Columna:
Gustavo Azócar Alcalá.
Definitivamente, Nicolás Maduro no pega
una. El ex chofer del Metro de Caracas sigue a la deriva, perdido y sin
brújula. La multitudinaria manifestación popular que se llevó a cabo el pasado
1 de septiembre en Caracas y en otras ciudades del país dejó al jefe del
gobierno desbalanceado, descolocado, desmemoriado y en estado de shock.
Maduro sigue con las gríngolas puestas,
pretendiendo tapar el sol con un dedo, negándose a creer que más de un millón de personas hayan
tomado las principales arterias viales de la capital del país para exigir su
salida del gobierno y la activación inmediata de un Referendo Revocatorio.
Nicolás está seguro de que todo fue un montaje y que en realidad, la marcha
apenas logró convocar a unas 30 mil personas, tal cual como se lo informó su
amigo y consejero José Vicente Rangel.
El Jefe de Estado se ha robado la
atención del mundo entero luego que la prensa internacional reseñara el
incidente ocurrido en la urbanización Villa Rosa, en el estado Nueva Esparta,
Isla de Margarita, donde al parecer arremetió, maltrató y empujó a una mujer
llamada Eudis Marcano, de 65 años, ama de casa, trabajadora doméstica, por el
presunto delito de darle golpes a una olla de cocina.
De acuerdo con un boletín de prensa
emanado de la Mesa de la Unidad, un residente del sector Villa Rosa, en el
municipio García de Nueva Esparta, quien presenció el incidente registrado la
noche del 2 de septiembre, cuando el primer mandatario nacional, Nicolás
Maduro, visitó la isla de Margarita, observó el momento cuando el Presidente
reaccionó de manera violenta ante un cacerolazo espontáneo de los parroquianos,
en medio de una visita que cumplía a esa comunidad margariteña.
El testigo presencial del hecho, quien
prefirió no dar a conocer su identidad para evitar ser llevado a prisión como
ocurrió con el director del portal Reporte Confidencial, indicó que “todo
ocurrió cuando la comitiva de unidades automotores se retiraba del perímetro, a
donde había acudido el jefe de Estado para entregar unas viviendas remodeladas (…)
En medio del ensordecedor cacerolazo, Maduro descendió de repente de la
camioneta y arremetió contra la gente, después, comenzó a correr como un loco
desatado por el medio de la calle y por donde pasaba pretendía dar muestras de
que él era el hombre fuerte, el hombre grande del país”.
El testigo señaló que en su
desesperación, por no poder controlar a la gente que hacía sonar las cacerolas,
Maduro “golpeó a una muchacha, a un muchacho, a un amigo mío le pegó en el
rostro. Asimismo, una joven, a quien el presidente le arrebató la olla que
portaba, quedó como en shock. Yo digo que una persona enferma del corazón pudo
hasta haber sufrido un infarto con semejante percance. Mientras, el personal de
escoltas mostraba las pistolas de forma intimidatoria. ¡Fue algo realmente
terrible! ”.
De acuerdo con la versión del testigo,
“el propio gobernador, Carlos Mata Figueroa, participó en los sucesos ocurridos
en Villa Rosa. Es más: él fue uno de los que tomó la iniciativa de quitarle las
cacerolas a la gente”. Es importante destacar que el gobernador Carlos Mata
Figueroa fue quien promocionó a través de las redes sociales la visita de
Maduro a Nueva Esparta, indicando que la gira del Primer Mandatario sería para
entregar 148 viviendas rehabilitadas en Villa Hermosa, una urbanización que
tiene más de 25 años de construida. Son 5 edificios donde según el gobierno
fueron beneficiadas más de 350 familias. Los edificios fueron construidos por
la administración del ex presidente y ex líder de Acción Democrática Jaime
Lusinchi.
Otro vecino del sector, que también
prefirió el anonimato, sostuvo que lo ocurrido en la ciudad Satélite de Villa
Rosa “fue culpa de Maduro, porque él cambió la ruta. Se suponía que iba a pasar
por otra calle que comunica con Villa Juana y no por la principal. Además, él
se bajó de la camioneta para regañar a los que estaban caceroleando. Sus
funcionarios de Casa Militar se bajaron armados. Todos nos quedamos en shock
cuando vimos todo esto”.
