Luis Cestari Villegas
En tiempos mejores pasados, en los que
no había celulares ni computadoras pero sobraban valores humanos y vida plena
para todos, los jóvenes de entonces -igual que ha sido siempre- buscábamos
identidad. En Ciudad Bolívar, cuatro muchachos habíamos fundado un grupo de
rock. En la sección “La música y yo” partes I y II y “Con George Shaw” se
relata la historia. Pero uno siempre se queda corto, cuando hay tantos
recuerdos qué contar. Lo que hoy relataré forma parte de la historia musical de
nuestro país Venezuela. Sucedió que mi papá, en una de esas sorpresivas
ocurrencias suyas, un día se asomó al estudio donde George Shaw, mi hermano
Carlos y yo estábamos haciendo una letra en español a la canción “From me to
you” de Los Beatles, y nos preguntó: -“¿A ustedes no les gustaría llevar este
conjunto para San Fernando, ahora en diciembre?”. –Nos miramos...pudiera
decirse que el relámpago en los ojos existe. Y al menos yo, un mozalbete de 15
años de edad, recuerdo haber sentido una sensación de intensa alegría mezclada
con sorpresa. Sorpresa, pues no era como muy normal que mi papá, un llanero
recio que me dosificaba a cuentagotas la música pues sabía cómo me gustaba, nos
hiciera semejante propuesta en forma de pregunta. Subió un extraño calor a mi
cara y mis manos parecían peces fríos y temblorosos. No era para menos. Era
como la consagración de algo gigantesco. “Los Teen Stars”, nuestro muy modesto
grupo, en gira artística a San Fernando de Apure...quién lo hubiera creído! El
hombre fuerte, después de soltarnos esa perla, enmarcó nuestra perplejidad
silenciosa aquella mañana del 4 de septiembre de 1965 y, eufóricos, hacia allá
íbamos aquel cuarteto de jóvenes músicos, despegados del suelo de durezas, full
de ilusiones y en vuelo libre.
A partir de ese momento, todo giró
alrededor de aquel viaje. El uniforme: largas reuniones donde Georgy –voz y
segunda guitarra- en las que su mamá Aura y sus hermanas Carol, Irene y Cecilia
también participaban y opinaban. Teníamos una pelucas tipo Los
Beatles...tratábamos de decidir si las usaríamos o no...que si los zapatos, la
correa, etc. Es bueno informarles que, en aquél tiempo, se tocaba rock y pop en
flux. Sí, paltó y corbata. Y bien peinaditos y perfumados. Aún no se había
desdibujado la imagen juvenil general, sobria y bella, pero sin perder su
irreverencia. Al final decidimos ir en flux, el que tuviéramos, pues no
disponíamos de otras opciones. La música: La escogencia de los temas a tocar en
la fiesta de Navidad de la familia...que era un fiestón...Carmelo Araca y su
grupo...El Indio Figueredo y el suyo...Adilia Castillo y el suyo...Georgy tenía
17 años, era el mayor de todos, pero éramos unos niños alternando con
semejantes figuras.
Largos ensayos de cada canción...cuidábamos
todo detalle...las tocábamos y cantábamos decenas de veces...a menudo
personajes importantes para nosotros rodeaban los ensayos y opinaban...recuerdo
a nuestros inolvidables Blas Oronoz y los hermanos Ricardo y Alejandro
Reyes...Clever...hermanos Bates...mi madre y abuela...mi papá no, aunque a
veces se asomaba y decía: “Esa batería está muy fuerte, no se oye la voz del
cantante”. Puedo imaginarme a mi papá, feliz de poseer tantas oportunidades
para sentirse realizado en la vida...sus hijos músicos siempre fueron su mayor
orgullo!
Así las cosas, llegó diciembre.
