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La Conferencia Episcopal Venezolana
(CEV) emitió un comunicado este sábado 17 de diciembre para fijar postura ante
las reacciones de los venezolanos frente a la medida de suspender la
circulación del billete de 100 bolívares y todas las consecuencias derivadas de
esta decisión tomada por el Gobierno el domingo 11 de diciembre.
“Lo que quizás desde las altas esferas
del Gobierno se pensó que sería una medida para ir resolviendo la crisis
económica se revirtió contra el pueblo más sencillo. Los pobres, como siempre
suele suceder, han sido los más perjudicados y los más indefensos con las
decisiones tomadas”, reza parte del comunicado publicado en la página web de la
CEV.
Mencionó también en el documento que la
incertidumbre se apoderó de los venezolanos que no sabían que hacer y vaticinó
que la medida económica podría traer consecuencias violentas en la población.
“El Gobierno ha llevado a cabo medidas
terribles y precipitadas que perjudican a todos, sin tener en cuenta que son
servidores de un pueblo que de verdad está sufriendo el menosprecio de todos
los dirigentes políticos”, criticó el CEV.
También recalcó la lenta respuesta del
sector opositor al Gobierno, representado en la Mesa de la Unidad Democrática
(MUD): “Al caminar por las comunidades escuchamos muchas críticas hacia todos
los dirigentes políticos del país, lo cual resulta enormemente peligroso.
Muchos hombres y mujeres no dejan de expresar sus sentimientos de frustración y
de abandono por parte de quienes debían estar dando la cara y promoviendo
soluciones justas”.
Lea a continuación el comunicado
completo de la CEV:
1. Las recientes medidas de carácter
económico y monetario implementadas por el Gobierno Nacional han agudizado la
crisis que golpea a nuestra nación y a todos los ciudadanos. Las palabras del
profeta Jeremías salen a nuestro encuentro para describir la situación que en
estos días ha vivido nuestra gente: “Mi dolor no tiene remedio, mi corazón
desfallece. Los ayes de mi pueblo se oyen por todo el país…Sufro con el
sufrimiento de mi pueblo, la tristeza y el terror se han apoderado de mí” (Jer.
8,18-19.21)
2. Poner fuera de circulación, en este momento
del año, el billete de más alta denominación (Cien bolívares) y la manera
apresurada de implementar la medida han causado graves molestias a toda la
población y han provocado indignación, rechazo y violencia. Lo que quizás desde
las altas esferas del Gobierno se pensó que sería una medida para ir
resolviendo la crisis económica se revirtió contra el pueblo más sencillo. Los
pobres, como siempre suele suceder, han sido los más perjudicados y los más
indefensos con las decisiones tomadas. De hecho, también amplios sectores
populares –campesinos, obreros, jefes de familia- por no tener cuentas
bancarias han sido enormemente perjudicados y dejados a la “buena de Dios”.
Existe una gran incertidumbre en la gente al no saber que pasará con su dinero
y con sus ahorros. Esto, además de afectar y a muchas personas, puede generar
violencia y disturbios.
3. Por eso, queremos elevar nuestra voz para
que sirva de eco a los clamores de nuestra gente, en especial las grandes masas
populares, que de la noche a la mañana se han quedado prácticamente sin
recursos ni poder adquisitivo a fin de poder conseguir los insumos necesarios
para su alimentación, transporte, medicinas y para cubrir los gastos necesarios
de la cotidianidad.
4. La gente, que en largas colas con un mínimo
de esperanza aguardaban alguna respuesta o caminos de solución se ha sentido
desprotegida por todos los dirigentes políticos. El Gobierno ha llevado a cabo
medidas terribles y precipitadas que perjudican a todos, sin tener en cuenta
que son servidores de un pueblo que de verdad está sufriendo el menosprecio de
todos los dirigentes políticos. Por otra parte, salvo algunos dirigentes individuales,
la oposición tardó mucho en pronunciarse colectivamente al respecto. Al caminar
por las comunidades escuchamos muchas críticas hacia todos los dirigentes
políticos del país, lo cual resulta enormemente peligroso. Muchos hombres y
mujeres no dejan de expresar sus sentimientos de frustración y de abandono por
parte de quienes debían estar dando la cara y promoviendo soluciones justas.
5. A esto se une el aprovechamiento de quienes
quieren sacar ganancias de la crisis que vive el país. Lamentablemente existen
grupos y mafias que acaparan, colocan sobreprecios y ahora pretenden ser los
primeros en ser atendidos para lo referente al cambio y depósito de la moneda
que está siendo sacada de circulación. Al tener un oído en el pueblo y otro en
Dios, como pastores de nuestro pueblo, queremos ratificar nuestra cercanía
hacia él y nuestra decidida opción por los más pobres: lo hacemos desde el
ejercicio de un discernimiento evangélico, donde se intenta reconocer —a la luz
del Espíritu— «una llamada que Dios hace oír en una situación histórica
determinada; en ella y por medio de ella Dios llama al creyente» [E.G. 154].
6. A nuestra gente, en particular los
más pobres y excluidos, queremos hacerles sentir nuestra cercanía. Para ello,
les invitamos a ser protagonistas de su propio desarrollo. El sujeto social –es
decir, el pueblo- es el verdadero protagonista de la democracia. Sin acudir a
la violencia, deben manifestar pacíficamente su descontento así como exigir el
derecho de ser escuchados y atendidos.
7. A todos los dirigentes políticos,
económicos y sociales, de cualquier signo y color, les invitamos a ponerse del
lado del pueblo y a buscar, en sintonía con el mismo, soluciones que beneficien
a todos. No es momento para darles la espalda o para hacer oídos sordos a sus
clamores. Al Gobierno Nacional, en todas sus instancias, particularmente el
Ejecutivo, les pedimos que de verdad escuchen los clamores de la gente y
resuelvan los gravísimos problema que han provocado con esas improvisadas y
nocivas medidas.
8. A todos los cristianos católicos y hombres
de buena voluntad en Venezuela les invitamos a mostrar la fuerza de la caridad
y de la solidaridad en este tiempo de preparación a la Navidad. La imagen de
José buscando posada para María y el Niño por nacer, al ser rechazado donde la
pedía, expresa muy bien lo que está viviendo nuestra gente. Pedimos que en
todas nuestras parroquias, comunidades eclesiales, comunidades de vida
consagrada y hogares católicos se puedan abrir las puertas para que quienes verdaderamente
lo necesiten encuentren un consuelo y ‘puedan compartir desde un poco de
alimento hasta la auténtica alegría que nos da el nacimiento del Salvador. No
nos dejemos robar ni la alegría ni la esperanza ni la Paz.
9. María de Belén, nuestra Señora de la
Coromoto, junto con San José y el Niño Jesús nos acompañen y que, al celebrar
el misterio de la Navidad podamos sentir la fuerza que viene de lo alto, con la
cual podamos mirar el futuro del Reino de Dios, que lo es de justicia, paz y
amor.