Un tercer testigo aseguró además que
Maduro, “sí empujó a una señora, que él intentaba calmar por medio del diálogo
y al notar que la señora no le prestaba atención mientras continuaba
caceroleando, le arrancó de las manos la olla”.
Horas antes de que ocurrieran los
hechos, Nicolás Maduro pronunció una frase, en cadena nacional de Radio y
Televisión, que pudo haber sido el detonante de la manifestación popular que se
registró en ese populoso sector de la Isla de Margarita: “No estoy comiendo
coba, quien se pase de la raya y se coma la luz, va a encontrar la mano de
hierro de la revolución. No como coba, ni con adecos, ni oligarquía, ni con
sifrinos, ni con nadie. Así de sencillo se los digo”.
Lo ocurrido en Villa Rosa es apenas una
pequeña demostración de lo que puede ocurrir en el país si las “reptoras” del
CNE continúan con su perversa estrategia de impedir la realización de un
Referendo Revocatorio antes de que concluya 2016. El 80% de los venezolanos,
según lo evidencian todas las encuestas que se han hecho en el territorio
nacional, desean que se convoque una consulta popular para determinar el futuro
de Maduro y su gobierno antes que se acabe el año. Venezuela se parece a una
casa, cuyas paredes están ardiendo y cuyos habitantes desean salir de allí
cuanto antes.
El gobierno de Maduro, con la
complicidad del CNE, el TSJ y de la cúpula militar que lo sostiene, está
empeñado en bloquear todas las puertas y ventanas para que la gente no salga de
la casa que se quema, condenando a toda una nación a morir calcinada. Pero
cuando el deseo de supervivencia de todo un país es más fuerte, la gente sale
del rancho que se incendia por donde sea, por cualquier resquicio, por
cualquier rinconcito, sin importar a quien se lleva por delante. Si el país
nacional no encuentra la salida de emergencia (porque el gobierno pretende
bloquearla) la gente encontrará la forma de salir del incendio por las buenas o
por las malas.
Un Presidente incapaz de entender y
comprender la explosiva situación social y económica que se vive en el país, y
que atropella a humildes ciudadanos que lo único que hacen es darle golpes a
una olla vacía, para expresar su rechazo y descontento, no puede conducir a una
nación en crisis. Con su actitud frente al pueblo de Villa Rosa, Maduro
demostró que está completamente fuera de sus cabales y que está incapacitado,
mental y físicamente para seguir al frente de sus delicadas responsabilidades.
Revisen la historia y díganme si alguna vez vieron a Carlos Andrés Pérez o a
otro mandatario venezolano maltratando a una persona por tocar las cacerolas.
El mayor acto de locura registrado en la
historia de Venezuela, realizado por un hombre que estuvo a un paso de ser
Presidente, la plasmó, en El Pasajero de Truman, un excelente libro, escrito por
mi amigo Francisco Suniaga, quien contó con su extraordinaria pluma, la manera
como Diógenes Escalante se volvió loco en una habitación del hotel Ávila de
Caracas, entre los días 2 y 3 de septiembre de 1945. Tal parece que aquel acto
de Escalante se quedó corto, frente a la locura cometida por Maduro, 71 años
después, el 2 de septiembre de 2016, en Villa Rosa, Isla de Margarita.
No hace falta ser psiquiatra, para darse
cuenta que la desesperación tiene a Maduro al borde de la locura. Lleva varios
días amenazando al país entero, mostrando claras evidencias de que psíquica y
emocionalmente no se encuentre bien. Hay que estar preparados para lo que
viene. En Nueva Esparta, por ejemplo, la arremetida del gobierno contra los
habitantes de Villa Rosa no detendrá las protestas. Todo lo contrario, la gente
ya está organizándose para ofrecer un cacerolazo de proporciones mundiales,
entre los días 13 y 18 de septiembre cuando se realizará en el Hotel Venetur
del estado Nueva Esparta, la cumbre de los países No Alineados (NOAL).
Nicolás Maduro le haría un gran bien a
Venezuela y al mundo, si un día de estos, al igual que Escalante, pronunciara
las palabras del aquel insigne y noble hombre, que en medio de la locura, se
percató de que le era imposible gobernar un país: “Díganle a mis amigos que me
perdonen. Que no pude responder al honor que me hacían al poner en mis manos el
destino de Venezuela”.
SC. 4 de septiembre de 2016
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