Imposible descuidar las clases. El estudiar siempre fue una prioridad para
todos los del grupo, pero nos las arreglábamos para ensayar lo más frecuente
que podíamos. La camioneta Pontiac de mi madre sería el caballo de troya que
transportaría a los rockeros. Al volante mi padre, y mi madre y abuela con mi
hermanito Antonio. La noche del miércoles 22 de diciembre se estructuraba a sí
misma. Temprano llegaron Georgy y Chichí Bates, cenamos, los cuatro, sándwiches
de pan francés con jamón, y de tomar PepsiCola. Georgy vestía una camisa de
rayitas, de mangas largas que enrollaba hacia adentro, dos veces. Chichí una
camisa mangas cortas azul claro. Estando en el estudio oyendo unas canciones
llegó el hombre: -“¿Ya acomodaste tu maleta?” – Mas su mirada más bien parecía
expresar molestia, que me obligó a imaginar que se había arrepentido de que mis
amigos fueran con nosotros. Pero me equivocaba, el saludo hacia ellos fue muy
afectuoso y de excelente humor. Se bañó. Al rato salió del cuarto con su
cigarrillo Parliament en la boca y me dijo: “Vamos pues, a montar la carga”.
Resulta que “la carga” eran seis maletas y dos cajas de regalos aguinaldeños
para la familia nuestra de San Fernando. Y además las guitarras, los
amplificadores, cables, micrófonos y la batería. El resto lo llevábamos los del
grupo en corazón y cerebro, como preparados para un exámen final para el cual
se había estudiado mucho.
Noche larga. O aquellos amortiguadores
de la camioneta eran muy buenos, o iba “cimbrada” y yo no me daba cuenta.
Porque en el asiento delantero iban mis padres, en el de en medio mi abuela con
Toñito y yo, y en el último de atrás Georgy, Chichí y Carlitos. En el techo una
fuerte “parrilla” que albergaba “la carga”, cubierta con una lona gruesa y
amarrada con un cordel blanco muy fuerte que, según recuerdo, sólo se conseguía
en la bodega “La Muralla”. Sin aire acondicionado, mi padre fumaba y tomaba
café durante toda la noche. La brisa luchaba por soplarnos sus aires de
incertidumbre, en uno de los viajes más peculiares que he podido recordar.
Como a las seis de la mañana nos paramos
en el famoso Estero de Camaguán. Hermosa experiencia llanera que recomiendo,
dada su capacidad de encantamiento espiritual. Siguiendo el camino, a veces de
asfalto y a veces polvoriento, aún temprano cruzamos el río Apure en chalana y
llegamos a San Fernando. Alegría de todos, fue una época en verdad feliz.
A las once de la mañana de ese jueves 23
de diciembre nos presentamos en “La Voz de Apure”, emisora propiedad de mi tía
Rosita: “Ahhhhhhhhh...nunca me sentí tan solo así...sé que algo me falta a
mí...eres tú...ahhhjajjj...eres tuuuu.” La música de Los Beatles parecía pedir
permiso a nuestras voces e instrumentos para versionarse al español...el
Estudio 1 de la emisora, amplio y muy bien acondicionado, hasta piano tenía.
Dos de sus paredes eran de vidrio, pues la radio en ese entonces también era
show y los espectáculos como el nuestro se daban en vivo y a la vista del público
asistente. Algo gracioso: Mientras sonaba nuestra música por los parlantes
externos, un llanero ya entrado en años se levantó de su silla a protestar,
pues cómo era posible –según decía- que estuviesen poniendo en la radio esa
“música extranjera”. Dentro del público estaba mi mamá, quien le repicó al
caballero firmemente, defendiendo a sus críos, a sus amigos y al arte musical
que ejecutaban. Porque era la música –como siempre lo fué- ARTE, CULTURA Y SANO
ENTRETENIMIENTO. A nadie podía ocurrírsele que pudiera servir para otra cosa.
Llegó Navidad 1965. Noche de fiesta en
casa de los abuelos. Un fiestón. Artistas formados e iniciados en “La Voz de
Apure” con mi tía Rosita, como Adilia Castillo” y el Indio Figueredo, junto a
otros no menos talentosos, engalanaban la noche. Champaña y demás excelentes
bebidas y comidas. Allí tocamos “Los Teen Stars”. Las canciones salieron
impecables. Nos sentíamos ya pertenecientes a algo.
Al día siguiente, una ternera donde el
Dr. León Tirado. Compartimos de nuevo con personajes del mundo artístico
famosos en esa época. Conocimos a la Sra. María Laya, inspiración del gran
arpista y compositor Ignacio “Indio” Figueredo. En San Fernando Georgy y Chichí pasaron
también el Fin de Año con nosotros. Al despedirnos de esa maravillosa región no
trajimos nada, más bien le dejamos al llano apureño el grito primero de rock
que ya Los Beatles habían regado por el mundo: ese honor aún permanece con
nosotros.